La inflación de las y los trabajadores fue del 3,7% en mayo (0,4 puntos por debajo del registro de abril). De este modo, acumuló 20,9% en lo que va del año y 49,4% en los últimos doce meses.
Según un reporte del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), dependiente de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la inflación de mayo, que alcanzó el 3,7%, estuvo motorizada en primer lugar por “Vivienda” (+5,2%), en un mes en donde se produjeron aumentos de electricidad promedio de 9% en zonas como el Área Metropolitana de Buenos Aires. En segundo lugar, el rubro de “Comunicaciones” se encareció 4,5%, explicado por subas en servicios de telefonía celular de la misma magnitud. Salud trepó 4,0%, toda vez que hubo aumentos de prepagas.
“Alimentos y bebidas” subió muy parecido a la media (3,8%). Dentro de este capítulo, el que más incide en la canasta, las mayores subas se produjeron en verduras (+7,3%), en gran medida por lo ocurrido por el tomate (+27,2% el redondo). Las carnes registraron una desaceleración y treparon 3%, reveló el IET.
Por debajo del nivel general se encuentra “Recreación y cultura”, que trepó 3,5% impulsado por alimentos para mascotas que subió por encima del 20% por segundo mes consecutivo. El rubro bienes y servicios se encareció 3,4%, traccionado por pañales para bebés (11,4%). “Equipamiento y mantenimiento del hogar” ascendió 3,4% y Transporte lo hizo en 3,3% (la nafta súper subió 5,1% y explicó parte de la suba). Por último, “Educación” aumentó 2,4% (mayormente por útiles escolares y cursos de educación informal) e “Indumentaria y Calzado” lo hizo en 1,9%.
Mayo se caracterizó a nivel nacional por el cierre de las exportaciones de carne vacuna, cuya inflación en moneda doméstica fue de 74,1% interanual. Más allá de la coyuntura -en donde incide un gran aumento de la demanda china sobre una producción que creció moderadamente en los últimos tres años-, en el largo plazo el precio doméstico de la carne viene subiendo muy por encima del resto de los precios.
El kilo de asado se multiplicó por más de 180 veces desde fines de 2001, casi el doble que lo que subió el dólar, y muy por encima de otras proteínas como la aviar y la porcina. La razón del profundo encarecimiento de largo plazo de la carne -que hizo que en los últimos meses el poder de compra en kilos de asado fuera el menor desde por lo menos 1995- obedece a una producción estancada en términos tendenciales.
El informe del IET refiere que con una población argentina que crece al 1% anual y una producción ganadera estancada, el resultado ha sido una baja de la producción per cápita y, por ende, una suba del precio que ha redundado en una reducción del consumo per cápita, que en 2020 fue el menor desde 1920.
Sin embargo, el panorama luce muy diferente si se incorpora lo ocurrido con la carne aviar y la porcina, cuya producción creció sostenidamente desde los ’90 (y muy por encima del crecimiento poblacional). Esa mayor oferta permitió precios más accesibles, lo cual, a su vez, explican un rápido aumento del consumo de estas proteínas.
Sumadas las carnes bovinas, aviar y porcina, el consumo per cápita de 2020 llegó a los 112 kilos, bastante por encima de lo registrado en los años ’90 (cuando osciló entre 90 y 100) pero por debajo del récord de 2015 (116 kilos).
En tanto, a nivel mundial, los precios de los alimentos vienen siendo impulsores de la inflación en diversos países. De acuerdo con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el índice de precios internacionales de alimentos -que incluye carnes, cereales, lácteos, aceites y azúcar- trepó 4,8% en mayo y 39,7% interanual. Esto impacta en Argentina y también en otros países de la región: tanto en Brasil como en México, Colombia y Chile, los precios de los alimentos han subido por encima de la media en los últimos dos años.
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