En el Congreso crece la versión de que el asesor presidencial alienta una nueva embestida contra la vicepresidenta para quitarle a los secretarios administrativos y parlamentarios de la Cámara alta en la sesión preparatoria de fines de febrero
Gustavo Ybarra
Falta un mes y a pesar de la escasa actividad política, en varios despachos del Senado viven con expectativa la feroz interna entre la Casa Rosada y Victoria Villarruel. Todas las miradas apuntan a la estratégica sesión preparatoria que la Cámara alta deberá celebrar a fin de febrero, reunión en la que la vicepresidenta deberá revalidar el control de la Cámara alta con el nombramiento de dos cargos claves en la conducción del cuerpo, como son las secretarías Administrativa y Parlamentaria.
Los rumores están a la orden del día y muchos anticipan que Santiago Caputo prepara, cumpliendo órdenes de Javier y Karina MIlei, lo que algunos definen como “la humillación definitiva” de Villarruel, obligándola a resignar el control de la Cámara alta en manos de funcionarios que serían impuestos desde el kirchnerismo. Una vez concretada la jugada, se repetiría el esquema que viene registrándose con cada movimiento que hace la vicepresidenta en los últimos tiempos: el súper asesor y su armada de cuentas en redes sociales saldrían a acusarla por haber perdido el manejo del Senado.
Las secretarías en juego en la sesión preparatoria están ocupadas hoy por Maria Laura Izzo (Administrativa) y Agustín Giustinian (Parlamentaria), quienes fueron votados en sus cargos en diciembre de 2023 gracias a que Villarruel pudo plasmar un fino trabajo de seducción con los bloques dialoguistas y consiguió reunir una mayoría de 39 votos para derrotar al kirchnerismo, que se negaba a ceder el manejo del Senado.
El tiempo pasó y aquellos tiempos de gloria para la vicepresidenta han quedado lejos. Su relación con su compañero de fórmula y actual Presidente se deterioró de manera sustancial y pública, al extremo que desde el propio Gobierno aseguran que ya no tiene marcha atrás.
Santiago Caputo, en la cena de CPACCPAC
Además, aquella mayoría hoy ya no existe por distintos avatares políticos. Al menos dos de aquellos socios políticos no están en la Cámara alta. El radical Víctor Zimmerman (Chaco) está de licencia desde octubre, cuando asumió al frente del Ministerio de la Producción de su provincia. El entrerriano Edgardo Kueider fue expulsado en diciembre luego de haber sido detenido intentando ingresar a Paraguay con US$200.000 en efectivo sin declarar. Su lugar será ocupado por una dirigente ultrakirchnerista de Paraná, Stefanía Cora.
Como si fuera poco, la relación con Izzo se rompió hace ya varios meses como consecuencia de diferencias que fueron profundizándose con el correr del tiempo. Fue la primera señal del encierro de Villarruel en un entorno complaciente –llamados de manera despectiva como “los villarruelines”–; un proceso que se ha ido agudizando en los últimos meses con el pedido de renuncia de varios funcionarios de segunda línea y su reemplazo por militantes de la vicepresidenta o integrantes de la familiar militar.
Hoy, Izzo está con un pie afuera del Senado. De hecho, sólo se mantiene en el cargo para guardar las formas, a la espera de que Villarruel pueda nominar a una reemplazante en la sesión preparatoria de fines de febrero. El nombre que suena para reemplazar a Izzo es el de Iris Speroni, economista, actual directora general de Auditoría de la Cámara alta y uno de los “halcones villarruelistas” con los que se viene rodeando la vicepresidenta. Hay que ver si la Casa Rosada deja que llegue a convertirse en secretaria administrativa.
En diciembre último, las alarmas del tablero político de Villarruel se encendieron con una versión que indicaba que el kirchnerismo, en medio del furor por haber logrado la expulsión de Kueider, quería quedarse con la Secretaría Administrativa del Senado, cargo clave ya que controla la ejecución del presupuesto y los nombramientos de personal, tanto de la Cámara como de los senadores.
La versión aseguraba que la jugada contaba con el aval de la Casa Rosada. Esto provocó pánico en el círculo más cercano de la vicepresidenta, que envió emisarios a los despachos de los senadores dialoguistas más críticos del Gobierno para saber si estaban dispuestos a sumarse a una eventual ofensiva del bloque Unión por la Patria, que preside José Mayans (Formosa).
Las respuestas dejaron tranquila a la vicepresidenta. Nadie estaba dispuesto a romper el acuerdo político asumido en diciembre de 2023 y menos a sumarse a una jugada pergeñada por el kirchnerismo. El nombre que sonó para ocupar la Secretaría Administrativa fue el de la exsenadora María de los Angeles Sacnun. Extraño caso el de la santafesina, que también había sido mencionada como supuesta candidata de Cristina Kirchner para la Corte Suprema de Justicia en el marco de la negociación de los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla que el Gobierno propone para el máximo tribunal.
Sin embargo, no parece ser el kirchnerismo el principal enemigo de Villarruel por estas horas. “Nosotros estamos dispuestos a avalar a quien la vicepresidenta decida. Pero el tema es saber qué hará Santiago Caputo”, le dijo a este diario un senador de la oposición dialoguista que viene siguiendo con atención los últimos episodios de la dura interna que la vicepresidenta mantiene con la Casa Rosada.
El temor al fuego amigo libertario está más que justificado. La semana pasada, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, trasladó sus conversaciones con los bloques políticos por el temario de las sesiones extraordinarias al Senado, reservándole un lugar en la mesa a Villarruel, que ofició de anfitriona del encuentro.
Lo que pareció un gesto de distensión duró poco. El mismo día, Caputo se encargó de enviar en algunos medios de comunicación un mensaje lapidario: la foto de Villarruel con Francos no cambiaba nada, las relaciones con la vicepresidenta están rotas de manera definitiva, fue el mensaje que se preocupó por enviar el asesor presidencial.
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