En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana aseguró que el país se encamina a vivir un “martes negro” con el tratamiento de la ley ómnibus.
El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, aseguró en su editorial por AM750 que el país se encamina a un “martes negro” con el tratamiento de la ley ómnibus. Cuestionó las políticas de ajuste y flexibilización laboral y aseguró que la están “sacando barata” quienes todavía no son “víctimas de esta salvajada”.
El editorial de Víctor Hugo Morales
La ley es increíble. Es un acto de inmensa corrupción. Es un robo al pueblo. Es decir, un 20 por ciento que le roba a un 70 por ciento del pueblo. Y una buena parte son cómplices. Por lo menos lo fueron cuando votaron todo esto.
Pero se les va la mano en hipocresía y crueldad. Milei va a Israel como prueba de su sentimiento judío. Netanyahu no le preguntará por la simpatía de Milei por Elon Musk, un antisemita que tuvo que ir a Auschwitz para no perder clientes judíos. Sería como si un argentino le preguntara por su amor a Tatcher. Pero el tema no es ese, sino lo que Milei deja aquí. Este es un martes negro: lo es, desde ya, por estar discutiendo esa ley.
Y se les va la mano a los que están detrás de Milei. La AEA anunció su apoyo al capítulo inversiones. Y se sabe lo que piensan de las privatizaciones. Y uno tiene ganas de decirles, en el estilo Pichetto, "se les va la mano, muchachos. No sean estúpidos. No aplaudan".
Anoche charlé con un mozo que me atiende en un bar hace unos meses. Todos los días, menos martes, trabaja de 14 a 22. Deduzco que gana 180 mil pesos. Me contó que la pieza de una pensión con baño compartido le cuesta entre 120 y 140 mil pesos.
Y ese muchacho, que trabaja mínimamente ocho horas por día, que no puede depender de la propina porque nunca va a calcular de cuánto se trata, dos veces a la semana duerme en la plaza de Barrancas de Belgrano. A veces tres.
Cuando puede, paga la pieza. Se da un gusto. En la barranca eran cinco o seis, cuando llego la primera vez. Fue cuando ganaba 96 mil pesos por mes y el alquiler se le fue de 40 a 90.
No pudo y ahora es pensión o plaza. Y en la barranca, ahora son como sesenta. Un muchacho educado, instruido, con formación política, futbolero, hincha pincharrata, cinéfilo. A los 42 años, ha probado Miami y Barcelona y otros lugares.
"¿Y sabe una cosa?", me dice, "a este país no lo cambio por nada". Y los ojos despiden un brillo especial. "Mi pelea", me dice, "no es con la gente que atiendo acá, acá hay de todo, pero los que no me gustan son los Rocca"... y a partir de eso enumera apellidos.
Él habla de los buenos argentinos, según Milei. Los nombra a todos. Desfilan en la voz de Marcos, llamémoslo así. Y Marcos, que no es Marcos, me dice "yo por lo menos soy solo. Pero, ¿sabe la que pasan mis viejos?".
Ahí no hay plaza de Barrancas que valga. El sesenta por ciento debemos ser informales, calcula. Laburo hoy, dice. Señala la esquina, la mitad de cuadra y ahí a la vuelta todos los boliches dicen que piden empleados. Pero, ¿qué empleo es ese?
Me fui a casa y me levanté pensando en todos los Marcos que hay. Y creo que la estamos sacando barata los que aún no somos víctimas de esta salvajada. No nos merecemos que ese hombre se levante en la Plaza y vaya y trabaje con profesionalismo y simpatía, como si el mundo fuera un lugar pacífico y estable.
Lo empujamos a otro destino. De cinco a 60. Y los que hoy empiezan a pintar de negro el martes que puede ser fatídico, son cada día más responsables. Hay una flagrante criminalidad en esas conductas de los que, en el Congreso, votarán las facultades delegadas y los otros estropicios de la AEA, de la Sociedad Rural, de la UIA, de las cerealeras.
Y, como con Menem, alguien dirá "Milei lo hizo". No nos confundamos, ellos lo hacen.
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