Ya era un comentario en voz alta que el rompimiento de Andrés Zottos se veía venir y la pregunta que sólo los más negados políticamente podían hacerse, era qué iba a hacer Zottos a partir de allí.
No es ningún descubrimiento decir que Andrés Zottos jamás se caracterizó por su tacto político y mucho menos por su profundidad de conceptos que a la luz de sus declaraciones nunca tuvieron el carácter de verdaderas definiciones políticas, sino apenas comentarios “light” que daban la impresión de que no quería comprometerse en el asunto que fuera, o bien, no sabía qué decir sobre el mismo.
De modo que ocurrió lo que debía ocurrir, o más bien, lo que siempre ocurrió con los dirigentes del Partido Renovador de Salta, que terminaron arreglando términos con Juan Carlos Romero. En ese sentido, los renovadores deben reconocerle a Zottos que al parecer esto es lo único que respetó de ese partido, el arreglo espurio a espaldas de sus seguidores para alcanzar los mejores posicionamientos de sus dirigentes, olvidándose por completo de lo doctrinario. Dicho en términos del folklore renovador, Andrés Zottos respecto de Romero es el nuevo Ricardo Gómez Diez.
En los buenos tiempos del PRS, quien habría efectuado ese “trabajo sucio” de pasar la gorra era el malogrado Néstor Peyret, poco feliz puesto que ahora se repite. Fuentes altamente confiables le confirmaron a esta periodista que en este caso puntual, el “nuncio” de este pacto y quien acercó a las partes fue precisamente, el Senador Nacional Pérez Alsina. Conocida es la sintonía que generaron estos 6 últimos años entre Juan Carlos Romero y Pérez Alsina , de modo que aprovechando su estadía en Buenos Aires habrían sellado esta alianza en un departamento ubicado en Recoleta, con la presencia estelar en la misma de Andrés Zottos.
El esquema no es para nada nuevo; Romero ya supo arreglar condiciones de financiamiento de campaña con segundas y hasta terceras fuerzas en épocas pasadas para arreglar los números del electorado. Dicho de otra manera, Romero financió tanto a renovadores como a sus archienemigos políticos y filosóficos del Partido Obrero, quienes en la figura del “combativo” Claudio Del Plá, extendieron muy complacientes la mano.
Ahora la puesta en escena tendría la repetición de otro acto vergonzoso de mentira y engaño público con un Andrés Zottos que celebró esta afrenta a los afiliados del PRS y a los mismos miles de votantes del Frente, justificando su rompimiento con esa Agrupación y la persona del Gobernador Urtubey, utilizando como pretexto el voto positivo de la Diputada Nacional, Cristina Fiore sobre la reforma judicial, a la cual él y el PRS se oponían.
Con el contubernio celebrado con Juan Carlos Romero , el Vicegobernador obtendría un dinero para su campaña, y para satisfacer sus necesidades políticas (y personales), nada nuevo para alguien que durante todo el tiempo de su mandato vivió pidiendo dineros para el “Partido”. Romero que jamás hace caridad, apunta con esta alianza a restar algunos votos que podría cosechar Zottos , quien de esta manera pasa a formar en la plantilla de los referentes anti-K de Salta, donde además del Senador Nacional Romero, están Bernardo Biella y el líder de esa facción, el Diputado Nacional Alfredo Olmedo.
En rigor de verdad, decir de Juan Carlos Romero que es opositor “K”, es un eufemismo, ya que en los hechos ha celebrado una muy bien disimulada alianza con el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner; basta repasar sus ondulantes procedimientos legislativos para comprobar su alineación oficialista. En el último episodio álgido, donde se jugaba la reforma judicial, luego de pontificar en contra de la iniciativa partió hacia España desde donde se vio obligado a volver por la presión de la opinión pública para votar, cosa que no pensaba hacer.
El Diario de su propiedad, El Tribuno, es por lejos el que más pauta ha recibido en Salta –y recibe- del orden nacional en la historia reciente; y cuando decimos pauta, hablamos de varios millones de pesos. Basta ver los fines de semana la cantidad de avisos de Presidencia de la Nación que se publican.
Si bien es demasiado conocido el axioma que proclama que la política es el “arte de lo posible”, existe incluso un límite para lo execrable; y Zottos ha traspuesto hasta esa línea valiéndose de la doble traición: la de abandonar a quien le dio un vuelo político (y a los miles que lo votaron, aún a disgusto) y el de haberse aliado con quien fuera su propio enemigo, hasta hace unas semanas, parece.-
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