Hay movimientos con resabios de la interna peronista. Uñac pidió bajar la ansiedad pero también ocuparse del contacto cara a cara.
Huele a 2023 en Rawson. La inminente campaña por las legislativas nacionales –sea cuando fuere la fecha definitiva- despertó las apetencias políticas por la sucesión de Rubén García dentro del oficialismo. De manera indisimulada, el secretario de Estado de Seguridad y Orden Público, Carlos Munisaga, volvió a activar su trabajo territorial en el municipio.
Lo hizo física y virtualmente. Retomó el contacto cara a cara con los vecinos, como lo había hecho en 2019 cuando aspiraba a una precandidatura a intendente. Y se ocupó de difundirlo luego en sus redes sociales, para que quede registro público de su regreso. Así empezó a matizar su gestión ministerial con la construcción de caudal electoral.
Esa tarea que luego pueda contarse en votos, tiene doble función. La primera es que tribute en 2021 al Frente de Todos. La segunda, funcionará como inversión para amortizar cuando llegue el momento de someter la intendencia a las urnas. A Munisaga le quedó esa materia pendiente luego de que accediera a declinar sus expectativas en 2019, en pos de la precandidatura de Pablo García Nieto. Con el giojismo de respaldo, Rubén García se impuso y luego se quedó con todo.
Pero dos años después, el arco uñaquista percibe que el actual jefe comunal no supo o no pudo construir poder. García aprendió a relacionarse amigablemente con Casa de Gobierno pero el 15 de marzo de 2020 integró la lista opositora en la interna peronista. Esta vez perdió. La Junta Departamental del PJ quedó en manos del funcionario de Desarrollo Humano Marcos Andino. Como era de esperar, se mueve al margen del intendente. La división quedó formalizada institucionalmente. Por un lado el municipio, por otro lado el partido.
En paralelo, García Nieto mantuvo permanentemente activo el Espacio Rawson Nuevo, su línea propia, nacida en ocasión de la campaña 2019. Aunque le tocó la derrota frente al giojismo, no bajó la persiana. Aunque luego fue designado al frente de la Defensoría del Pueblo, no abandonó el trabajo político.
Con Mauricio Ibarra como operador, García Nieto fue puesto nuevamente en la consideración para 2023. La intención del ibarrismo es congeniar intereses entre ese sector y Munisaga, unir espalda con espalda y llegar fuertes a la próxima cita electoral. Andino también entra en este esquema, en un segundo escalón pero con legítimas aspiraciones también. Falta bastante para ello, pero están dando los primeros pasos.
Munisaga es prácticamente el hijo político de Ibarra. Por aquel acuerdo para que se bajara de la candidatura en beneficio de García Nieto, Uñac luego lo convocó y lo designó secretario de Seguridad. Fue un enorme desafío que el rawsino ha logrado superar –con algunos sobresaltos- hasta el punto de seguir siendo una figura competitiva en términos electorales. Con esas jinetas, el joven abogado regresó recientemente a su distrito.
Una fuente muy cercana a Munisaga explicó la jugada. ‘A Rubén (García) le sentimos debilidad y la fortaleza para el proyecto de Sergio Uñac está dada en una conjunción de agrupamientos políticos. Hay una atomización. No es Chimbas’, comparó.
En primer lugar, esta lectura significa que el actual intendente no logra liderar la diáspora de dirigentes. Por lo tanto, las legislativas por venir necesitarán de una extraordinaria voluntad colectiva para juntar cabezas. En segundo lugar, el argumento se apoya en la comparación con el liderazgo de Fabián Gramajo, quien logró alinear a buena parte del peronismo. Si cualquier inquieto intentara hacer algo por su cuenta en tierra gramajista, con seguridad el intendente tendría peso suficiente para ponerle freno, previo pataleo en Casa de Gobierno. En Rawson hay vía libre.
La comparación entre Rawson y Chimbas excede a García y Gramajo. Visto desde el entorno de Munisaga, esas jurisdicciones son los dos grandes pilares de cada victoria de Uñac. Se sabe que el eje Este-Oeste, entre Santa Lucía y Rivadavia, es el más esquivo, el más difícil. Se compensa entonces con la fortaleza del eje Norte-Sur. Cualquier cabo suelto podría conspirar contra el resultado holgado que pretende y necesita el oficialismo en esta oportunidad. Cada vez es más repetida la consigna: ‘sin 2021 no hay 2023’.
Sin embargo y como se dijo previamente, no solo el ánimo de colaborar con el proyecto es lo que moviliza a Munisaga. También es su horizonte de gobernar Rawson en 2023. Descuenta que si Rubén García pretendiera la reelección, porque legalmente lo asiste el derecho, difícilmente Uñac le concedería la exclusividad de lista única. Abriría el juego a una interna con otros postulantes. Ya lo hizo por ejemplo en Capital en 2019, cuando Franco Aranda tuvo que confrontar –y perder- con Emilio Baistrocchi. ¿Por qué no imaginar algo semejante para Rawson en un par de años?
Además queda un resabio de interna justicialista como telón de fondo. Rubén García no dejó de integrar el giojismo. Convive con Uñac porque es imprescindible esa relación para poder gestionar un municipio. Pero no es reconocido como un dirigente propio. Entonces desde el uñaquismo están empezando a construir una alianza que reúna a todos aquellos no identificados con el actual jefe comunal. Es un territorio sumamente valioso en términos de padrón y también en lo simbólico, como bastión del PJ.
Al gobernador no le gustan los apresuramientos. Ya envió un mensaje hacia algunos, para bajar la ansiedad. No es tiempo de estar pensando en el 2023 sino de trabajar por el 2021. Pero hubo una reunión de gabinete el mes pasado en la que también bajó una instrucción directa hacia los ministros, que Munisaga anotó cuidadosamente.
En ese encuentro en Casa de Gobierno y a puertas cerradas, Uñac les pidió a sus funcionarios de primera línea no descuidar lo macro, la gestión de cada cartera, pero tampoco olvidarse de lo micro. Es decir, el contacto cara a cara con las personas, la resolución de cuestiones particulares. El argumento fue el siguiente: si cualquiera de los ministros y ministras reunidos ahí había sufrido con la pandemia un deterioro emocional, con mayor razón había que ponerse en el lugar del otro. La gente necesita urgentemente contención de todo tipo.
Con esa consigna, Munisaga desembarcó nuevamente en el territorio. Así fue que apareció en su cuenta oficial de Facebook abrazado a Carina, ‘una mujer rawsina, luchadora, proactiva, comprometida y con un corazón inmenso’. Remató el posteo con una frase en nítido tono de precampaña: ‘juntos estamos trabajando por mejorar las condiciones de seguridad de su barrio y alcanzar el objetivo común, que los rawsinos puedan vivir con tranquilidad’.
Esta publicación interrumpió el flujo de noticias vinculadas a la política de seguridad. Por eso llamó doblemente la atención. Efectivamente, Munisaga pasó de lo macro a lo micro. De la provincia al barrio.
El funcionario tomó la resolución apoyado en el mandato del propio Uñac y también respaldado en sus antecedentes. Es un dirigente de base, no un técnico convocado circunstancialmente para integrar el gabinete. La siguiente pregunta es si esta tarea militante podría apresurar las cosas y Munisaga terminaría integrando alguna lista como candidato a diputado nacional, antes que esperar por la intendencia en 2023.
El secretario de Seguridad está dispuesto a asumir el desafío si el gobernador se lo pide. Es demasiado hipotético, cuando todavía la Casa Rosada negocia con Cambiemos una posposición de las primarias de agosto a septiembre y las generales de octubre a noviembre. Pero si llegara a aparecer el ofrecimiento, Munisaga contestará afirmativamente.
Su vocación igualmente no está en el Congreso Nacional. Tiene experiencia como legislador, ya que fue diputado provincial entre 2015 y 2019. Su horizonte está focalizado en Bulevar Sarmiento.
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