La compra de un arma es toda una decisión. Habría que inclinarse por las razones de servicio, apelando al sentido común. Además el hombre anda con custodia. Todo un tema que pone los pelos de punta. Schroeder casi ninguneado asumirá con más orden e información, pero Lacunza resulta clave. La única son fondos frescos, achique y ajuste, no hay tutía, candombe en puerta. Otro alejamiento en el gabinete. Causa sorpresa que Alejandro Vicente considere que hay diferencias insalvables, luego del gran aporte que hizo a una gobernabilidad siempre cuestionada.
A seguro lo llevaron preso. La adquisición de un arma de singulares características no es una decisión fácil. Si el comprador tiene un índice de conocimiento casi total, no sólo en la ciudad, sino en toda actividad que se desarrolla en Mar del Plata, el tema adquiere otro relieve y seguramente alguna explicación, más allá de la curiosidad periodística y de la necesidad de la población de estar debidamente informada.
La inseguridad que desvela. No se conoció si fue un recambio, una modernización y/o acceder a moderna tecnología en la materia. Pero todo indicaría, que fue por primera vez dado que tomó clases en el polígono del Tiro Federal. Lo cual es sólo una pista que intenta conducir a las verdaderas razones de portar un arma cuyo registro ante la ley es riguroso.
Da para pensar ¿y resignarse? Para quienes no comparten ni el uso ni la exhibición ni la portación de armas, generalmente reaccionan por considerarlo un riesgo innecesario, pero es casi hasta una cuestión personal. Así como también se detesta la caza mayor, con sofisticado armamento que rebela hasta la exasperación, pero este no ha sido el caso.
Se desalienta oficialmente. Existen políticas oficiales que desalientan la tenencia de armas de cualquier tipo. Incluso con campañas que inducen a la entrega de las mismas, precisamente por los daños irreparables que provocan una vez accionadas. El peligro para menores es otra razón más que valedera. El desarme de la población ha sido parte de una política de Estado.
El tema del cargo vacante. La partida del doctor Julio Razona por la Secretaría de Seguridad, fue una exhalación. Pero su cargo quedó sin cubrir y fue asumido por el propio intendente municipal, doctor Carlos Arroyo, y según él“tal mal no andamos si nos fijamos en el resto del país”, casi asegurando que su gestión (de hecho al frente del área) arroja resultados positivos.
Es propio de las funciones. La utilización de un arma en cargos vinculados a la seguridad es excluyente. Nadie sería eficiente llegado un caso límite, sino posee una herramienta adecuada para defenderse o para evitar la comisión de un delito con un disparo al aire como prevención. Son múltiples las variantes que obedecen a la compra de un arma, hasta sólo razones personales o presuntivamente la protección de terceros en riesgo.
Schroeder con suspenso. Mientras todo el mundo daba por hecho la designación de Gustavo Schroeder, el intendente Arroyo no terminaba de confirmarlo, agregándole una cuota de suspenso a un nuevo reemplazo en un gabinete de corte traumático. A Arroyo le hacía ruido la condición de radical de Schroeder, y parece que esa es una condición que puede dejar afuera a alguien, o por lo menos así describen el cuadro de situación, nuevamente desprolijo en este caso.
Finalmente aprobó. Con sus antecedentes y experiencia, el ex funcionario de Daniel Katz, se convirtió en el sucesor de José Reinaldo Cano. Desde el vamos se asume por el perfil y el estado emergencia económica municipal, que su misión consistirá en eliminar gastos innecesarios e implantar austeridad a costa de mejores servicios. El margen no sólo es estrecho, sino que no existe, y se convertirá en el “Satánico doctor no” en un claro escenario de administrar la crisis agobiante de las cuentas públicas.
Una luz de esperanza. Schroeder sabe que necesita aire y que el mismo debe lograrlo con su capacidad de gestión, su única compañía. Asumirá con más orden e información que la que se heredó el 10 de diciembre, lo cual es una ventaja, mínima por cierto. La obstrucción y enredos políticos del tren fantasma que es CAMBIEMOS en Mar del Plata, será otro obstáculo. Aunque en este caso habría logrado el compromiso de Hernán Lacunza, sobre las formas de amainar la tormenta que compromete el futuro. Los ministros de Mariú ya tienen la historia clínica de la maliciosa política marplatense. Es un paso corto, pero un paso al fin, en el medio de semejante oscuridad.
¿Otra renuncia? Alejandro Vicente deja la Secretaría de Gobierno y su salida de la misma tendrá un perfil moderado, sin estridencias. Cuando era difícil preverlo, dado que el funcionario sabía y demostró lo que es pitar del fuerte. Pero el desgaste era inevitable, debía recargar las pilas agotadas y vivir enchufado permanentemente. Y no era para menos con el nivel de conflictos existentes.
Experiencia ya tienen. Con la cantidad de secretarios que ya se han ido y funcionarios de ese rango que debieron marcharse, se ha convertido en un clásico de este gobierno de apenas cinco meses. Un menú para todos los gustos como camionetas volcadas, gente esposada aún en funciones, denuncias públicas, etapas que tenían fecha de vencimiento, son partes del muestrario. En el caso de Vicente sería una relación sin retorno con el propio number one, indicaron las fuentes. Tal vez haya una desmentida pero es inexorable.
Banco de suplentes agotado. ¿Y el equipo? Van cinco minutos del primer tiempo y hay quienes ya han comenzado a persignarse, aún en el caso hasta de un interinato, el subsecretario de Gobierno está muy flojo de papeles, no pasa el primer filtro. Esa Secretaría no es precisamente un pasatiempo y no es para que la ocupen tampoco los “hombres de los $ 70.000” como dice el ahora cuestionador Emiliano Giri, de sus ex compañeros de gabinete que están dolidos por la desfachatez de sus comentarios.
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