El presidente persa volvió a su país tras su histórico contacto con el líder de la Casa Blanca. Muchos lo aplaudieron en Teherán. Pero grupos conservadores le arrojaron zapatos en señal de desprecio.
En el primer grupo, el más nutrido y compacto, se ubicaron manifestantes que gritaban consignas como “queremos la paz, no la guerra” y “gracias Rohani”. En cambio, el otro sector –de aproximadamente 60 a 80 personas– gritaba “muerte a Estados Unidos y a Israel” y le tiraban huevos y piedras a la caravana. Algunos de ellos llegaron a arrojarle zapatos al vehículo presidencial, un signo de desprecio entre los musulmanes. Esta contradictoria reacción en Irán se produce tras la histórica conversación telefónica que Rohani mantuvo con su par estadounidense, Barack Obama, para descongelar las relaciones entre ambos países y abrir un canal de negociaciones sobre el desarrollo del plan nuclear persa. El episodio, fundamentalmente, pone de relieve los desafíos y la resistencia que deberá enfrentar el mandatario iraní en su intento por salir de la complicada situación económica que vive el país a raíz de las sanciones internacionales y el retroceso que produjeron los dos periodos de gobierno de Mahmud Ahmadinejad con su retórica provocadora.
El viernes, antes de salir de Nueva York en donde había participado de la Asamblea General de la ONU, Rohani habló durante 15 minutos con Obama. Si bien no se sabe con certeza quién dio el primer paso, en estos casos las relaciones diplomáticas son las facilitadoras del diálogo. La versión que dio el mandatario iraní fue que la iniciativa surgió de su par estadounidense. “Nos dirigíamos al aeropuerto cuando me informaron que la Casa Blanca había llamado a nuestro embajador en Naciones Unidas para decirle que Obama deseaba hablar conmigo unos minutos”, declaró Rohani.
Se trata de la primera comunicación directa entre líderes de ambas naciones desde la ruptura que produjo la Revolución islámica de 1979. “Hablamos sobre las negociaciones entre Irán y el grupo de los 5 –EE.UU., Rusia, China, Francia, Reino Unido– y de la ventana que se ha abierto”, dijo Rohani. Así aludió al encuentro en Nueva York de los representantes de esas potencias que resolvieron retomar las negociaciones con Teherán sobre el plan nuclear a mediados de octubre, en Ginebra. El mandatario agregó, contundente: “Acordamos que debemos aprovechar esta ocasión”. Al terminar la conversación, Obama se despidió de Rohani en farsi, mientras que el iraní se expresó en inglés: “ Have a good day, Mr. President ”.
Rohani, un clérigo islámico de tendencia renovadora, ganó en primera vuelta las elecciones de junio pasado gracias a que obtuvo más del 50 por ciento de los votos (50,68%), dejando muy atrás a los ultraconservadores (16,65%). Lo hizo en virtud del respaldo que recibió de los sectores moderados y reformistas y de un mensaje de cambio. Prometió reformas sociales, como reconocer los derechos de las minorías y las mujeres, mejorar las condiciones económicas, bajar la desocupación y romper con el aislamiento internacional que sufre Irán. Sus palabras despertaron esperanzas en la población.
En su política aperturista, sin duda Rohani cuenta con apoyo de la figura más poderosa de Irán, el Guía Supremo ayatolah Alí Jameini. Los analistas descuentan esto, ya que sería imposible de otra manera. Pero al mismo deberá soportar la embestida de los halcones fundamentalistas. Ayer, el sitio web de noticias de la línea dura rajanews.com, publicó que no había justificación para que Rohani hablara con el “Gran satán”, como solían calificar a Estados Unidos. Y agregó que la conversación fue “un paso extraño e inútil”.
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