Ramas como la siderurgia, la petroquímica y la automotriz podrán aumentar enormemente sus exportaciones producto del abaratamiento de los costos de la energía local.
Por: Javier Slucki.
Los beneficios que ofrece el boom energético van más allá de las nuevas divisas que llegarán al país por el crecimiento exponencial de las exportaciones de petróleo, gas y minería. Además, habrá un impacto secundario en la industria gracias a la baja de los costos de la energía para el abastecimiento local, que beneficiará a sectores como la siderurgia, la petroquímica, las automotrices, el transporte e incluso el agro.
Los efectos directos de Vaca Muerta en la industria son claros. Solo el complejo de petróleo y gas generaría más de 1.000 empresas nuevas y unos 170.000 nuevos puestos de trabajo (entre directos e indirectos) durante esta década, con exportaciones que se multiplicarán por siete y superarán los 35.000 millones de dólares, según estimaciones oficiales volcadas en el programa Argentina Productiva 2030.
Pero ello es solo la punta del iceberg. Por fuera de la cadena de valor energética y sus proveedores, es esperable que varias otras ramas de la industria se vean beneficiadas gracias al abaratamiento del costo local del combustible y del gas, este último también utilizado para generar electricidad. En el caso del gas hay más precisiones: según pudo saber El Destape, Gobierno prevé que con Vaca Muerta y el Gasoducto Néstor Kirchner a tope su costo baje un tercio respecto al precio local actual, y un 80% en relación al precio actual de importación, .
“Los sectores energía-intensivos van a ser los más beneficiados, especialmente la petroquímica y la siderurgia”, señaló un economista que estuvo en el armado del plan Argentina Productiva 2030. Se trata de dos sectores clave, ya que al ser fabricantes de insumos difundidos pueden impactar positivamente en los costos de muchas otras cadenas.
En ese sentido, el economista explicó que en la siderurgia habrá una disponibilidad mucho más previsible de gas que permitirá mantener activos hornos hoy apagados, lo que debería abaratar los costos. La previsión oficial es que el sector pueda aumentar un 24% sus exportaciones para 2030.
Todavía mayor será el impacto en la petroquímica, que podrá crecer gracias al suministro de gas barato. El Gobierno estima que su producción aumentaría en 2,6 millones de toneladas y sus exportaciones en un 163% para 2030, mientras que sus puestos de trabajo generados crecerían en un 17%.
Más allá de estos dos sectores cruciales, los beneficios también llegarían directamente a otras ramas industriales energía-intensivas, incluso no pesadas. “Textil, automotriz, minería, transporte, e incluso el agro si baja el costo del gasoil. Energía tenés en todos lados”, señala a El Destape Sergio Echebarrena, experto en energía de CGERA y CAPIPE.
A ello se le puede sumar sectores catalogados oficialmente como pasibles de recibir subsidios energéticos por ser electrointensivos. Por ejemplo, la industria maderera, que triplicaría sus exportaciones hasta los 2.100 millones de dólares en 2030, según la estimación oficial. También puede citarse el caso del aluminio, otro sector electrointensivo que aumentaría sus exportaciones en un 82% para ese mismo año.
Hay otro efecto indirecto del boom energético, que es el derivado del mayor equilibrio comercial. “Exportar 30.000 millones de dólares más de energía es fenomenal, porque permite que la economía crezca más y se generen empleos en otros sectores, que van a tener divisas para importar. El impacto más relevante es a efectos de la balanza de pagos”, explicó al respecto Daniel Schteingart, coordinador del plan Argentina Productiva 2030, en diálogo con este portal.
De todos modos, Echebarrena advierte que para que todo ello suceda es necesario que, al contrario de lo que suele ocurrir en el agro, efectivamente los costos locales de la energía sean menores que los de exportación. “Lo que se exporte a precio internacional debe contemplar un retorno de inversiones, así como un fondo anticíclico y el fomento de nuevos desarrollos industriales”, reclamó.
El sector minero también es otro sector energía-intensivo que ofrece una perspectiva sumamente optimista. El plan oficial prevé pasar de exportar 3.243 millones de dólares en 2021 a 19.174 millones en 2030 (un 491% más), de los cuales 8.730 millones corresponderían al litio y 9.839 millones a otros metales, fundamentalmente cobre. Ello conducirá a un crecimiento del empleo del sector en un 80%, que pasaría de 33.000 a 60.000 puestos en el mismo período.
Aunque el boom del litio indicaría teóricamente un gran crecimiento local de la producción de baterías y autos eléctricos, en verdad el panorama es más complejo y los expertos remarcan que es poco probable que Argentina pueda desarrollar baterías de litio para exportar. "La razón es que los vehículos eléctricos tienen poca demanda local, por lo que no se justifica la inversión en una fábrica de baterías en el país por parte de una multinacional como Tesla", señaló Nadav Rajzman, exdirector nacional de Minería durante la gestión de Matías Kulfas.
Rajzman explicó que lo que sucede es que el litio compone solo el 3% del total de la batería, y por ello su sola presencia no justifica el costo de traer los demás materiales. El otro problema es que se trata de un mineral muy reactivo, de transporte peligroso, por lo que lo usual es que las fábricas de baterías se instalen cerca de las de autos.
Aun así, desde ADEFA estimaron que un primer paso sería producir en el país vehículos híbridos, entendiendo que “el cambio global (hacia una movilidad eléctrica) es inexorable”. “Por ello trabajamos en generar las condiciones para que la Argentina sea atractiva”, apuntó a El Destape su director ejecutivo, Fernando Rodríguez Canedo, quien pidió además avanzar en una ley nacional de movilidad sustentable.
En cambio, la industria automotriz tradicional, también intensiva en energía, sí se verá directamente beneficiada por la reducción del costo del gas y fundamentalmente de la electricidad. Juan Cantarella, gerente general de AFAC, afirmó a este portal que “la reducción en los costos energéticos sería positiva para compensar al menos parcialmente los serios problemas de competitividad que tiene el producir (autopartes) en nuestro país. La presión impositiva, esquemas laborales antiguos y la infraestructura están lejos de los niveles de los países con los cuales compite la industria automotriz argentina, con lo cual sería una muy buena noticia”.
En este escenario, la proyección oficial es que las automotrices pasen de exportar 6.886 millones de dólares en 2021 a 15.106 millones en 2030, un incremento del 119%. De todos modos, el impacto en empleo no sería proporcional, ya que, advierte Cantarella, los puestos formales en el sector son bastante inelásticos. “Crecería pero con tasas de variación menores. Incluso puede haber otros factores que hagan caer el empleo, con lo cual podría no haber mejora sustancial sino, en todo caso, una caída menor”, cierra.
Comentá la nota