El ranking de Forbes evidencia la creciente desigualdad postpandemia, con fortunas que aumentaron hasta un 200% en cuatro años. El debate sobre impuestos a grandes fortunas avanza globalmente, pero sigue lejano en Argentina, donde las élites empresariales concentran poder y privilegios.
Por: Natalí Risso.
Con la discusión sobre el impuesto a las grandes fortunas cada vez más lejos a nivel local, esta semana fueron noticia —una vez más— el dueño de MercadoLibre Marcos Galperin, el empresario de la industria farmacéutica Hugo Sigman y el presidente de la petrolera privada más grande del país PAE Alejandro Bulgheroni. Sus fotos aparecieron en las portadas de todos los medios porque ocupan el podio de las 50 personas más ricas del país, de acuerdo al ranking de la Revista Forbes.
Los 50 más ricos —deliberadamente en masculino porque sólo hay ocho mujeres en la lista— acumulan US$78.000 millones, 12,1% del PBI de 2023, casi dos deudas con el FMI, un 68% más que en 2020, último año que se hizo el ranking.
La publicación de la Revista Forbes no sólo deja en evidencia la profundización de la desigualdad post pandemia —con la aparición de nuevos milmillonarios en todo el mundo, que aumentan su fortuna a tasas extraordinarias—, sino que también aporta una radiografía de los ricos de Argentina. El ranking es una combinación entre la vieja y la nueva burguesía: los grupos económicos tradicionales que crecieron en los 80 y se fortalecieron con las privatizaciones de los 90, e incluso al calor de la recuperación de los 2000 por un lado; el sector tech protagonista de los últimos años, por otro.
Javier Milei y Marcos Galperin, el 4 de septiembre, en una visita del Presidente a la sede de MercadoLibre en Argentina. X @marcos_galperin
“Aparecen en la lista la espina dorsal de la burguesía argentina vinculada al agro como los Urquía o los Perez Companc, también apellidos como los Bulgheroni, vinculado al oil and gas, un sector que siempre fue muy poderoso, y la irrupción un nuevo emergente del capitalismo relacionado a los procesos de financiarización, e-commerce y fintech, representado en Marcos Galperin como parte de los tecno-ricos”, resume Leandro Navarro, becario posdoctoral sobre grandes empresas y elites económicas del Conicet, en diálogo con elDiarioAR.
En el podio se ubica Marcos Galperin, fundador de MercadoLibre, al que le computan un patrimonio de US$8.500 millones, un 102% más que en 2020; luego la familia de Hugo Sigman, Silvia Gold y sus hijos, dueños del gigante de la industria farmacéutica Insud Pharma, con una riqueza de US$6.300 millones, 215% más que en 2020.
El tercer lugar lo ocupa Alejandro Bulgheroni, cuya familia es dueña del 25% de Pan American Energy (PAE), la petrolera más grande del país después de YPF, con US$5.100 millones. Le sigue en la lista el holding familiar agrícola y ahora energético Perez Companc, con Luis a la cabeza, y una fortuna calculada en US$4.200 millones, 55,5% más que en 2020. Para completar el top five, un clásico: Paolo Rocca, heredero de Agostino y cabeza del Grupo Techint, que opera en la producción de acero, proyectos de ingeniería, minería, petróleo y gas. Tiene un patrimonio de US$4.100 millones.
El resto del pelotón está encabezado por Eduardo Eurnekian (US$3.500 millones), fuerte en el negocio de los aeropuertos pero ahora expandiéndose a petróleo y gas con CGC, entre otros negocios. Detrás de él, completan el top ten la familia Rey Rodríguez de Pluspetrol (US$3.100 millones), nuevamente la industria farmacéutica con los Roemmers (US$2.400 millones) y otro clásico: Roberto Urquía, de Aceitera General Deheza (US$1.800 millones).
Hugo Sigman, Silvia Gold y sus hijos aparecen terceros en el podio, dueños del gigante de la industria farmacéutica Insud Pharma.
Entre otros apellidos que aparecen en esa nómina exclusivisima están los Bagó, de la industria farmacéutica; Pagani, de Grupo Arcor; Carlos Blaquier, del grupo Ledesma; Francisco de Narváez, Alfredo Coto y hasta un nombre que despierta pasiones muy diferentes a los hasta acá nombrados: Lionel Messi.
Populismo magnate
“Como patrón común se ve la teta estatal alimentando todas las actividades”, observa el investigador del Conicet experto en elites empresariales Martín Schorr tras leer el listado de los más ricos.
Schorr se refiere a los beneficios impositivos que recibieron muchas de estas empresas para desarrollarse. Es conocido el caso MercadoLibre, que gracias al Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento recibió beneficios por quita de impuesto a las Ganancias y contribuciones sociales que acumulan más de US$35 millones en los nueve meses del año según su último balance, pero llegaron a ser US$100 millones anuales desde 2021.
Es similar el caso de Hugo Sigman, hoy muy cercano al gobierno de Javier Milei y su discurso de destruir al Estado, pero que, sin embargo, recibió fondos estatales para la construcción de una planta de mABXIENCE del Grupo Insud, entre otros beneficios de los que reniega.
“Y en Vaca Muerta conviven ventajas comparativas y renta natural extraordinaria con una prebenda del Estado que sigue creciendo con regímenes como el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), por ejemplo”, finaliza Schorr.
Retrato de época
Los porcentajes de aumento de la fortuna —de entre 50% y 200% en dólares en sólo cuatro años— son exagerados para el estándar financiero habitual. Dada la metodología del ranking —se conforma en función de los valores bursátiles de las empresas de las que son dueños o tienen participación, entre otros activos que declaran los propios involucrados—, el crecimiento de la riqueza tiene que ver con un proceso de revalorización financiera. “Tuvimos en los últimos tres años de subas del Merval y, particularmente, de algunas acciones muy por encima del dólar y de la inflación, con valores que escalaron hasta 300% sólo en un año”, señala Navarro.
Guillermo Francos junto al empresario Alejandro Bulgheroni (primero a la derecha) en un encuentro en el Hotel Libertador. Jefatura de Gabinete
Martin Schorr complementa el análisis con la hipótesis de la financiarización de la economía. “En este último año, sobre todo, creció mucho la actividad financiera. Y eso se ve en los balances de las empresas, que canalizan gran parte de sus ganancias en activos financieros, y eso hace a su vez crecer su riqueza”, apunta.
A pesar de lo inexacto del número (dada la metodología de Forbes), se verifica una tendencia: “La pandemia configuró un ambiente propicio para el aumento de la riqueza y la pobreza extrema, llegando a niveles récord de desigualdad”, apunta la doctora en Economía Mercedes D'Alessandro.
La pandemia configuró un ambiente propicio para el aumento de la riqueza y la pobreza extrema, llegando a niveles récord de desigualdad
Mercedes D'Alessandro — doctora en EconomíaNuevos ricos
El ranking 2024 le dio la bienvenida a 13 nuevos milmillonarios argentinos, que brindó sobre todo el sector energético como Marcelo Mindlin, de Pampa Energía (US$900 millones, puesto 31), o Miguel Galuccio (ex-CEO de YPF y fundador de Vista). También Mauricio Filiberti, el “rey del cloro”: durante cuatro décadas fue proveedor exclusivo del cloro, primero para Obras Sanitarias y luego AySA, pero su incorporación está ligada al desembarco en Edenor, con el 17% de las acciones de un consorcio que, junto a José Luis Manzano y Daniel Vila, adquirió el 51% de la firma.
El mundo tech también aportó apellidos como Gastón Taratuta, fundador del unicornio argentino Aleph, e Ignacio de Marco, fundador de la compañía de outsourcing de software (tercerización de desarrollo de software) BairesDev. El sector de logística, prepaga y agroindustrial sigue aportando nuevos ricos.
Mauricio Filiberti, dueño mayoritario de Transclor, y su esposa Camila Pitana.
En este punto Schorr observa un cambio en los “nuevos ricos”, dada su clara orientación al mercado mundial: “Son actores del poder económico con una lógica distinta a la vieja burguesía, que vendía en el mercado interno y, por lo tanto, le importaba que los salarios fueran altos. Al estar la mayoría anclados en el mercado mundial tanto en términos económico-productivos como financieros, la lógica es que los salarios cuanto más bajos, mejor”.
“Los tecno-ricos hoy tienen más poder que Estados enteros y, en muchos casos, son expertos en la evasión fiscal y tienen una visión muy anti- Estado”, complementa D’Alessandro.
Grandes ausentes
“Si bien el ranking de Forbes tiene su metodología, no deja de ser una estimación periodística y no una auditoría financiera”, aseguran desde la revista. Agregan: “Todas las estimaciones suelen ser muy conservadoras. Y todos los empresarios fueron consultados previamente a la publicación; incluso algunos que luego no integraron la lista, ya sea por quedar fuera del corte de 50 o porque no se cuenta con información de base que permita estimar una cifra con rigurosidad”.
Con esta premisa, Forbes nombra a los “grandes ausentes” por limitaciones metodológicas, entre los que se destacan Wenceslao Casares y Sebastián Serrano (Ripio), vinculados al mundo cripto con falta de información suficiente para calcular la fortuna por la volatilidad y poca transparencia de este tipo de mercados.
Forbes explica que Claudio Belocopitt (Swiss Medical) quedó fuera debido al impacto regulatorio en la medicina prepaga, y empresarios como Nicolás Caputo, Héctor Magnetto, y Patricio Supervielle descendieron por la caída de valores bursátiles.
Nicolás Caputo (foto), Héctor Magnetto, y Patricio Supervielle descendieron por la caída de valores bursátiles. NA
Tributo a los más ricos
Si bien en la Argentina el debate sobre el tributo a los más ricos se ve lejano, no sucede lo mismo en el resto del mundo. “La última reunión del G20, bajo el liderazgo del Brasil de Lula, logró un consenso para avanzar en un impuesto a los super ricos. Este impuesto de alrededor del 2% sobre la riqueza se cobraría a nivel global y se calcula que solamente 3.000 personas cumplen los requisitos para pagarlo. Se estima que se recaudaría entre US$200.000 y U$S250.000 millones anuales”, explica D’Alessandro.
“El poder real de la elite argentina es mucho mayor que el poder estructural o la posición que ocupan en la estructura económica como grandes empleadores, con control de empresas claves y eso hace que sea mucho más difícil avanzar sobre ella”, señala Leandro Navarro, que agrega que “Las empresas dedican muchos recursos a tener gente en cargos para hacer lobby”. Y da sus frutos.
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