En tres casas cuentan con cestos para botellas, plástico y papel para reciclar y mantener limpio el complejo.
Desde hace un mes, los vecinos y vecinas del barrio Jacinto Parda tienen una misión que planean sostener en el tiempo: cuidar el medio ambiente. Y una de las herramientas que eligieron para llevarlo a cabo fue crear una brigada ecológica. Es decir, formaron un grupo para realizar diferentes actividades que cumplan con este propósito. Entre esas tareas, la más importante es la separación de residuos, puntualmente de botellas, papel y cartón.
La iniciativa comenzó con un empujón que les brindó el Municipio. A través de la Secretaría de Producción, Medio Ambiente y Tecnología lograron instalar tres cestos para que los y las residentes puedan dejar sus materiales inorgánicos.
Patricia Poncio es una de las mujeres que participa. De hecho, su hogar es uno de los tres puntos establecidos para reunir los productos. En su casa, hay un tacho verde en el que se pueden dejar botellas de plástico y tapitas. “Desde que comenzamos tuvimos una respuesta muy positiva por parte de la gente que vive en el barrio y de la Municipalidad. Nuestra idea es dejar los cestos en un espacio público, pero por el momento los tenemos en el patio. En total somos tres vecinos los que dispusimos las viviendas”, contó.
En las alas A y D del complejo de departamentos se pueden encontrar los otros dos lugares de recolección. En uno solo reciben las conocidas “botellas de amor”, que están rellenas de plásticos de un solo uso como, por ejemplo envoltorios de galletas y alfajores, entre otros. Mientras que en el segundo, van papeles y cartones.
Una vez que los envases están hasta el tope, los integrantes del Subprograma Disposición Final de Residuos, organismo que forma parte de la secretaría municipal, los recogen y los trasladan a la planta de separación. “Estamos en un grupo de WhatsApp y nos vamos comunicando cada vez que se llenaron los cestos. Desde que comenzaron ya hicimos varios retiros”, dijo Pamela Domínguez, responsable del área, y añadió: “En cuanto al proceso posterior, lo que hacemos es separarlos en el depósito y todo lo que se junta va a la planta recicladora que, recordemos, todavía no está en funcionamiento, pero ya comenzamos con la división de los residuos”.
Para la barriada, además de poder mantener más limpios los patios y pasillos, la acción los fortaleció como equipo. “Nos emociona mucho ver los resultados que hemos logrado. Había bastante basura alrededor de las viviendas, pero no le dábamos tanta relevancia a esto de colaborar con el medio ambiente o separar residuos y reciclar. Queríamos ayudar desde nuestro humilde lugar para cuidar la ecología; es una modalidad nueva de vida que los tiempos nos imponen. No tenemos comisión vecinal, pero igual estamos trabajando súper bien, no hay roles más relevantes que otros, nos pueden ver limpiando, pintando, hacemos de todo”, destacó Liliana Flores, otra de las residentes que se sumó y quien contó que también pintaron un mural sobre la temática y planean sumar otro.
“La gente se va prendiendo de a poco, sobre todo los adultos mayores. A los niños y a los jóvenes les cuesta todavía, pero creemos que vamos a ir mejorando eso. Sabemos que no veremos un súper cambio de un día para el otro, aunque tuvimos una respuesta rápida y no lo imaginábamos”, sostuvo Patricia.
Por otro lado, Domínguez señaló que buscan sumar a los recolectores urbanos de residuos que se dedican a juntar cartón, plásticos, vidrio, entre otros materiales. “El rol de estas personas es clave, sobre todo si hablamos de inclusión. No hay una justicia ambiental si no hay una social, y trabajar codo a codo con ellos y ellas es una forma de integrarlos, que se forme una economía popular”, dijo.
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