La violencia de Javier Milei hace metástasis: Cristina Fernández de Kirchner, en el mismo lodo

La violencia de Javier Milei hace metástasis: Cristina Fernández de Kirchner, en el mismo lodo

La expresidenta desciende a los infiernos libertarios para confrontar con el Presidente con agresiones y descalificaciones. ¿Es por ahí para tratar de volver mejor?

 

Por Juan Rezzano - Jefe de Redacción

Se ha dicho mil veces en este portal: Javier Milei legitima la violencia que ejerce desde la conducción del Estado y alienta a sus tropas a utilizarla como herramienta política. El tumor, se ve ahora en las últimas manifestaciones de Cristina Fernández de Kirchner, hace metástasis y comienza a tomar al resto del cuerpo político.

El 11 de octubre del año pasado, días después de un acto que encabezó el Presidente en Parque Lezama y de algunos episodios callejeros en los que provocadores de La Libertad Avanza fueron agredidos por manifestantes de fuerzas de la oposición, quien firma esta nota escribió:

"Se sabe y aumenta el riesgo de naturalizarlo: el Presidente insulta a todas las personas y grupos que lo critican o simplemente expresan ideas contrarias a su pensamiento. El Presidente no critica ni cuestiona: insulta".

"No hay mejor muestra de esto que el panic show que protagonizó el 28 de septiembre en el Parque Lezama, donde celebró la formalización de La Libertad Avanza como partido de alcance nacional: allí descargó una ráfaga impresionante de descalificaciones a periodistas, economistas, sindicalistas, encuestadoras, kichneristas y otros colectivos a los que calificó de ensobrados corruptos soretes siniestros delincuentes sindigarcas parásitos degenerados y econochantas. Además, alentó a sus barrabravas, agitando sus brazos, a cantarles "¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta!" a todos esos enemigos".

"Cuando la violencia es ejercida y alentada por el Estado y, como en este caso, personalmente por quien lo conduce, todas las réplicas provocadas por particulares o grupos de particulares son su responsabilidad y ningún episodio violento puede ser colocado en un pie de igualdad".

CFK, con la misma moneda

En sus últimas manifestaciones públicas, la expresidenta ha adoptado un lenguaje de barricada para dirigirse al Presidente, empezando por la forma de invocarlo: "Che Milei", comienzan los textos de sus últimos tuits, escritos en asperísimo castellano barrial.

En esos posteos, como el que publicó este martes, llama "cachivache" al jefe de Estado, "burra" a la ministra Sandra Petttovello y la versión macho de ese cuadrúpedo al titular de la ANSES, Mariano Antonio Salvador de los Heros Battini.

Además, lo manda al psiquiatra, acaso como venganza servida fría de tantas veces que le diagnosticaron neurosis y otros trastornos en tapas de revistas y hasta en consultorios televisivos como el del presitigioso doctor Nelson Castro.

Otra vez: la violencia es toda de Milei. Sin embargo, era esperable que el virus contagiara a sus fuerzas del cielo y a sus brazos armados, pero no a la oposición: el sentido común -tan poco común en la Argentina distópica de la tercera década del siglo 21- indica que las alternativas se construyen contrastando virtudes a los defectos de quien ejerce el poder.

Si Milei legitima la violencia y bendice su utilización como método en quienes reconocen su liderazgo, también Cristina emite una señal inequívoca a sus simpatizantes y a la dirigencia que la reivindica como su conductora si elige replicar lo peor de quien identifica como un problema serio para el país y una amenaza para la paz social.

Despojado del poder después de la más decepcionante de sus experiencias de gobierno, responsable en enorme medida de la gota que terminó de rebasar el vaso de la paciencia social y llevó a Milei a la Casa Rosada, el peronismo enfrenta el desafío de reinventarse, de aggionarse, de generar una nueva propuesta, de escuchar las demandas de esa comunidad a la que le ha fallado para reconquistar las mayorías que había sabido construir, como aquella del 54% que edificó CFK en 2011. El desafío es, esta vez sí, volver mejor.

Se supone que en eso está, pero, si por el momento el resultado del brain storming es la decisión de bajar al pantano que propone Milei para trensarse en una guerra sucia con el Gobierno, acaso deba esmerarse más.

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