Al líder conservador todo le salió al revés desde que decidió postularse como candidato para el 2017. Las causas judiciales, el mal recuerdo de su presidencia y otro político de su partido, el ex canciller Alain Juppé, se metieron en su camino.
Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París
El ex presidente francés Nicolas Sarkozy tiene un nuevo amigo: Mauricio Macri. El hoy líder del partido Los Republicanos y empedernido aspirante a una nueva elección presidencial en 2017 ha hecho del mandatario argentino su referente y su cábala como poción mágica para dar vuelta los desastrosos sondeos de opinión que le anticipan, en cualquier configuración posible, una derrota aplastante en las próximas consultas, sea la primaria y la presidencial. A principios de mayo, Sarkozy estuvo de visita en la Argentina. No sólo lo conmovieron los honores con los que fue recibido, sino que elevó el ejemplo de la elección del presidente argentino al estatuto de superstición ganadora. Según relata el semanario Paris Match en su última edición, cuando lo fueron a buscar a Ezeiza y lo escoltaron con cuatro motos de la presidencia argentina y un auto de policía con giro faro y sirenas, Sarkozy dijo: “Hollande (el actual presidente francés) estaría contento si viera el recibimiento que me reserva Mauricio Macri”. El problema que tiene Sarkozy es que todo le salió al revés desde que, en 2014, decidió volver a la acción política y postularse como candidato de cara a las elecciones de 2017. Empezó tomando las riendas del partido que el mismo había fundado luego de habérselo sutilizado al ex presidente Jacques Chirac. Sarkozy convirtió al antiguo RPR en UMP y con ese partido ganó las elecciones de 2007. En 2015, le cambió el nombre y lo bautizó “Los Republicanos”. En ese entonces, su formación política estaba sumida en una gigantesca y destructora interna. Sarkozy pensó que lo tenía todo ganado. El destino, los jueces, el mal recuerdo de su presidencia y otro hombre político se metieron en su camino.
Los jueces tienen abierta media docena de causas en su contra, le saltaron densos escándalos de financiación ilegal de su campaña electoral, su mensaje no impacta en la sociedad, le impusieron una elección primaria dentro de Los Republicanos para designar al candidato y, encima, el ex Canciller y ex primer ministro Alain Juppé le arrebató, de manera aplastante, la preferencia absoluta del electorado de la derecha y el centro. Todos los vientos soplan en contra de Sarkozy. Y es allí donde el ex jefe del Estado saca la carta de la providencia con la foto de Mauricio Macri como bandera. Es su fórmula ganadora, aquella capaz de dar vuelta su adverso destino. En París Match, Sarkozy cuenta: “Estaba en Buenos Aires en agosto de 2015 cuando Mauricio Macri aparecía en tercer lugar en los sondeos. La prensa no apostaba mucho por sus posibilidades. Macri contradijo todos los pronósticos y derrotó a Daniel Scioli, el candidato de Cristina Kirchner”. Con ese ejemplo en el horizonte, Sarkozy está seguro de que podrá hacer lo mismo. En el mismo semanario, el líder político afirma a propósito de sus rivales: “tienen razón de andar con miedo”. De hecho, Sarkozy no es del todo fiel a la realidad en su declaración. Entre agosto y octubre, los sondeos argentinos ubicaban a Macri en segundo lugar con una abanico que oscilaba entre el 25% y 30% de los votos, detrás de Scioli, 40%, y delante de Sergio Masa, 20%.
La mala hora por la que atraviesa ha despertado en Sarkozy el interés por América Latina, un espacio geográfico al que ignoró cuando fue presidente. Ahora ha elegido América latina para reconstruirse una estatura internacional y dar conferencias muy bien pagadas. En Buenos Aires, el nuevo amigo de la Argentina se muestra generoso en elogios y en algunas confidencias. El ex Jefe del Estado dijo que Juliana, la esposa del mandatario argentino, “tiene el nivel de Rania de Jordania y de Carla” (Carla Bruni, su actual esposa y cantante y ex modelo). Según cuenta Sarkozy que le dijo Mauricio Macri, Barack Obama le afirmó al presidente argentino que “Trump puede ganar”. Macri y Sarkozy conversaron durante una hora. Sarkozy se desplazó a Buenos Aires acompañado de sus más fieles allegados y ex ministros de su gobierno: Rachida Dati, Eric Woerth, Luc Chatel y Christian Jacob, respectivamente ministros de Justicia, Presupuesto, de Educación y el actual jefe del grupo parlamentario de Los Republicanos. El renacimiento del híper activo Nicolas Sarkozy pasa así por la Argentina, fuente de inspiración y legitimidad. Nada disuelve su convicción de que puede ganarle, como Macri, a todo el mundo y volver a ser presidente. Los tropiezos y las derrotas tampoco empañaron esa imagen de guerrero que lo llevó al poder en 2007. “La vida es riesgo”, dijo Sarkozy en Buenos Aires. París Match cuenta que Sarkozy habló en la Universidad Católica sobre esa tema, el fracaso. Los estudiantes lo interrogaron sobre el peso del fracaso y él les dijo: “el fracaso no me hace perder el apetito. A mi me lo multiplica”. Su narrativa profunda ha sin embargo variado. En 2014, cuando apareció luego de su derrota en las presidenciales de 2012 frente al socialista François Hollande, Nicolas Sarkozy resumía a los periodistas su situación. En aquellos años hablaba de “la autopista de la victoria”. Hoy, los sondeos de opinión lo ubican a diez puntos de distancia de Alain Juppé y, encima, en caso de que consiguiera la candidatura, sería derrotado infaltablemente en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La “autopista” se congestionó. Faltan siete meses para la elección primaria de Los Republicanos y Nicolas Sarkozy acumula los embotellamientos. Aunque combativo, modera hoy sus previsiones y ataca a los medios, culpables, según él, de dar una imagen nefasta de él y de ocultar otros hechos como el éxito de su libro, La France pour la vie, que se vendió a 90 mil ejemplares en cuatro meses. “Los sondeos son irreales. Los miles de franceses que hacen cola durante horas para que les firme una dedicatoria son bien reales”, asegura. Sarkozy busca allí su consuelo, su sueño de que una cosa son los sondeos, otros, como le ocurrió a Macri, la voluntad final de los electores. “No estoy muerto y se van a llevar una sorpresa”, dijo Sarkozy en la Argentina. Como lo señala París Match, su problema es que “no está ni lo suficientemente bajo en los sondeos, ni lo suficientemente alto.” Sarkozy apuesta por la victoria, por eso que, dice, siente cuando se le acerca la gente y no por lo que le comunica la sondología. Los destinos políticos de Sarkozy y Macri llegan a puntos comunes. Su respectiva visión de la acción política liberal es la misma, los dos vienen desde fuera de los circuitos políticos tradicionales y ambos construyeron su legitimidad electoral a partir una municipalidad: Macri lo hizo desde la de Buenos Aires mientras que Sarkozy saltó a la fama cuando era intendente de Neuilly-sur-Seine, un suburbio adinerado de París. Parece que ha encontrado en Macri una consolación ante el ocaso que lo acecha.
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