El intendente acusó al espacio liderado por Lucas Fiorini de votar en contra del pliego de transporte por intereses políticos y echó a todos los funcionarios que respondían a él.
Por: Mariano Suárez.
Guillermo Montenegro discutió con uno de sus asesores más cercanos, que le proponía no tomar ninguna decisión ahora y esperar hasta el cierre de listas, en junio. Sin embargo, el intendente estaba enfurecido y -superados los vaivenes que llevaron a Mar del Plata a tambalear entre la fase 2 y la fase 3- decidió no esperar más: llamó al senador Lucas Fiorini y le pidió que los cuatro funcionarios que forman parte del gabinete y responden a él presenten la renuncia. “Tienen 48 horas”, le dijo.
La relación entre la agrupación Crear, que lidera Fiorini, y el intendente atravesaba su peor momento. Las diferencias parecían irreconciliables. Aunque en política nadie se atreve a dar sentencias definitivas, todo hacía indicar que uno de los sectores que acompañó a Montenegro durante la campaña para la Intendencia se alejaría más temprano que tarde. Pero nadie esperaba que fuera tan temprano.
El concejal Alejandro Carrancio, jefe de la bancada más afín al intendente en el cuerpo legislativo, hacía varias semanas que no tenía diálogo con los principales funcionarios del Ejecutivo. Supo ser uno de los principales alfiles legislativos, pero a medida que empezaron a aflorar las diferencias fue perdiendo terreno.
Cuando el proyecto del Ejecutivo para licitar el servicio de transporte público de pasajeros se debatía en la Comisión de Movilidad Urbana y recibía las críticas de la oposición, Carrancio les hizo saber a representantes del oficialismo que él tampoco estaba dispuesto a acompañarlo, tal como había sido presentado. En el entorno del intendente leyeron esa advertencia como una jugada política. “Empezaron a trabajar para conseguir la renovación de Fiorini en el Senado”, repetían.
El expediente avanzó a la comisión de Legislación y allí la postura de Carrancio era clave: sin su apoyo el proyecto no podría llegar a la sesión plenaria. Además, la falta de respaldo del presidente del bloque oficialista facilitó el rechazo de la oposición. “Si no podemos conseguir los votos propios no le podemos reclamar nada a la oposición”, admitió Vilma Baragiola, una vez que Carrancio concretó su voto negativo y sepultó el expediente.
Cerca de Carrancio y Fiorini aclaran que no hubo ninguna jugada política. Argumentan que el concejal elaboró un documento con 35 pedidos de modificación al pliego. “Jamás los tomaron, ni tuvieron voluntad para implementar alguno de esos cambios. Parece que querían que votáramos en contra”, señalaron desde Crear.
La cuestión en los últimos 15 días era la presidencia del bloque Vamos Juntos. Las versiones indicaban que Carrancio iba a ser removido de ese cargo. Para ello, Nicolás Lauría, Agustín Neme y Guillermo Volponi debían presentar una nota anunciando el cambio de autoridad. Un trámite interno sin mayor dificultad, aunque con impacto político. Esa movida se demoró porque los tres ediles le pidieron a Carrancio que él mismo renunciara a la presidencia. El concejal respondió que el voto en contra de un proyecto –incluso uno tan sensible como la licitación del transporte- no era motivo para que él se fuera y les planteó que ellos debían echarlo si así lo consideraban. Esas indefiniciones hicieron que Carrancio aún hoy siga siendo el presidente del bloque.
Montenegro, en cambio, no dudó. Cuando se esperaba que el Ejecutivo moviera las piezas de ajedrez con cautela, Montenegro pateó el tablero y pidió la renuncia del presidente del Emtur, Federico Scremin; el director coordinador del ente, Emiliano Recalt; el vicepresidente de Osse, Fernando Navarra, y la representante municipal en la Administración Punta Mogotes, Stella Leguizamón. Este jueves las presentarán y abandonarán el gabinete.
“Pese a las recomendaciones con miradas políticas, Guillermo no aguantó. Se enojó mucho porque les había pedido a todos los funcionarios y concejales que en medio de la pandemia no hubiera discusiones políticas. Y este fue un voto político en contra de un proyecto que podía mejorar el transporte público de Mar del Plata”, resumió una fuente cercana al intendente, que reconoció que el enojo con ese espacio ya venía desde hace meses. "Pero esto fue el colmo", aclaró.
¿Cómo seguirá la novela? Ahora empezará la puja por los casilleros que se vacían en el gabinete. Los aliados del intendente buscarán acercar nombres para los puestos vacantes. Sin embargo, las miradas apuntan especialmente al Concejo Deliberante.
Cerca de Fiorini aclaran que su pertenencia al principal espacio opositor del país y la provincia no está en duda. Montenegro trabaja junto a María Eugenia Vidal, una de las figuras del ala moderada del Pro. Fiorini se acercó hace algunos meses, vía Diego Santilli, al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. “Podemos tener peleas en Mar del Plata, pero arriba nos unimos todos”, grafican. Desde el entorno de Montenegro creen que no solo se alejan del intendente, sino también de Juntos por el Cambio. “No sé cuánto tiempo van a seguir siendo parte del espacio”, deslizó un funcionario.
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