Vidal aísla a Arroyo y le rodean la manzana

Vidal aísla a Arroyo y le rodean la manzana

Fuertes vínculos con organismos de créditos internacionales, permitieron a la Casa Rosada, con alto endeudamiento poner en marcha un país, que se encontraba aislado en el mundo. Para Vidal fue más fácil. La gobernadora expresó en su acto de asunción “encontré una provincia quebrada”. Se arreglaba sólo con el teléfono de Prat – Gay, en su momento, de Dujovne ahora, también en línea directa con Hernán Lacunza.

 

Hernán Mourelle, no necesita anunciarse para entrar al despacho del ministro de Economía de Vidal. La gobernadora siente un especial reconocimiento político y profesional por Lacunza, a tal punto que siempre lo prefirió, aun cuando Macri confió en Alfonso Prat – Gay, para inaugurar su gestión presidencial. Para ser más claros, el siempre estimado y recordado José Reinaldo Cano y Gustavo Schroeder, debieron sudar la gota gorda. El derecho de piso de Mourelle lo deberá pagar en la misma silla eléctrica que sus antecesores.

La Secretaría de Economía y Hacienda, no es ni el EMDER ni el ENOSUR ni Cultura, es la caja, la recaudación, los gastos, la política de personal, la calidad y la cantidad de los servicios. Agotado el ciclo Schroeder ya era previsible su reemplazo, que tampoco aparece como improvisado, el giro cirugía mayor, mejores herramientas, línea directa con el poder central, son hábitos con los cuales habrá que convivir, irremediablemente.

El efecto derrame de confianza volcó nuevas expectativas, ratificadas con votos abrumadoramente el 13 de agosto. La gestión municipal del intendente de Mar del Plata, dista años luz del ideal que pretenden el presidente y la gobernadora. El gobierno municipal debe ir a firmar un descubierto a una institución crediticia del Estado. El descubierto es el crédito más caro que existe. Obligarla es casi un ensañamiento económico. La deuda actual no se contrajo en los dos últimos años, sino que  la misma se redujo alrededor de un 40 %. Este es un par y paso, permanente, traumático, innecesario y contiene, por supuesto, intencionalidades políticas.

Arroyo no puede echar mano, a subsidios jerarquizados como lo hacen Nación y Provincia. Sentados sobre la caja, la discrecionalidad y el antojo, que utilizan para domesticar y ampliar la base de poder y territorialidad, servicio que en el 2015, la vecinalista organización Agrupación Atlántica, le brindó al PRO. Ha llegado el momento de deshacerse de esta ligazón política, con los problemas propios de una múltiple familia ensamblada, un tren fantasma o un vientre alquilado. Éste es el standard.

Es evidente, que Arroyo no es Martiniano Molina ni Néstor Grindetti ni Diego Valenzuela ni Ramiro Tagliaferro. Es el hombre del impermeable azul, y tampoco Mar del Plata es Quilmes, Lanús, 3 de Febrero y Morón. Es una sucinta referencia para entender qué pasó y que pasará en Mar del Plata, luego  del 22 de octubre. Mar del Plata debe ser contenida como la ciudad de mayor importancia del interior bonaerense. Es obvio, que por lo tanto debe recibir coparticipación especial.

El talante político del intendente marplatense, nunca se alineó en la órbita de la moda color amarillo. Exagerando, General Pueyrredon generó tanto dolores de cabeza como los 134 municipios restantes. Hubo una amplificación orquestada de las desventuras, que desde sus limitaciones debió enfrentar el intendente elegido, y hasta podríamos decir, ratificado por los marplatenses, a pesar de los sombríos pronósticos que no dejaron de agitarse hasta el último 13 de agosto, lo seguirán haciéndolo hacia el 22 de octubre y a la postre del mismo.

Asimismo no sería justo, adjudicarle desatenciones políticas con respecto a Mar del Plata, tanto a Macri como a Vidal. Han estado a la altura de las circunstancias. Los entresijos del día a día, el ejercicio del poder, volvieron vulnerable a la intendencia. Una oposición irresponsable y tóxica, aliados de tonalidades grises, no ayudaron en absoluto.

Arroyo es un desprendimiento de la política convencional y tradicional, que encima fue exitoso y se convirtió en una presa. Ávido el PRO, agazapado el radicalismo, expectante la CC y herido el peronismo, se ha montado la obra que se representa sobre un escenario que se ilumina con todas las luces, y no es una comedia sino una tragedia.

Arroyo asumió con una deuda de  $ 1.000.000.000, y otros $ 300.000.000, no debidamente contabilizados o no registrados. Ese legado lo ató irreversiblemente, no supo de luna de miel y ya como intendente electo no debió esperar que un sindicato sediento lo obligara a hocicar reiteradamente. Este gobierno no arranca se escuchó hasta el hartazgo, nunca iba a arrancar sino mediaran las legislativas que estamos transcurriendo. La disputa sobre 600.000 votos, ante un cordón hostil para CAMBIEMOS, ubica a Mar del Plata como objetivo de codicia política.

Los especialistas, a punto estuvieron de qué se les extraviara el ábaco. El olfato político marcó la presa y el oficio rodeó las operaciones para sostener un andamiaje tambaleante. El sujeto en cuestión, a fuerza de ser sinceros, no emitió las mejores señales. Claro que debió desplazarse en un campo sembrado de minas activadas, esquivaba una y explotaba la que estaba al lado. Un puñado de votos, menor al 50 %, dejará virtualmente aniquilada (término triste) a la oposición, con una construcción deliberativa con todo por hacer. Y en Mar del Plata, existe la sensación de que todo está por hacer, luego de la década ganada.

Los 24 concejales de Mar del Plata, deben acompañar a la gobernadora Vidal al Congreso de la Nación y a la Corte Suprema de Justicia, para lograr con esa movida política insertarse en el paquete de recursos  que se distribuyen en el denominado fondo del conurbano bonaerense. Mar del Plata más allá de sus acreencias legítimas reúne “sine qua non” todas las condiciones que la identifican como tal.

Mar del Plata necesita el metrobus, Easy, Walmart, Farmacity, ha sido aletargada, sodomizada y alambrada por vetustos conceptos de una administración política, sufre un default de magnitud asombrosa, difícil de mensurar.

Una ciudad con puerto, con 50 kilómetros de playa, con una riqueza ictícola impresionante, con campos aptos para cultivos de toda índole,  sembrada de universidades, a sólo 400 kilómetros de la Capital Federal, no puede exhibirse en el estado ruinoso en que se encuentra, es una vergüenza que su clase política no deje de mirarse el ombligo y de una vez por todas tome el protagonismo que le ha quitado la mala política.

Esta es una etapa de reconstrucción, o se echan las bases de una organización moderna, o habrá que seguir echándole la culpa o achacando la responsabilidad a tal o cual, cuando el mundo se ha globalizado y acá sólo se ha perdido el tiempo. Por eso la desocupación y sus peores consecuencias, son los flagelos que la caracterizan. Mar del Plata es una ciudad pedigüeña, que se ha mal acostumbrado a vivir del Estado, a tal punto que hipotecó hasta su independencia.

Jorge Elías Gómez

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