Por: Jorge Fontevecchia. De cara a 2025, al Gobierno lo guía una monoidea: bajar la inflación a un dígito anual gana elecciones sobre cualquier otro problema. Y toma como prueba las elecciones de 1995, cuando Carlos Menem había triplicado la desocupación llevándola a más del 18% e igual ganó –arrasó– con el 50% de los votos.
La idea de que para ganar una elección no hay que conseguir el apoyo de todos sino de una suficiente parte de la sociedad aunque otra empeore, que Menem tomó tanto de Ronald Reagan como de Margaret Thatcher en los años 80, quienes en sus países aumentaron el desempleo y empeoraron el índice Gini, que mide la distribución del ingreso, y fueron reelectos, omite un aspecto fundamental: no es el índice de desempleo el factor a comparar sino el de crecimiento de la economía y la consecuente mejora de todos aquellos que no caen en el desempleo o de la suficiente cantidad de personas que vote por el oficialismo.
A cuarenta años del triunfo de Menem, LLA se ilusiona con repetir en 2025 ese resultado electoral
Menem fue subiendo el desempleo y bajando la inflación casi a cero pero, al mismo tiempo, lo más importante, iba creciendo la economía y el bienestar de gran parte de aquellos que no se habían empobrecido.
Macri pierde las elecciones de 2019 con tres de los cuatro años de su mandato con caída del producto bruto, Cristina pierde la elección del oficialismo en 2015 con dos de los cuatro de su último mandato con caída del producto bruto, igual que Alberto Fernández en 2023, con caída en dos sobre cuatro de mandato.
Carlos Menem tuvo un primer año completo de mandato –1990– con caída del producto bruto del 1,3% pero al año siguiente –1991–, con la implementación de la convertibilidad, aumentó el producto bruto un 10,5% y al siguiente –1992– repitió un crecimiento del producto nuevamente del 10,3%, para los dos años posteriores –1993 y 1994– crecer el producto bruto a un promedio del 6% anual.
Las previsiones de caída del producto bruto en 2024 son del 3,5%, tanto para el FMI como para el Banco Mundial, ya sobre un mal 2023, que también había caído por efecto de la pésima cosecha por la peor sequía, y si se descontara el efecto recuperación del agro en 2024 la caída de producto bruto de este año podría alcanzar el 6%. Para 2025 hay pronóstico de un aumento significativo del producto bruto del orden del 5%, que no alcanzaría a devolver lo caído en el segundo semestre de 2023 y 2024.
Paralelamente, el índice de inflación para 2025 no está previsto cercano a cero sino alrededor del 35% anual, lo que tampoco sería comparable con aquel de la convertibilidad. Esto siempre y cuando salga todo bien porque el año próximo hay exigentes vencimientos de deuda por alrededor de 20 mil millones de dólares (solo en el mes de enero vencen 5 mil millones), lo que podría generar nerviosismo en el mercado presionando sobre el tipo de cambio y este sobre la inflación.
El gobierno de La Libertad Avanza, considerado por algunos un “outlet del menemismo”, se autopecibe un segundo tiempo no de Macri sino de Carlos Menem: con gestos solemnes como colocar en el rebautizado Salón de los Próceres solo a Carlos Menem como prócer del siglo XXI y gestos surrealistas como llevar a Amalia “Yuyito” González como acompañante al Teatro Colón hace pocos días, quien en los 90 estuvo relacionada con el expresidente, debería reponderar la diferencia entre gestos y números y también sus reales posibilidades electorales para 2025.
Menem era parte de un partido peronista que venía ganado ininterrumpidamente las elecciones nacionales de 1987, 1989, 1991, 1993 y 1995 con, respectivamente, el 41%, 48%, 41%, 43% y 50% del total de votos, acumulando a lo largo de una década legisladores que le permitieron ir contando con quórum y mayoría en ambas cámaras del Congreso, además de una veintena de gobernadores propios y la Corte Suprema con mayoría de jueces nombrados por el propio Menem y prácticamente todo el aparato comunicacional y de medios a su favor porque había privatizado los canales de televisión y radios entre sus amigos o aliados, que al mismo tiempo eran propietarios de los principales diarios y revistas de entonces.
Últimamente se abusa de la sentencia de Marx sobre que la historia ocurre primero como tragedia y luego como farsa. La idea de la doble aparición de los fenómenos que Marx toma de Hegel agregándole que “primero con ropajes augustos y luego con disfraces ajados” condena a la impostura propia del anacronismo por retrógrada a toda búsqueda de encontrar el futuro en el pasado.
Otro elemento fundamental que falta en la comparación de 2025 con 1995 es que el plan de convertibilidad de Domingo Cavallo podía no gustar pero tenía consistencia técnica para resistir cierta cantidad de años, el plan de Milei-Caputo cosecha, a juicio de la mayoría de los economistas, ser solo un plan financiero. La carencia de un plan económico con foco en la generación de crecimiento pone en riesgo incluso la estabilidad financiera.
Sin crecimiento nadie gana una elección ni tampoco hace sustentable un plan de equilibrio fiscal: está allí la crisis de confianza actual.
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