Los operadores de mercados avalan la nueva ley de capitales. En su primer mes, Kicillof subió 40 centavos el dólar y permitió que las tasas superen 20%
Pese al calor que amenazaba freírla, ayer en la City se festejó la vuelta del “dólar Bolsa” como un gol de Messi a Brasil. Levantada la veda que había impuesto sobre sus operaciones Guillermo Moreno en junio, su precio flotó a la par del “dólar turista” –oficial más 35%– con el aliciente de que cualquiera puede hacerse allí de los preciados verdes sin autorización alguna, con sólo tener los pesos en blanco. Tal como se adelantó en esta columna cuatro semanas atrás, fue otro mojón en la hoja de ruta del nuevo equipo económico para aflojar gradualmente el cepo cambiario. El primero había beneficiado a los viajeros al exterior, que desde hace 15 días pagan el 35% pero dejaron de ver rechazadas sus solicitudes de compra de moneda extranjera en la web de la AFIP.
Pragmáticos a toda prueba, los grandes players del mercado evalúan más redituable el diálogo amistoso con Economía y la CNV que la confrontación que propone el exjefe del recinto, Adelmo Gabbi, contra la resistida nueva Ley del Mercado de Capitales. “Si el Merval pretende ir a la Justicia contra esa ley, la mitad del directorio renuncia”, advirtió a BAE Negocios Ernesto Allaria, socio de la financiera Allaria&Ledesma y una de las palomas que se imponen a los halcones en la mesa directiva del Merval. Fue en el brindis por fin de año de la Bolsa, donde su presidente, Horacio Fargosi, coincidió en que “se podrá apoyar o cuestionar, pero la ley está vigente”.
No es que el equipo del Soviético infunda confianza ciega en los hombres de la Bolsa. Ocurre que la nueva ley bursátil y sus exigencias son molestias menores frente al negocio por el que muchos de ellos ya se frotan las manos: la vuelta del Gobierno a los mercados voluntarios de deuda. En las veinte manzanas de la City están convencidos de que los 500 millones de dólares que salió a buscar YPF en el exterior fueron sólo una prueba piloto para una nueva emisión de bonos del Tesoro en 2014. Discretamente, desde el Palacio de Hacienda alimentan esas esperanzas; se ufanan de que hay muchos inversores dispuestos a traer dólares al país y que lo único que esperan es un canal más adecuado y un precio mejor.
Jorge Brito volvió esta semana de una larga licencia de dos meses como presidente de ADEBA, que había decidido tomarse cuando Moreno lo citó a su despacho por carta documento. El dueño del Macro, que creció como ningún otro banquero en la era K pero que saltó a los brazos de Sergio Massa con la misma decisión con la que antes había abandonado a Carlos Menem, se siente más que satisfecho: sus dos enemigos en el Gobierno –Moreno y Mercedes Marcó del Pont– fueron justo los extirpados sin anestesia del equipo económico.
Con Juan Carlos Fábrega, los banqueros se sienten mucho más cómodos. Lo confirmó el miércoles en otro cóctel findeañero Patricio Supervielle, dueño del banco homónimo, quien todavía le agradece al nuevo presidente del Central el haber evitado que el Gobierno fijara un tope a las tasas de interés a mediados de este año. Fábrega también se ganó el respeto de los nuevos inquilinos del quinto piso de Economía. Y por una palabra en el decreto que reglamentó su aval parlamentario (“cumplir un mandato” en vez de “completar un mandato”), esta semana fue confirmado en su puesto hasta diciembre de 2019. Ni más ni menos que por todo el próximo gobierno.
Cuidar más que mirar
A la dupla que sepultó la credibilidad del Indec, Ana Edwin y Norberto Itzcovich, ya nadie le atiende el teléfono fuera del feudo de Diagonal Sur y Alsina. Su última interlocutora en Economía, Beatriz Paglieri, duró sólo una semana sin la protección de Moreno y terminó por abandonar la Subsecretaría de Comercio Exterior para refugiarse en las segundas líneas de la Aduana. Pero eso no nubló los festejos: el viernes pasado, mientras los empleados afiliados a ATE insistían en denunciar con un abrazo simbólico la manipulación de las estadísticas, los de UPCN y los incorporados por el tándem Moreno–Paglieri–Edwin–Itzcovich se entregaron a un banquete tan bien regado que terminó entre ascensores vomitados y escenas de amor libre que habrían escandalizado al exjefe de Comercio Interior, devoto creyente y fan del canto gregoriano.
Aun caída en desgracia, Edwin no repara en gastos. Como una cara reliquia, el piso nuevo que inauguró para el IPC Nacional en el anexo del INDEC permanece desierto. Son oficinas modernas y vidriadas en Carlos Calvo 190, todavía inhóspitas aunque el ente anunció que el nuevo termómetro exigido por el FMI debutará el 13 de febrero. ¿Será la misma Edwin quien lo presente en sociedad? ¿Abrirá Kicillof el prometido diálogo con los técnicos de ATE que protestan hace siete años por el dibujo de las cifras? En Economía guardan silencio frente a esas interrogantes.
Quienes ganaron repentinamente en locuacidad son los ganadores de la era Moreno. Como no lo había hecho nunca antes, el tambero y jefe de la CGE Íder Peretti advirtió el miércoles sobre el recalentamiento de precios que acompañó al de las redes eléctricas durante el último mes. “Es cierto que, en los primeros días de diciembre, la inflación pudo haberse ido un poco por razones estacionales”, soltó en un mítin de empresarios “nacionales” en el hotel Castelar. Pocas veces había salido de sus labios en público la palabra tabú del kirchnerismo post–2007.
El nuevo jefe de Comercio Interior, Augusto Costa, apuesta a una nueva herramienta para combatir esa inflación que anualizada ya se acerca más al 25% que al 20% de mitad de año: los nuevos controladores fiscales de la AFIP, que en tres meses aspiran a tener instalados en todas las cajas de los súper e hipermercados. Los aparatos permitirán ver en tiempo real si se cumplen los precios acordados. Una suerte de Mirar Para Cuidar 2.0, que evitará tentaciones como la de los tres gerentes supermercadistas que fracasaron en sus intentos de sobornar a militantes K para que no los delataran. Si hay intentos de coima, al menos, serán más generosos: los que saltaron hasta ahora sólo ofrecieron un empleo de repositor en un caso y $500 en otro. El tercero se negó antes de escuchar la oferta.
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