Las condiciones a la que estuvo sometida la planta, hasta ahora, han sido las mejores para la floración y cuaje tanto en peras como en manzanas. No se descarta una producción en niveles superiores a los 1,2 millones de toneladas.
El Valle de Río Negro y Neuquén es un jardín en esta primavera. Se encuentra con una floración plena y pareja en todos sus montes frutales. Hace años no se da una situación como la presente.
Este fenómeno sin dudas impactará favorablemente en los volúmenes de cosecha para la temporada que se avecina, aunque es prematuro arriesgar en forma tan temprana.
Hay dos factores que pueden cambiar el escenario. El primero, las heladas tardías. Hasta principios de noviembre, las temperaturas bajo cero pueden seguir apareciendo en la región afectando los volúmenes a cosechar. El año pasado, este evento climático destruyó una parte importante de la producción esperada. El segundo, las mangas de granizo que aparecen generalmente a partir de diciembre en toda la región del valle. En este último caso, los daños son focalizados a diferencia de las heladas que terminan golpeando importantes superficies plantadas.
El tiempo en todo el globo esta cambiando y nadie puede arriesgar que desarrollo presentará el clima en los próximos 120 días como para poder proyectar a ciencia cierta un nivel de producción determinado.
“El fuerte invierno que registramos seguramente ayudo a sumar las horas frío que necesita el árbol para llegar a esta instancia. A esto hay que agregarle una primavera templada y plantas añeras que vienen de dos temporadas con bajas producciones”, destacó Agustín Argibay, presidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), al ser consultado por el tema.
En relación a lo mencionado por el ejecutivo, en el manzano, así como en otras especies, ocurre una clara variación anual sobre sus producciones. Esto quiere decir que a un año de gran producción le precede un año de baja, lo que se conoce como alternancia de la oferta productiva de la planta o añerismo.
Sobre este punto es importante señalar que la última cosecha de manzanas casi completa que tuvo el Valle fue en 2020 cuando la producción efectiva presentó un piso de 587.000 toneladas. Tal como se refleja en el gráfico adjunto, esta oferta cayó en 2021 y 2022, proyectando mínimos de 399.000 toneladas para el cierre de este año.
Un dato anecdótico, pero que sirve para entender donde estamos y hacia donde nos dirigimos con nuestra producción, muestra que en 2005 la cosecha efectiva de manzana llegó a superar las 970.000 toneladas en los Valles de Río Negro y Neuquén, un volumen 140% superior al proyectado para todo el 2022.
La misma tendencia se puede observar en la producción de peras. El gráfico refleja que durante la temporada 2020 la cosecha efectiva de esta especie fue mayor a las 626.000 toneladas -similar a la observada en 2005- decreciendo en 2021 y 2022, aunque a una tasa menor de lo que mostró la manzana. El año pasado la oferta de peras alcanzó poco más de 590.000 toneladas y para este año se proyectan unas 535.000 toneladas en condiciones de ser comercializadas.
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