En distintos comandos de seccional, en conversaciones informales, empieza a oírse la expectativa de que la primera dama quede bien posicionada para ir por un cargo ejecutivo en dos años. Algunos se entusiasman con la intendencia. Otros con que esté en la fórmula provincial.
Nadie puede prever con precisión el porvenir. Y aunque en política cundan augures y profetas de toda laya, lo cierto es que ningún dirigente más o menos avezado en estas artes teje planes milimétricos para su futuro o el de los suyos. Más bien intenta, dentro de un holgado margen de incertidumbre, conquistar una posición que le dé algún predominio en el tablero, para buscar desde allí la mejor suerte posible, con una nueva apuesta a futuro.
Esto pasa en todas las provincias, en todas las jurisdicciones, y desde luego también en la capital.
Desde la mismísima llegada de Martín Llaryora al Palacio 6 de Julio se han mencionado, en la (¿acelerada?) convicción de que el intendente sólo recalará cuatro años en la ciudad antes de dar el salto a la Provincia, varios nombres de virtuales candidatos a reemplazarlo en la Intendencia, cuando llegue el próximo turno electoral. Entre ellos, los de Miguel Siciliano y Daniel Passerini suelen ser los más recurrentes, ya que ambos bajaron sus candidaturas en la previa de las elecciones municipales de 2019. Pero también se oyen otros, como el de Marcelo Rodio, Juan Domingo Viola y Manuel Calvo.
En algún momento también se escuchó el de la primera dama provincial, hoy diputada y candidata a la Cámara de Senadores. Y en los últimos días volvió a ser citado en varios comandos de campaña de seccional, como una apuesta probable del peronismo a un cargo ejecutivo si los números acompañan en el turno electoral que se avecina.
El Centro Cívico se ha propuesto conseguir, en las PASO, un triunfo “nominal”. En otras palabras, “ganar” esta instancia, tomándose le enorme licencia interpretativa de obviar que Juntos por el Cambio va a las primarias partido en cuatro “lemas” que se sumarán en noviembre. Esa lectura, intuye, le permitirá afrontar las Generales con otro talante, y acercarse al objetivo de recuperar la banca de Senadores que perdió con la marcha de Carlos Caserio al Frente de Todos.
Si lo consiguiera -se entusiasman los viguistas- Vigo podría empezar a consolidar una candidatura a la Intendencia en 2023, afirman algunos. Otros, en cambio, apuestan a que la primera dama podría quedar bien posicionada para estar dentro de la fórmula que compita por el Centro Cívico en dos años.
Se trata, sin lugar dudas, de versiones interesadas y conjeturas prematuras. Pero más allá de buscar cuánto de cierto o falso contiene una proposición incontrastable, por asentarse sobre el incierto futuro, el sólo hecho de que el asunto resurja entre las huestes del PJ capital permite sacar algunas conclusiones. Y la primera de ellas es que el viguismo necesita un proyecto a futuro para no diluirse.
La virtual proyección nacional de Juan Schiaretti parece contar, prima facie, con algunos elementos que le dan verosimilitud. El gobernador es el dirigente cordobés con mayor imagen positiva, tiene ascendencia sobre los gobernadores peronistas, una gran aprobación de gestión, y en 2023 se encontrará con los otros dos mandatarios de la zona centro obligados a cursar una apuesta nacional, hablamos de Omar Perotti (Santa Fe) y Gustavo Bordet (Entre Rios).
Pero aunque este proyecto nacional pueda con el tiempo convertirse en un norte hacia el cual caminar, en un objetivo común en base al cual cohesionar la tropa, lo cierto es que parece atado a demasiadas contingencias, a demasiadas variables fuera del control del Panal. Depende, por ejemplo, de cómo evolucione la gestión del Frente de Todos, de cuántos mandatarios provinciales estén realmente dispuestos -cuando llegue el momento de las definiciones- a bajarse del actual oficialismo para sumarse, de que exista en el electorado una predisposición real a votar más allá de la grieta, y de un insondable etcétera.
Ante tantas vicisitudes imposibles de despejar en la ecuación, lo mejor parece alumbrar un plan alternativo. Y el momento para hacerlo sería antes de entrar de lleno en la segunda mitad del mandato. Antes de que los dirigentes territoriales del PJ se convenzan de que el futuro está llegando por otro andén.
Felipe Osman
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