Camilo Alberto Kahale, presidente de la entidad, manifestó la indignación de las pymes comerciales ante la falta de control sobre la actividad de los vendedores ilegales, que perjudican al comercio y acrecientan los riesgos para la salud de la población.
“Es lamentable ver que cuando el comercio formalmente establecido empezaba a retomar cierto nivel de actividad en una fecha especial como la Navidad, las mafias organizadas que controlan la venta ilegal operan sin problemas y fomentan el descontrol. Las autoridades son responsables y deben responder ante las consecuencias comerciales y sanitarias”, señaló Camilo Alberto Kahale, presidente de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires.
“Estamos indignados. A pesar del contexto de pandemia, la venta informal que afecta tanto al comercio local como a la comunidad, se expandió peligrosamente y profundizó sus efectos perjudiciales”, agregó.
Habitualmente, diciembre es un mes de expectativas para el comercio minorista pyme. Las ventas de Navidad representan algo de oxígeno para un sector que trata de sobrevivir a los gastos fijos, la presión tributaria y otras problemáticas que se agravaron en el contexto de la pandemia.
Acerca del esfuerzo que hicieron los comerciantes para mantenerse en pie durante este año, señaló: “Cuando se decretó el aislamiento, los comercios cerraron sus puertas para preservar la salud de sus trabajadores y sus clientes. Estuvieron meses sin registrar ingresos porque no podían vender o lo hacían a niveles muy bajos. Y mientras tanto, seguían pagando impuestos y sueldos para que las familias que dependen de ellos no quedaran en la calle”, explicó.
En estos días previos a la Navidad, en los que muchas personas eligen comprar sus regalos, salieron a la luz situaciones que demuestran invasión de manteros, aglomeración de gente en las veredas, batallas entre comerciantes y manteros, peleas entre compradores, corridas entre manteros, y multitudes descontroladas a lugares como La Salada, en Lomas de Zamora.
Pero esto se replica en distintas partes de la Provincia de Buenos Aires, al igual que en otras ciudades del país. Además de la informalidad, la mercadería falsificada y el contrabando, se agrega el peligro que representa la falta de medidas sanitarias en plena pandemia.
Durante el período de estricto aislamiento, el comercio de cada localidad absorbió los costos de protocolos y la preservación de empleados en situación de vulnerabilidad ante el COVID-19 que, desde hace 9 meses, no asisten a sus trabajos. “La venta ilegal representa todo lo contrario. No sólo pone en peligro la vida de las personas porque no cumple con las medidas sanitarias, sino que además cada mantero equivale a empleos formales que se pierden en los comercios”, asegura Kahale.
Venta ilegal sin control
Un informe a nivel nacional de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) demuestra que en el 84% de las localidades relevadas no se están aplicando controles a la venta informal, o son insuficientes. Esto se da principalmente en las ciudades más grandes y en aquellas con altos indicadores de pobreza y desempleo.
La situación en el AMBA
Conurbano bonaerense: desde la semana pasada, pero especialmente desde el sábado, La Salada desbordó de gente, con centenas de personas amontonadas y repleta de vendedores dentro y fuera, aunque la feria sólo estaba habilitada a funcionar al 50%.
Además, en localidades como San Justo, La Matanza, Morón, San Martín o Lanús, entre tantas otras, proliferaron manteros fijos en todas las calles del centro y periferia. Mientras tanto, los comercios venden muy poco y los manteros atienden numerosos compradores.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: zonas como la Av. Avellaneda en Flores, y los barrios de Once, Lugano y Retiro, explotaron de vendedores informales y compradores de todo tipo, en vísperas de las fiestas. Los manteros bloquean entradas a los locales, generando batallas contra las comerciantes con golpes, palas, machetes, fierros y sillas, sin intervención de las autoridades. Las zonas quedaron liberadas a la informalidad.
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