Entre arribos, socios y allegados, la mandataria amplió el grupo de alcaldes afines a su gestión. Además de peronistas, renovadores y vecinalistas, dos radicales se pasaron al PRO.
El 10 de diciembre de 2015, la fisonomía del mapa político bonaerense registró un significativo cambio de color en varios de los 135 distritos que lo componen. La alteración dio cuenta de sendos triunfos del frente Cambiemos. Pero la avalancha no se frenó ahí. A un año de la asunción de María Eugenia Vidal como gobernadora, la cartografía provincial vuelve a presentar mutaciones en este sentido, a pesar de no haber mediado las urnas sino el marcado juego político que puso en marcha desde el minuto cero el armado oficialista.
Con Daniel Salvador como el soldado designado para disuadir cada foco de tensión dentro de la tropa radical por la aguachenta presencia boina blanca en el gabinete (entre otras reticencias del socio PRO), el núcleo amarillo del poder político bonaerense despejó el camino para salir a la caza de nuevos socios con vistas a fortalecer la potencialidad territorial del oficialismo, la cual tendrá como primera prueba de fuego la elección legislativa del próximo año.
Como resultado de esto, en el transcurso de doce meses de gestión, el vidalismo tuvo una prolífica cosecha política: alineó no sólo a peronistas, vecinalistas y renovadores bajo el verde manzana que simboliza la gestión bonaerense, sino que también pintó de amarillo a dos intendentes que, a priori, eran contabilizados como propios dentro de la estructura del socio radical. Así dadas las cosas, entre arribos, socios y allegados, la mandataria pasó en un año de contar con 65 intendentes de Cambiemos a tener 74 bajo el ala de su gestión, lo cual representa un incremento del 13% en el caudal de alcaldes afines.
OPERATIVO SEDUCCIÓN. Con un combo de desembarcos de la gobernadora a los distritos, anuncios de obras, ofertas de cargos en el gabinete y auxilios financieros de variado tenor según cada caso, el “Operativo seducción” rindió sus primeros frutos con la llegada del otrora massista Joaquín De la Torre (San Miguel), quien dejó el sillón de la Intendencia a manos de Jaime Méndez para recalar primero en el Ministerio de Producción y, recientemente, como ministro de Gobierno provincial.
Este caso fue el puntapié inicial de futuros pases pero contó con una matriz de gestación distinta a los venideros. Las conversaciones entre el sanmiguelino y el espacio amarillo poseían una larga raíz previo al arribo de Cambiemos al poder. Ya en 2016, primero como nexo entre jefes comunales FR y el vidalismo, y luego como anfitrión de recurrentes visitas de la mandataria bonaerense, se fue decantando el fichaje de este barón del conurbano. Con él, surgieron versiones de futuras fugas de intendentes massistas, sonando fuerte el nombre de Javier Gastón (Chascomús). Sin embargo, al momento, el Frente Renovador mantuvo en un año la cantidad de comunas bonaerenses (once) ya que salió San Miguel pero se sumó General Pinto, distrito administrado por Alexis Guerrera, quien respondía a Julián Domínguez.
Posteriormente, se sumaron otros dirigentes de extracción peronista a la órbita de Cambiemos: el azuleño Hernán Bertellys y el nicoleño Ismael Passaglia, pronto sumados a los mítines de alcaldes oficialistas.
Estos arribos provocaron el resquemor de sectores del radicalismo que buscaron imponer una abstracta cláusula de consulta al momento de gestionarse futuras mudanzas de mandatarios municipales peronistas. Algo que registró su intangible cumplimiento meses después, con el desembarco de otro jefe comunal que fue electo en 2015 bajo el sello del FpV: Francisco Echarren(Castelli), quien al momento es el último en sumarse a la órbita del vidalismo.
En medio de ellos, se produjo la anexión del mandamás municipal de Coronel Pringles, Carlos Berterret, quien minutos después de fichar con el oficialismo, ponderó a Letra P la “alianza estratégica” con el Ejecutivo provincial, basada en “la buena predisposición de los equipos de la gobernadora para trabajar con nosotros, porque si se concreta todo lo que hemos diseñado al menos desde el punto de vista de infraestructura, cambiaría rotundamente Pringles”.
LA OBRA PÚBLICA COMO CARTA. En efecto, la obra pública es una de las principales herramientas de atracción utilizada por la Provincia al momento de entablar con los intendentes diálogos de gestión que maduren como acercamientos políticos. Así fue entendido por las huestes radicales en Castelli en medio del hondo resquemor por la incorporación del intendente (ex K) de ese distrito al gabinete bonaerense. “Había mucha gestiones de seducción, se le daba preponderancia a la gestión del intendente, recibió fondos muy generosos a través de negociaciones para aprobar el presupuesto”, advirtió a Letra P el ex candidato a jefe comunal por Cambiemos, Martin Céspedes.
Volviendo al vecinalismo, Marcelo Skansi (Carmen de Areco) también ponderó que, con respaldo de la esfera provincial y nacional, en su distrito se está avanzando en “asfalto, provisión de gas, luminarias y cordón cuneta”, además de “mejoras para barrios y proyectos de vivienda muy ambiciosos”.
Por lo pronto, y en materia política, Skansi al momento prefiere mostrarse como allegado al espacio gobernante: “Estamos construyendo una relación positiva”, comentó a este medio, por lo cual aseveró que “no se descarta” integrar a su espacio local en la lista de Cambiemos en 2017.
Otro que exhibe cercanía es el mandatario municipal de Exaltación de la Cruz, Carlos Sánchez, aunque en este caso la sintonía del dirigente que insiste en definirse vecinalista, se advierte con mayor fuerza en la relación con la esfera nacional y los funcionarios del Ministerio del Interior comandado por Rogelio Frigerio.
CACIQUES CERCANOS. Y si de allegados se trata, dos intendentes que se desmarcaron de la entretela de subgrupos de alcaldes peronistas para desplegar una batería de guiños a la administración vidalista son Mario Ishii (José C. Paz) y Alejandro Granados (Ezeiza).
“El peronismo no tiene una opción de superación y los municipios necesitan de los recursos de la Provincia y la Nación para concretar obras importantes”, resumió a este medio una voz del entorno para dar cuenta del alejamiento de la interna peronista de estos dos caciques del conurbano que refuerzan los lazos con los funcionarios provinciales y concretan sendos encuentros con la Gobernadora.
AVANZADA AMARILLA. Pero la sistemática tarea de absorción (que, aseguran desde la Gobernación, aún no concluyó) también abarca el frente interno. Dos intendentes que al arribar al sillón municipal se recostaban en el ala radical, por estos días reportan al PRO: Eduardo Campana (General Villegas) y Jorge Echeverri (Lobos), éste último quien asumió como autoridad del espacio amarillo en el orden bonaerense al tiempo que el Comité UCR provincial lo tenía fichado como propio.
“Soy independiente”, resaltó Echeverri a Letra P para desligarse de la UCR. Pero no dijeron lo mismo otras voces del radicalismo de la Tercera consultadas por este medio: “Se definía radical, era afiliado radical pero nunca lo vimos militando para el partido”, remarcó un alto dirigente boina blanca.
Bajo este escenario, el vidalismo cumple su primer año de gestión con una prolífica cosecha política que carcomió territorio a socios y ajenos, con una gobernadora que fue consolidando su imagen positiva en las encuestas, a pesar de estar enmarcada la Provincia en un conflictivo escenario económico y social de vuelo nacional. Capitalizar la figura de la Gobernadora fue también un aspecto usufructuado por los operadores del oficialismo para lograr las fotos de alineamiento de los intendentes que modificaron sus colores políticos.
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