Empoderó al cordobés Viramonte Olmos, que le aconsejó romper con los “villarruelines”, el entorno que la acompañó casi todo el año pasado
Gustavo Ybarra
“Victoria está profesionalizando su equipo”. Con estas palabras explican en el nuevo entorno de la vicepresidenta los movimientos registrados en los últimos días en el equipo de colaboradores más cercanos de Victoria Villarruel. Una movida que a los ojos de observadores neutrales fue leída como la purga de un grupo de personas que demostró ser más nocivo que beneficioso para la titular del Senado.
La caída en desgracia de este grupo, denominado de manera peyorativa como los “villarruelines”, es en realidad un mojón en el camino hacia un reperfilamiento del proyecto político de Villarruel después de que el “triángulo de hierro”, integrado por el presidente Javier Milei; su hermana, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y el asesor todoterreno Santiago Caputo, se encargara de acomodar ese proyecto a cachetazos, con críticas veladas y públicas, ataques orquestados desde las redes sociales y groseras operaciones de prensa.
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Los cambios son, además, el resultado del ascenso en el firmamento de Villarruel del cordobés Emilio Viramonte Olmos, un empresario que llegó al Senado en la segunda mitad del año pasado y que se convirtió en el principal asesor político de la vicepresidenta. Viramonte Olmos espera desde hace poco más de un mes conseguir los votos para ser designado de manera oficial como secretario administrativo de la Cámara alta.
Victoria Villarruel en el SenadoNoelia Gu
Hasta el momento, los cambios en el equipo de la vicepresidenta no se tradujeron en despidos, sino en movimientos de piezas que ocupaban cargos relevantes y que ahora, de buenas a primeras, fueron reubicados en otros menos importantes, en un intento por disimular la dura realidad de que han perdido predicamento y llegada a los oídos de la vicepresidenta.
El eclipse de estos funcionarios marcha en sintonía con la pérdida de influencia de Juan Martín Donato, quien llegó a ser el preferido de la vicepresidenta. “Lo trataba como si fuera un hijo”, recuerda una senadora que tuvo oportunidad de ver en acción a quien hoy sigue siendo director de Atención Ciudadana del Senado, pero que varias de las fuentes consultadas por LA NACION coincidieron en señalar que está transitando sus últimos días como funcionario de la Cámara alta.
Los desplazados más notorios son los directores generales de Recursos Humanos, Gonzalo Izurieta, y de Asuntos Jurídicos, Griselda García Ortiz. Otrora empoderados, ambos funcionarios perdieron acceso al círculo íntimo de la vicepresidenta y parecen haber entrado a jugar en tiempo de descuento en el equipo de la presidenta del Senado.
Así, García Ortiz pasó de ser la persona encargada de cuidar la firma de la presidenta del Senado, principal función de la Dirección General de Asunto Jurídicos, a ocupar la poco atractiva Dirección General de Publicaciones. Ella le dice a quien quiera escucharla que el pase es un ascenso, que desde esta nueva posición tendrá mayor “peso político” en el equipo de Villarruel. Pero no todos creen en su prédica.
“La dieron ese cargo para no dejarla en la calle”, comentó a la LA NACION un dirigente de uno de los gremios legislativos que siempre está bien informado de los entretelones de las internas en la conducción de los destinos de la Cámara alta.
Izurieta, por su parte, todavía no tiene destino. Se pensó en nombrarlo en una nueva dirección general creada ad hoc para disimular su degradación. Sin embargo, el nombre y las funciones del cargo eran tan estrafalarios y absurdos que, por el momento, se decidió parar la pelota para evitar el escándalo mediático que podría generar la creación de una nueva estructura burocrática en el Senado. Un bocatto di cardinale para que el “triángulo de hierro” vuelva a la carga y acuse a Villarruel de ser parte de la casta.
Los reemplazantes de Izurieta y García Ortiz fueron elegidos por Viramonte Olmos y, a priori, parecen responder a la supuesta profesionalización del equipo de Villarruel. En Recursos Humanos fue designada Alejandra Figini, directora y fundadora de una consultora (Alfa RH) que también se desempeñó como directora de selección de Adecco, otra empresa encargada de seleccionar y contratar personal. En su currículum asegura ser especialista en inteligencia emocional aplicada a los recursos humanos, tema sobre el que ha escrito un libro que en internet se define como de autoayuda.
El casillero de Asuntos Jurídicos fue ocupado por Javier Martín Ferraro, abogado que se desempeñaba bajo las órdenes de Inés Speroni, la directora general de Auditoría. Esta mujer es otro de los funcionarios que comenzó a pisar fuerte desde finales del año pasado en el entorno de la vicepresidenta.
Católica ultramontana, Speroni es un halcón conservador, una cruzada en contra del aborto, como la vicepresidenta, y crítica por igual del macrismo y del kirchnerismo. En el último tiempo se ha encargado de seleccionar personal que, como si fueran colonizadores, ha ido ubicando de manera estratégica en diferentes áreas de la Cámara alta.
La ruptura con Montenegro
Hay quienes sostienen que, con estos cambios, Viramonte Olmos está borrando los últimos vestigios que quedaban en el equipo de Villarruel relacionados con el diputado nacional Guillermo Montenegro, que de manera silenciosa, pero ominosa, fue eyectado hace más de un año del círculo de confianza de la vicepresidenta.
Victoria Villarruel, en la misa en San José de Flores por la muerte del papa FranciscoRodrigo Néspolo - LA NACION
De hecho, para algunos de los que conocen el día a día del Senado de la Nación, gran parte del crecimiento en el ascendiente político de los “villarruelines” fue resultado directo de la orfandad en la que quedó la vicepresidenta tras la abrupta ruptura de relaciones con Montenegro.
El paso del tiempo demostró que más que hacerle bien, haberse dejado entronar por funcionarios que muchos cuestionan por amanuenses e incondicionales que le decían lo que quería oír tuvo un costo que Villarruel pagó con pérdida de predicamento social, algo que se ve reflejado en algunas encuestas. Eso, sin contar los ataques recurrentes hacia la figura de la vicepresidenta por parte de funcionarios, legisladores y militantes libertarios.
Viramonte Olmos promete cambiar esa dinámica y hoy tiene toda la confianza de la vicepresidenta para hacerlo.
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