El oficialismo celebra la fragmentación opositora en la categoría de diputado nacional. Sin Olmedo, Romero y la escasa territorialidad PRO, sólo la UCR y el partido de Ricardo Villada pueden garantizar presencia provincial a un Martín Grande que carece de soldados y capitanes que puedan conducirlo.
Consciente de que el armado de sus listas estuvo salpicado de errores no forzados, el Grand Bourg respira aliviado al confirmar que la oposición carga con límites que le impiden capitalizar las ventajas otorgadas. Una combinación de variables explica esa situación: las maniobras del oficialismo para horadar las posibilidades del adversario y las características del candidato opositor que terminó facilitando lo primero.
Lo último tiene como protagonista a Martín Grande quien busca dar batalla en el escenario que para el Grand Bourg es vital para las aspiraciones nacionales de Urtubey: la diputación nacional. Los pasillos palaciegos del Grand Bourg y el Centro Cívico Municipal confirman que la elección del periodista se definió en los despachos de la Casa Rosada donde, encuestas en manos, el poderoso Marcos Peña poseía un diagnóstico claro: tanto Grande como Durand Cornejo medían igual en la provincia y lo recomendable era que ambos jugasen para disputarle a Urtubey la provincia y la propia Capital. Quedaba convencer a alguno de relegar la pretensión de una banca nacional aunque como buenos macristas, ni Grande ni Durand Cornejo se auto valoran por el grado de entrega a un proyecto colectivo sino por su capacidad para lograr la plenitud personal a costa del mismo.
El primero corrió con una ventaja: aseguró no andar en busca de trabajo con lo cual era la banca o nada; argumento que inclino al poderoso Jefe de Gabinete nacional a transmitirle al segundo que debía volver a la comarca u optar por la nada misma. Como en otros casos, la orden provocó en el presidente de CODELCO un brote sicótico que aunque transitorio, suele hacer perder el mucho o poco prestigio con el que cuentan quienes lo padecen. Variable que combinada con la propia indiferencia de Peña ante lo humano motivo que el salteño quedara a merced de terceros que le prestaron los primeros auxilios aunque finalmente, el hombre que dice aborrecer a los políticos que viven de la política, optara por aceptar la sentencia para tratar seguir viviendo de ella con una banca provincial.
El júbilo de Martín Grande se erosionó pronto. Sin la estructura de Alfredo Olmedo que hace meses decidió hacer la propia, se quedó también sin el aparato romerista de renunció a apoyarlo con el desdén propio de quien escapa de los empestados. Lo mismo hizo el partido del sindicalista Jorge Guaymas quien sugirió que el apoyo que en principio debía ser para el bendecido por La Rosada se deslizaría al elegido de Olmedo: Carlos Zapata.
Para muchos, la decisión fue hija del rencor por los años de ataques periodísticos del propio Grande al ex gobernador; para otros esas rencillas fueron la excusa para que el romerismo cumpla sus compromisos políticos con un Urtubey que desde que recibió al ex mandatario en su despacho en marzo del 2016, vio como El Tribuno dejaba de hostigarlo mientras la Justicia archivaba causas que develaron por años al ex mandatario. Los menos aseguran que la dispersión opositora tiene como víctima coyuntural a Martín Grande pero que a largo plazo el afectado es Gustavo Sáenz. La tesis también tiene sentido. Y es que estando en disputa la gobernación del 2019 y con un Grand Bourg en retirada, dirigentes con pedazos de poder provincial como Romero, Olmedo y otros se niegan a consolidar a la figura del intendente que es el que podrá capitalizar un triunfo de la lista impulsada por la Rosada.
Los amigos necesarios
La diáspora tiene al menos dos consecuencias para Martín Grande en una elección que involucra el conjunto provincial y se realizará con boleta de papel. La primera es privarlo de un necesario ejército de soldados que pueda garantizarle fidelidad para ocupar las 3.000 mesas de votación y resguardar las boletas de papel en un interior provincial que reúne al 57% del padrón electoral. Una masa de personas que requiere, a su vez, de capitanes capaces de organizar y disciplinar a miles de reclutas que sin conducción adecuada pueden terminar pareciéndose a una hojarasca inútil.
Los datos deben ser elocuentes para los operadores de La Casa Rosada que sí saben de estas cosas: sin el romerismo hay 13 municipios que no cuentan siquiera con una lista de concejal que apoyen la candidatura de Martín Grande: Iruya, Isla de Cañas, Molinos, Seclantas, Rivadavia Banda Norte, Rivadavia Banda Sur, Santa Victoria Este, Angastaco, Animana, San Carlos, Los Toldos, Nazareno, Santa Victoria Oeste. Juntos reúnen a 50.803 electores del padrón provincial que representan el 5,12% del total.
Y como la disputa electoral no es un acto de pasión ciega para quienes disputan poder e invierten recursos en la contienda, la Casa Rosada ya debe estar evaluando las características de los aliados que le quedan a Martín Grande para luchar contra el oficialismo provincial en la categoría nacional. El PRO Salta es el recurso obvio aunque su debilidad territorial lo inhabilita a ser la columna vertebral de la empresa: sólo pudo armar – por fuera de la Capital y San Lorenzo – 17 lista de concejales en 22 municipios. Demasiado poco para una fuerza que es parte orgánica del gobierno nacional.
La UCR tiene una presencia territorial mayor. Tomando como unidad de medida las listas de concejales por fuera de Capital y San Lorenzo, montó 33 lista en 32 municipio aunque de las primeras sólo 24 corresponden al sector “El nuevo camino” que respondiendo a la conducción de Miguel Nanni, ha explicitado su apoyo al candidato impulsado por La Casa Rosada. Las restantes se debaten entre apoyos poco claros y varias que responden a la candidatura del rival directo de Martín Grande en las PASO: Rubén Correa.
La sorpresa es la fuerza del presidente del Consejo Deliberante, Ricardo Villada, quien casi en silencio y a lo largo de sólo cuatro años de llegar a ese órgano capitalino, terminó fundando el partido Primero Salta que según la página del Tribunal Electoral de Salta tiene oficializadas 20 listas de concejales en 21 municipios del interior provincial que incluye a los distritos más importantes del padrón electoral.
Al aspecto cuantitativo, se le suma otro de estricto orden político: junto al PRO es el propio Ricardo Villada quien aparece dispuesto a brindarle a Martín Grande soporte y acompañamiento territorial en una capital salteña en donde la UCR posee listas propias en el resto de las categorías provinciales, el romerismo con Bettina Romero a la cabeza de la lista de diputados mantendrá su rol indiferente sino abiertamente opositor con Martín Grande, y en donde la poderosa tropa de Gustavo Sáenz que personaliza Matías Canepa como candidato a concejal parece querer evitar enfrentamientos con el propio Juan Carlos Romero que puede carecer de adhesión ciudadana con respecto a Sáenz pero cuenta con el poder necesario para prometer escarmientos a quienes coqueteen con el periodista devenido en candidato.
Si Villada puede adoptar una postura osada ante el propio romerismo, las razones parecen anidar no tanto en el arrojo temerario sino en el hecho de que Gustavo Sáenz y el propio Romero lo empujaron a ello. Candidato firme a ocupar la candidatura a senador por el saenzismo hasta el vienes 23 de junio, la imposición de La Casa Rosada para el cargo al previamente desairado Guillermo Durand Cornejo lo obligo a echar mano a su plan B: una banca en la legislatura provincial aunque las fricciones continuaron cuando los emisarios del romerismo le sugirieron el sábado 24 de junio que secundara a Bettina Romero en la lista “Un Cambio para Salta”.
Desechando el pedido que tuvo mucho de imposición, el presidente del Consejo Deliberante terminó encabezando la lista de su propio partido. Las consecuencias no tardaron en aparecer: el miércoles 5 de julio uso su cuenta de twitter para informar con tono de denuncia que la radio propiedad del ex gobernador (AM 840) levantó el programa que los políticos de hoy suelen usar para tener presencia mediática y que en el caso de Villada declaraba como un intento de destacar los barrios de Salta.
Final de cuentas
Así las cosas, el candidato Martín Grande se parece hoy a esos personajes de los que suele hablar y compadecerse en sus programas: los viudos que estirando una pierna en la cama matrimonial durante la noche, no encuentra el cuerpo de alguien con la que alguna vez compartía el lecho.
Ya no está Guillermo Durand Cornejo con quien protagonizo una guerra de egos para quedarse con la candidatura, tampoco el Alfredo Olmedo al que cariñosamente llamaba “tarambana” cuando el sojero lo apoyo para que compitiera por la intendencia en el 2011, tampoco el romerismo con quien nunca congenio al menos públicamente y al que todo aspirante al cargo por ese espacio hoy fragmentado esperaba que brindará el vital servicio de provincializar la candidatura.
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