Fue la única que no habló, no podía. Incluso Elisa Carrió intentó sacarla al escenario, pero fracasó en su intento. El golpe por la durísima derrota, que calificaron como una " catástrofe" electoral, fue demoledor para la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal.
Enojada, Vidal también se quedó media hora más en el búnker de Juntos por el Cambio. Ahí analizó la situación y proyectó las primeras horas de hoy con algunos de sus funcionarios como su jefe de Gabinete, Federico Salvai; el ministro de Asuntos Públicos, Federico Suárez; el secretario General bonaerense, Fabián Perechodnik, y el secretario de Medios, Mariano Mohadeb.
La gobernadora bonaerense, que convocó a sus ministros a una reunión de gabinete al mediodía, no podía creer los datos que le fue acercando durante todo el día su jefe de campaña, el ministro coordinador bonaerense, Federico Salvai. Y cerca de las 24, con el 83% de los votos escrutados, Axel Kicillof le ganaba 49 a 32, buscó consuelo en su familia, que la acompañó al complejo de Costa Salguero.
El peso de la gestión de Mauricio Macri fue determinante para las aspiraciones de la dirigente política con mejor imagen de la Argentina. Prácticamente sin posibilidad de pelear por la reelección, Vidal tendrá las dificultades similares que el Presidente para mantener la gobernabilidad en el principal distrito del país.
Mauricio Macri reconoció la derrota03:50
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Vidal comenzó el día con un desayuno con los principales candidatos de la provincia. Ahí estaban Cristian Ritondo, Waldo Wolff, María Luján Rey y Silvia Lospennato, entre otros. La particularidad fue que en la fotografía que hizo circular la provincia también estaba presente el exesposo de Vidal Ramiro Tagliaferro, el intendente de Morón.
Después fue a votar, acto que hizo sola. Un rato después, junto a Tagliaferro, acompañó a sus hijas, Camila y María José, que sufragó por primera vez. Tras descansar en su casa, en la base militar en Morón, Vidal almorzó con sus padres, Norma y José Luis, en Haedo.
Nada alcanzó. Ni siquiera jugar la "elección como si fuera un ballottage presidencial", como admitió uno de los hombres de confianza de la mandataria provincial. Sin posibilidad de una segunda vuelta, las chances de Vidal son prácticamente nulas, según admitieron sus principales allegados.
"Es imposible, irremontable", confió uno de los hombres de máxima confianza de Vidal.
Vidal creyó que su imagen podría torcer los números negativos de Mauricio Macri, sobre todo en el conurbano bonaerense. Una de las sorpresas más grandes en su equipo fue el bajo nivel de corte de boleta, de solo dos puntos, unos 200.000 votos. Con las cartas jugadas, en el vidalismo aceptan que solo "un milagro" podría evitar una derrota contra Kicillof.
El interrogante que quedará sin respuesta es qué será de su futuro político. Durante los meses previos a la elección, Vidal llegó a poner en duda su continuidad en el gobierno bonaerense ante sus íntimos, algo que rápidamente olvidó. La presión de gobernar el distrito más complejo del país la alejó de sus afectos y eso la hizo dudar. Incluso, aseguraron fuentes de la Casa Rosada, el Presidente tuvo bastante que ver con esa determinación.
Si el "milagro" no se da, la gobernadora se tomará un tiempo antes de retomar tareas. Pero lugar para trabajar no le faltará en la ciudad de Buenos Aires junto a su gran amigo y mentor, Horacio Rodríguez Larreta.
La dura caída en la provincia también afectará la siempre compleja relación que mantiene desde siempre con el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Cerca de Vidal aún se reprochan la falta de fortaleza ante el ministro coordinador cuando el gobierno bonaerense planteó la necesidad de desdoblar los comicios.
Ayer casi ni hablaron. Algunos, con malicia, hicieron circular rumores de reproches, pero esto fue desmentido por fuentes cercanas a los dos dirigentes. Pero la derrota dejará secuelas, de eso no hay dudas.
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