Ordenó una retirada de diplomáticos K en forma anticipada. Varios de los afectados piensan que fue un desquite.
El Gobierno ya no sólo está apurando un recambio de embajadores a los apurones como premio a los profesionales que militaron en su proyecto político. De hecho, no necesita que el Congreso se los confirme. Ahora también emprendió una masiva en insólita retirada de sus embajadores políticos, sin necesidad ni urgencia, en sedes tan centrales que quedarán descuidadas hasta que el próximo gobierno no cubra las vacantes. Tal el caso de Madrid, Vaticano, Washington, OEA, México, Uruguay, Chile, Cuba y Venezuela, entre muchas otras de los 25 puestos de embajadores políticos que el Gobierno pudo ocupar para su gente en el marco de la ley del servicio exterior.
Aunque las resoluciones llevan la firma de la presidente Cristina Kirchner, dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores, le atribuyen el apuro al canciller Héctor Timerman. Lo ven como una cuestión casi personal y de enojo por haber quedado fuera de las listas del Frente para la Victoria, donde por ejemplo, Jorge Taiana fue primer candidato al Parlasur. Un lugar que podría haber sido para él y no lo fue. Para varios de los políticos consultados es "una venganza".
Es la primera vez que en la historia ocurre una situación similar a esta de vaciar las embajadas políticas con tanto apuro, confesaron diplomáticos de carrera, los que son nombrados en otro tipo de proceso y que hasta rivalizan con estos nombramientos políticos. Pero es que hasta los "diplos" del cuerpo profesional de la Nación están sorprendidos por la decisión de Timerman. Ocurre que, como la misma ley dice que los embajadores políticos cesan su misión el 10 de diciembre con la entrada del nuevo gobierno, hay procesos y tiempos que se van cumpliendo. Por lo general, aunque es un hecho de que deben volver, deberían esperar un nuevo nombramiento, para no dejar sin conducción la sede. Hay situaciones tan insólitas esta vez como en Italia. Supo Clarín de fuentes diplomáticas a cargo de los procesos administrativos, que Eduardo Valdés debe volver ya a Buenos Aires de su puesto en el Vaticano, aunque llegan fechas claves para los católicos como Navidad y Año Nuevo. Torcuato Di Tella, el embajador en Roma está sumamente enfermo a sus casi 85 años y la sede "la maneja de hecho su esposa Tamara." Volverán pronto y no hay nombramientos. Lo mismo ocurrirá en Washington, donde está Cecilia Nahón a cargo del juicio con los fondos buitre.
Pero lo más grave aún, es que Timerman no contempló una eventual victoria de Daniel Scioli quien, según supo Clarín, pediría la continuidad de varios de los embajadores políticos de Cristina.
Cada traslado de un nuevo diplomático cuesta 45.000 dólares. Sacarlo y reponerlo sería el doble.
Por si ello fuera poco, de ganar Mauricio Macri la presidencia, tampoco haría un recambio repentino de todos.
No ocurrió ni en el pase de Raúl Alfonsín a Carlos Menem (quien puso cupo político de 25 embajadores políticos por un decreto que se sumó a la ley del servicio exterior), ni con Menem a Fernando de la Rúa, ni en el pase de Eduardo Duhalde a Néstor Kirchner y menos del fallecido ex presidente a su esposa Cristina Kirchner y gobernó por dos períodos. Por ejemplo, Duhalde le dejó a Kirchner a Hernán Patiño Mayer como embajador en Uruguay. También se quedó en ese traspaso, Rodolfo Gil en la OEA; y Remes Lenicov, en la Unión Europea. Por otra parte, Carlos Bettini llegó a la jefatura de la embajada en Madrid en 2004, con Kirchner. Y Ginés Gonzalez, en 2007 con el primer gobierno de Cristina
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