Actualmente en Dolores existen alrededor de ocho basurales a cielo abierto que afectan diariamente la vida de miles de dolorenses.
El tema de la basura en la ciudad de Dolores, es algo histórico.
No de los últimos años. Sólo cabe recordar la multitudinaria marcha del 9 de febrero del 2005, en contra de la instalación de rellenos sanitarios en el distrito promovida por la gestión de Alfredo César Meckievi debido al inevitable colapso del CEAMSE, que resignaba a Dolores a ser el futuro basural de la Provincia de Buenos Aires.
El pueblo unido se manifestó fervientemente -en aquel entonces- mostrando de manera desafiante su disconformidad con respecto a cualquier avance en este sentido, pidiendo inclusive la renuncia de funcionarios. Finalmente el proyecto no prosperó, pero el fenómeno fue creciendo desde las propias entrañas de una ciudadanía ávida por consumir, al haber mejorías en su poder adquisitivo.
A pesar de la conciencia ambiental demostrada en aquel entonces, hoy día con el aumento estrepitoso del consumo y la falta de políticas contingentes de parte de la gestión de Camilo Etchevarren, hemos ganado el triste record de poseer ocho basurales a cielo abierto; y no conformes con ello, según un informe del CONICET que estudia la “salud ambiental” de 500 ciudades del país, Dolores se encuentra en el puesto 400.
Más allá de los números sabemos que la solución se encuentra por medio de la política, siendo conscientes de que este problema, más que político, es social. Por ello, desde el Frente para la Victoria hemos trabajado de manera incansable, presentando propuestas como el programa “Dolores Ambiental”; el pedido de tratamiento en comisión de una ordenanza de basura cero. Tanto una como la otra, tratan de manera integral el problema; ya que proponen la realización de un informe con respecto al estado actual de la basura en Dolores (no existen registro alguno al respecto) y en base a él la disposición de metas para la reducción paulatina de basura; exigiendo también la separación de residuos en origen y el posterior reciclado de los mismos, con la debida concientización de la población, mediante campañas informativas.
La reactivación de la planta de tratamiento ubicada a la vera del canal 9 (nuestra principal fuente de agua potable), también ha sido parte de nuestras preocupaciones. Un lugar “modelo” que con el paso de los años y la desidia planificada desde el poder, hoy nos deja la triste estampa de una planta de reciclado convertida en un simple basurero a cielo abierto, a metros del igualmente abandonado Parque Industria y dos escuelas públicas. A pesar de los proyectos presentados que buscaban la explicación para una realidad sin respuestas por parte de la gestión actual.
La postal de los niños realizando actividades recreativas con desperdicios generados por un sistema desbordado debido al aumento en la capacidad de consumo, son prueba fiel de que la ciudad está hecha un basural. Sólo basta con recorrer el paseo Carlos Gardel que se extiende por la otrora ruta 2, dejada a un costado por el progreso. Allí las bolsas de nylon y los animales faenados tirados por los cazadores, son la moneda corriente, al igual que los roedores que hicieron de ese bello lugar, su hogar.
Sin embargo, por más de que enumeremos mil y un variables, el grueso de la población que aún no se ve expuesta de manera directa al problema, sigue adormecida por la rutina obstaculizando cualquier proceso de concientización colectiva con respecto a la temática. Es evidente, que sin la participación activa de sociedad, se dificulta el hallar una solución efectiva; pero en definitiva la basura fue, es y será un tema de debate para la población y una política de estado a ser atendida para garantizar un desarrollo de ciudad sostenible en el tiempo. Algún día esto, será prioridad para la política del intendente municipal. Que lo hagamos a tiempo, dependerá y mucho de cómo nos paremos ante dicha problemática. La cuestión será dejar de preocuparse y comenzar a resolver.
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