El gobernador sigue siendo el asesor económico de Cristina Kirchner. En Gobierno critican al Instituto Patria por desautorizar a Alberto Fernández por la renuncia de Basualdo.
“Hay tarifas que están congeladas hace años y años, entonces a la gente no es que le están subiendo todos los precios que tiene que pagar, que ése es el caso de la inflación. Un esquema tarifario subsidiado lo que da es mayor poder adquisitivo al salario”. Corría noviembre de 2013, y quien defendía su gestión era Axel Kicillof, por ese entonces ministro de Economía de Cristina Kirchner.
No por haber asumido la gobernación bonaerense Kicillof dejó de ser el principal asesor de Cristina, ahora en la vicepresidencia, en materia económica. Los trascendidos sostienen que Kicillof cumple con una rutina impostergable: todos los días monitorea los números de la economía nacional, un ritual que cumplía todas las noches Néstor Kirchner.
Detrás de la pelea por la renuncia del subsecretario de Energía, Federico Basualdo, subyace un debate entre Martín Guzmán y Kicillof y, desde el Instituto Patria, la línea baja hacia el titular del Enargas, Federico Bernal y al todavía subsecretario de Energía, Basualdo.
Cristina y Kicillof están convencidos que el único camino para ganar las elecciones legislativas es evitar aumentos importantes de tarifas para que el escenario inflacionario no sea aún peor. Un escenario similar implementaron en los últimos años del gobierno de Cristina, pero no pudieron evitar la derrota electoral del 2015 ante Mauricio Macri. No obstante, en las usinas cristinistas creen que ese traspié tuvo más que ver con la elección de los candidatos -Aníbal Fernández a gobernador, y Carlos Zannini a vicepresidente de Daniel Sicoli- que al tema económico.
En su libro “Los tres kirchnerismos”, Matías Kulfas, actual ministro de Desarrollo Productivo, manifestaba que en la década kirchnerista el déficit fiscal se produjo, entre otros factores, por el “significativo costo del mantenimiento del subsidio a los servicios públicos que impactó tanto en la balanza comercial”. Esa divergencia le costó a Kulfas, ex funcionario de Felisa Miceli, el rechazo del cristinismo.
Del otro lado de Kicillof, Martín Guzmán cree que es falsa la dicotomía de aumento de tarifas vs triunfo electoral. El ministro de Economía también quiere ganar las elecciones legislativas y mantiene la idea de un Estado generador. Pero no convalida que el gasto apunte a subsidios improductivos y, sobre todo, que no están segmentados de manera tal que podría volver a ocurrir lo que pasaba en 2015: alguien con un piso sobre la avenida Libertador, a metros de los bosques de Palermo, pagaba menos que el dueño de una modesta vivienda en el interior del país.
El ministro de Economía, Martín Guzmán. Foto: Juan Mabromata / AFP)
Guzmán cree que en vez de malgastarlos en los subsidios, el gasto o la emisión debe estar destinada a la obra pública, porque es un rápido generador de empleo que abarca desde changas hasta puestos formales, y comprende en la cadena a muchos sectores y pymes de la producción.
Pero el planteo de Guzmán no llega a hacer una diferencia porque no hay manera de que sea tomado como posibilidad por Cristina Kirchner. El ministro de Economía ha mantenido varias charlas con la vicepresidenta; y con Kicillof, pero más que nada como un gobernador más. “El ministro de Economía es Guzmán”, remarcan en la Casa Rosada. Al tener ascendencia sobre Cristina, ¿Kicillof se convierte en un ministro de Economía en las sombras?
En el ámbito del Palacio de Hacienda desmienten que Guzmán le haya planteado al Presidente que si Basualdo se quedaba, el que se iba era él. No sólo no piensa en irse, salvo que lo echen, si no que va a dar la pelea desde adentro. Y además, tiene total respaldo de Alberto.
Incluso, en el Gobierno sostienen que Guzmán va a seguir avanzando en la segmentación de los aumentos “para que los subsidios no beneficien a quienes sí pueden pagarlo” y así intentar “darle un sistema de subsidios y tarifas razonables a la economía”. Algo que debió haber hecho el cuestionado subsecretario de Energía. Aunque en el Patria aseguran que sí lo hizo pero que Economía no quiso firmarlo.
Como argumento a favor de la postura del funcionario, surge que los gobernadores del interior del país llevan en promedio aumentadas las tarifas en el orden del 20%. Toda la polémica surge por el precio de los servicios en el Aréa Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
“Por mas que operen desde el Instituto Patria, Alberto banca a Guzmán. Además no es una cuestión ideológica, Basualdo es de los funcionarios que no funcionan, al decir de ellos”, aseguran en el oficialismo.
En Balcarce 50 pretenden dar por clausurada la polémica pero son tajantes. “Damos por terminada la novela aunque el Instituto Patria no se canse de operar. Presidente hay uno solo y van a tener que bancárselo”, indica una fuente del Gobierno. Son los mismos que aseguran que cuando se calme la polémica, “Basualdo se va”.
Algunos miembros del gabinete dejaron trascender mucho malestar por la desmentida que surgió desde La Cámpora cuando Guzmán ya había acordado con Alberto Fernández y con el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el alejamiento del subsecretario de Energía.
“Ellos piden de todo pero perdieron las elecciones y cuando fueron gobierno lo volcaron. Que se dejen de joder que solos no llegan ni a la esquina. Nos necesitan y necesitamos el espacio entre todos. Esto se dobla pero no se rompe diría un Alfonsinista”, lanzó, enojado, un histórico legislador peronista.
Sin embargo, hay funcionarios que le adjudican al Ministerio de Economía parte de responsabilidad en el escándalo sobre las idas y vueltas en torno al futuro de un funcionario de tercera linea como Basualdo. Hablan de “mala praxis” al filtrar la información a los medios antes que suceda y por no haberlo llamado a Basualdo y contenido para darle la noticia. Eso habría provocado el enojo de Alberto Fernández porque, dicen, él “no echa a sus funcionarios a través de los medios”.
“El modo en que lo hicieron para comunicarlo solo demoró más el tema y ahora los ponen a Alberto y a Cristina tensionado por un funcionario de tercera línea”, reflexiona un ministro. El problema es que, siendo Fernández el Presidente, se pone en riesgo su credibilidad si parte de la alianza Frente de Todos no acata y cuestiona sus decisiones.
Días atrás, un ex ministro de Economía aseguraba que “falta un ministro de Economía con poder; pero si Guzmán no puede manejar a un subsecretario de Energía que depende de él, se tiene que ir”.
El punto es que Guzmán no piensa renunciar pese a que, como describía un dirigente del Instituto Patria, “es una pelea entre una hormiga y un elefante”, para describir al ministro y a la vicepresidenta.
En modo zen, Guzmán está dispuesto a dar pelea desde adentro. Y tiene todo el respaldo de Alberto Fernández. El mandatario sabe que si el ministro de Economía decidiera irse, con él se iría la gestión albertista, que tiene el sello del Presidente más allá de las sucesivas injerencias de la ex mandataria. Cristina Kirchner también debe saberlo, pero después de eso, es consciente que ya no hay retorno. Ni para el Gobierno ni para el humor de la sociedad.
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