Yerbateros apelan a la tradición para salvar a sus plantaciones de la seca

Yerbateros apelan a la tradición para salvar a sus plantaciones de la seca

Por segundo año consecutivo, los productores de yerba de Corrientes decidieron aplazar dos meses el comienzo de la cosecha. Ya lo habían hecho al borde de la catástrofe en 2022, y, según señalan a EL LIBERTADOR, volverán a hacerlo este año, porque dio resultados.

«Hemos comenzado a aplazar el comienzo de la cosecha porque este es un problema al que tenemos que atender de inmediato, como pasó el año pasado, cuando se nos ocurrió a todos hacer esto, porque nos duele ver como se daña la planta, y no queremos seguir perdiendo ahora, tanto lo que tenemos que estar cosechando como lo que tenemos que recuperar para el futuro», explicó el referente del sector, Héctor Viale, consultado por EL LIBERTADOR.

El cambio de estrategia es, para los yerbateros, un viro político, pero también cultural, obligado por las malas condiciones del clima, a las cuales, según sostiene Viale, poco a poco, «las economías», es decir, tanto la local como la internacional, tendrán que irse adaptando, porque «al parecer llegó para quedarse».

Esta es la única forma con la que los yerbateros correntinos se sienten capaces de soportar algo del golpe que embate el clima. Los productores no hablan de cambio climático o de que la tierra ya no da lo que necesitan para que las plantas vivan todo lo que deban vivir hasta derramar la esencia que alimenta el cocido y el mate, bebida nacional. Pero saben que todos esos problemas ahí afuera «están creciendo».

Aplazar el inicio de la cosecha «es sólo el comienzo», señala Viale, para dar un cuadro a una situación extrema que, no obstante, para el sector ya se asume a mediano y a largo plazo como la posibilidad de un escenario que en poco tiempo podría deprimir las capacidades de trabajo que han logrado en sus campos y que, pese a la tecnología vigente, los obligue a aferrarse aún más a la cultura de sus precedentes.

Como han dicho a EL LIBERTADOR los citrícolas, para los yerbateros este es un año de sorpresas, con rendimientos menores a los esperados y calidad bajo la lupa. Y como todos los sectores productivos ya han expresado a los gobiernos locales, al provincial y al nacional, también tiempo de revisar las cargas tributarias y los créditos disponibles para evitar la debacle.

«Para nosotros la cuantificación de las pérdidas sigue siendo un tema a resolver porque no podemos hacerlo con tanta precisión como en otros sectores», explica Viale y remarca «las plantaciones de Corriente siguen siendo como las tradicionales, más amplias, pero como las de antes, con el agregado necesario para hacer rendir bien la tierra, que viene a precio dólar, y a eso también debemos considerarlo».

REPONER LOS YERBALES

Las lluvias que surcan el cielo a tiempo de terminar febrero son para los yerbateros algo más que una bendición. Son, a ciencia cierta, una posibilidad real para iniciar la reposición de plantas, el replante o el cambio de cultivo, como se llama a esta etapa, según donde se pregunte.

Este tiempo trae al yerbal húmedo la enorme esperanza de que las raíces encuentren mineral fresco y no se dañen en la tamaña aventura de aferrarse a la tierra.

«Esto a nosotros nos da, principalmente más expectativas de que pueda ocurrir lo que pasó el año pasado, cuando calculamos más pérdidas y gracias a unas cuantas gotas fueron menos, porque pudimos alimentar el rebrote del yerbal», explica Viale, y agrega: «De eso, básicamente, va a depender nuestra situación, es decir, de si podemos o no podemos llevar a cabo el replante con éxito».

Estas palabras podrán parecer sencillas, pero encierran la enorme complejidad que atraviesa a uno de los clústers más importantes en términos culturales para los argentinos en todo el mundo.

De este «éxito» depende el consumo local, que en 2022, fue de 275.809.497 kilos y las exportaciones que sostienen la presencia de la yerba mate en todo el planeta, que sumaron 40.304.006 kilos, en total 316.113.503 kilos, cifra levemente arriba a la registrada en 2021. Pero aún así, se habla de pérdidas dantescas. «Seguro que van a ser grandes, como en los años anteriores, pérdidas grandes, millonarias, no sé si como las que ya calculan los ganaderos, o la que dicen que ven los citrícolas, pero sí, para nosotros, importantes, porque no somos tan amplios como ellos, pero sí, ya sabemos que todas las plantaciones están, en mayor o menor medida, sufriendo de igual manera; no hay una que esté mejor que otra», señala Viale.

MÁS FORTALEZA PARA LA ECONOMÍA DEL SECTOR

Según Viale, este escaso margen de diferencia en el tiempo de la cosecha no afectará en gran medida al mercado que espera por ella, porque los rendimientos se miden hacia el mes de diciembre y porque el viro es hacia el seno de su propia historia, es decir, hacia conocimientos que vienen a dar mayor estabilidad al sector.

Esta decisión ha sido «bien pensada», sostiene el productor yerbatero, a sabiendas de que tampoco influiría en las conversaciones que los yerbateros deberán entablar en el marco del Instituto Nacional de la Yerba Mate para discutir el precio de su producción.

«Empezar recién en abril o en mayo por el impacto de la sequía nos salvará de la mortandad de plantas que sabemos que ocurre desde hace casi dos décadas, nos prepara para un buen año con más humedad, ideal para la brotación en toda la zona, y comenzar a revertir un panorama que hace algunas temporadas viene reduciendo nuestras expectativas de a casi el 50 por ciento», remarca.

«Esta es una decisión tomada por la urgencia, pero que nos traerá algo de calma», reitera y subraya «porque nos aleja a los productores preocupados de las consecuencias de la sequía y de la falta de agua para riego de la triste posibilidad de que no haya que ofrecer, antes que ofrecer el producto que nos caracteriza un poco más tarde, y más activos contra la mortandad que nos tira encima el clima agreste de los días de verano».

COSECHAR EN INVIERNO, A PARTIR DE MAYO

Viale dice a EL LIBERTADOR que aplazar el comienzo de la cosecha es un rito instalado entre los cosecheros desde hace mucho tiempo, y que consiste en nada más que llevar la planta hasta casi el invierno.

Esto se hacía muchos años atrás, incluso como cosecha de invierno, que era una cosecha fuerte, y que dejaba lo que otros llamaban para el verano la cosecha de rama madura.

El productor yerbatero explica que debido a los drásticos cambios de temperatura y la seca «los correntinos estamos volviendo a eso, a las épocas tradicionales, de cuando todo esto comenzaba».

«Entonces -recuerda- de invierno, el productor tenía que elegir si hacer la cosecha ahora, en enero o en febrero, y sacrificar las plantas que luego debía reponer, o esperar hasta después de marzo, cuando asoma el invierno».

RIEGO MANUAL

El cambio de estación, indica Viale, permite, además, al productor, mantener su proceso de producción casi inalterado, en otras palabras, hacer que las producciones rindan pese a permanecer prácticamente al margen de la mecanización del riego que caracteriza a otras producciones agrarias ya modernizadas.

«Entre los yerbales, la mecanización es un tema recurrente, porque hay mucha gente que está invirtiendo y está innovando, pero no tanto en materia de riego, porque sigue siendo prácticamente todo manual», explica.

 

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