El titular de Pro espera la aprobación de las reformas en el Congreso para redefinir su relación con el Presidente y comenzar a diferenciarse; las dudas por Lijo y la jugada que pondría en pie de guerra a Bullrich
Matías Moreno
Mauricio Macri posterga su reaparición pública. Puso en marcha la reconfiguración interna de Pro después de que asumiera la conducción en una reunión vía Zoom y mantiene encuentros periódicos con gobernadores e intendentes de su partido para definir el futuro vínculo con la Casa Rosada.
Sin embargo, el expresidente aún no definió cuándo volverá al ruedo. Es decir, no decidió en qué momento encabezará su primer acto como titular de Pro y levantará el perfil público para dar sus imprecisiones sobre las fortalezas y debilidades de la administración de Javier Milei. Aguarda, sobre todo, que el Congreso convierta en ley las primeras reformas estructurales que impulsó el gobierno libertario, pero también que se clarifique el rumbo de la gestión y se disipen las dudas en torno a la capacidad del Presidente para implementar las medidas o a la chance de que haya una rápida reactivación económica que evite una larga recesión tras el profundo ajuste fiscal.
Entre tanto, escala el conflicto con Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de Milei y su excoequiper en el ala dura de Pro. ¿La invitará a retirarse del partido que él fundo y controla, el próximo 4 de julio, cuando la asamblea nacional elegirá al nuevo titular, o respetará el acuerdo y enfrentará el riesgo de un “doble comando” en Pro? En las últimas horas tomó fuerza la chance de que Martín Yeza ocupe ese lugar. La jugada pondría a Bullrich en pie de guerra.
Macri convive con esas disyuntivas. Sin embargo, el expresidente y sus discípulos envían señales de que el alineamiento que mostró la bancada de Pro en Diputados en la nueva votación de la Ley Bases y el paquete fiscal será la última prueba de apoyo incondicional a Milei. En el entorno del jefe de Pro se impone la idea de que la sanción de las leyes económicas del Presidente representará un punto de quiebre en el vínculo con los libertarios. A partir de mañana, Macri se sentirá un poco más suelto para tomar distancia de las políticas y facetas del Gobierno que lo incomodan, como la decisión de Milei de apostar por el juez Ariel Lijo como candidato a ocupar una vacante en la Corte Suprema, el manejo de la política exterior o la atención a la gestión. Interlocutores frecuentes de Macri anticipan que instruirá al bloque de senadores, que conduce Luis Juez, para que rechace el pliego de Lijo. No obstante, Juez aún no bajó una directiva en la Cámara alta. “Aún no hay definición sobre si es rechazo o libertad de acción”, comenta un fuente de Pro al tanto de las tratativas.
Hasta ahora, Macri se mostró alineado en el contenido discursivo y el plano legislativo con Milei, a quien apuntaló en el balotaje para evitar un triunfo de Sergio Massa. En la intimidad lo elogia por su cruzada para lograr el equilibrio fiscal y frenar la espiral de inflación que heredó de Massa o su apuesta por desregular el Estado y la economía. No obstante, el exmandatario repite ante quien lo quiera oír que su partido no “cogobierna” con Milei. Desde hace meses se queja por las demoras en el trámite legislativo y machaca con que el Congreso debía darles las herramientas para gobernar y, de esa manera, asignarle la responsabilidad por el devenir de la situación económica. De hecho, Pro votó casi sin fisuras las reformas e, incluso, rechazó la reforma previsional de la oposición dialoguista o el fin del privilegio impositivo del “Señor del Tabaco”.
“Cuando salga, Mauricio va a decir las cualidades y virtudes de Javier, pero también las cosas para mejorar. Va a dar señales para que lo atiendan”, vislumbra un dirigente de Pro que difiere de la estrategia del macrismo, pero que sigue bajo la órbita del expresidente y toma distancia de Bullrich, abanderada de los conversos.
Cumbre y dilemas
El miércoles último, Macri volvió a reunir a la nueva mesa ejecutiva de Pro en sus oficinas. Estuvieron el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri; el gobernador de Chubut, Ignacio Torres; los intendentes Soledad Martínez (Vicente López) y Guillermo Montenegro (General Pueyrredón); Cristian Ritondo, presidente del bloque de Diputados; Diego Santilli, referente bonaerense; María Eugenia Vidal, nueva titular de la Fundación Pensar, y Fernando De Andreis, entre otros. Esta vez faltó Rogelio Frigerio (Entre Ríos), una figura habitual en los cónclaves que encabeza Macri en Olivos.
A lo largo del encuentro, Macri y sus aliados analizaron el panorama político y económico. En la antesala de la votación de la Ley Bases y el paquete fiscal, que regresó del Senado con modificaciones, los macristas coincidieron en que sostendrán el apoyo a Milei en los proyectos legislativos o medidas que “le sirvan al país”, pero dejaron en claro que no cogobiernan. Apuestan a una posición equidistante: no retacearán el respaldo ni entorpecerán a la gestión de Milei, dado que se supone que una gran parte del electorado de Pro migró al campo libertario, pero tampoco garantizarán un alineamiento incondicional al oficialismo como exhiben los seguidores o legisladores de Bullrich. En el círculo de confianza ya tildan a los diputados de la ministra como los nuevos “fanáticos” de Milei.
En el macrismo, no obstante, empiezan a aparecer matices respecto de cómo deben pararse frente a la Casa Rosada y, sobre todo, hasta dónde hay margen para tensionar. Por lo pronto, la mayoría de los seguidores de Macri esperan que el Gobierno avance ahora con una reforma tributaria que reduzca la prisión impositiva y que Milei haga gestos concretos para retribuir el apoyo de Pro en el Congreso.
En particular, aguardan que atienda el reclamo por los fondos de coparticipación de la Ciudad, el último gran bastión de Macri. Pese a que junio era la fecha límite que fijó el jefe porteño en su charla con Luis Caputo, el Gobierno sigue incumpliendo el fallo de la Corte y no gira el 2,95% de los recursos de coparticipación, sino el 1,4%. Una continuidad con el accionar de Alberto Fernández. “Hay que respetar la sentencia de la Corte”, dicen cerca de Macri, quien hasta ahora no se pronunció sobre el tema para no chocar con Milei.
El Pro está frente a un desafío mayúsculo y un camino cuesta arriba para reinventarse sin ser absorbido por Milei. Quienes rodean a Macri admiten que el partido quedó golpeado y que sus figuras conviven con un debate perturbador sobre el vínculo con los libertarios. “No vamos a defender todo ni criticar todo. Iremos viendo cómo marcha el gobierno y la gestión”, resume uno de los máximos referentes de Pro.
¿Los legisladores macristas asumirán a partir de las próximas sesiones una postura similar a la de la UCR cooperativa o la que tuvo la larretista Guadalupe Tagliaferri durante el tratamiento de la Ley Bases en el Senado? Tagliaferri se negó a votar a libro cerrado y exigió cambios en el articulado para apoyar. Resta saber si respaldará o no el pliego de Lijo, en caso de que Macri ordene rechazarlo. Uno de los defensores del juez en Pro es Larreta. Más dilemas.
Quienes rodean a Macri anhelan que en los próximos días se abra una instancia de diálogo con Milei, quien armó un dique de contención para evitar una infiltración masiva del expresidente en su administración. A sabiendas de que retiene el apoyo popular, le quitó capacidad de condicionar o influir. Macri, en tanto, se quedó con las llaves del partido y amaga con resistir el intento de la mesa chica de Milei de licuar su poder y arrebatarle sus votantes.
En ese clima de desconfianza, la negociación para confluir en 2025 sigue estancada y los contactos frecuentes, vía WhatsApp, que mantienen ambos desde diciembre se redujeron durante las últimas dos semanas. El vínculo atraviesa una fase de congelamiento. “Al Gobierno le conviene un acuerdo ahora con nosotros y no cuando estén más débiles; eso les saldría más caro”, resume un hombre de confianza de Macri. A partir de ahora, el jefe de Pro deberá moverse como un equilibrista en la mesa de arena de la política argentina.
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