Las condiciones a la que estuvo sometida la planta, hasta ahora, han sido las mejores para la floración y cuaje tanto en peras como en manzanas. No se descarta una producción en niveles superiores a los 1,2 millones de toneladas.
Por: Javier Lojo.
El Valle de Río Negro y Neuquén es un jardín en esta primavera. Se encuentra con una floración plena y pareja en todos sus montes frutales. Hace años no se da una situación como la presente.
Este fenómeno sin dudas impactará favorablemente en los volúmenes de cosecha para la temporada que se avecina, aunque es prematuro arriesgar en forma tan temprana.
Hay dos factores que pueden cambiar el escenario. El primero, las heladas tardías. Hasta principios de noviembre, las temperaturas bajo cero pueden seguir apareciendo en la región afectando los volúmenes a cosechar. El año pasado, este evento climático destruyó una parte importante de la producción esperada. El segundo, las mangas de granizo que aparecen generalmente a partir de diciembre en toda la región del valle. En este último caso, los daños son focalizados a diferencia de las heladas que terminan golpeando importantes superficies plantadas.
El tiempo en todo el globo esta cambiando y nadie puede arriesgar que desarrollo presentará el clima en los próximos 120 días como para poder proyectar a ciencia cierta un nivel de producción determinado.
“El fuerte invierno que registramos seguramente ayudo a sumar las horas frío que necesita el árbol para llegar a esta instancia. A esto hay que agregarle una primavera templada y plantas añeras que vienen de dos temporadas con bajas producciones”, destacó Agustín Argibay, presidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), al ser consultado por el tema.
En relación a lo mencionado por el ejecutivo, en el manzano, así como en otras especies, ocurre una clara variación anual sobre sus producciones. Esto quiere decir que a un año de gran producción le precede un año de baja, lo que se conoce como alternancia de la oferta productiva de la planta o añerismo.
Sobre este punto es importante señalar que la última cosecha de manzanas casi completa que tuvo el Valle fue en 2020 cuando la producción efectiva presentó un piso de 587.000 toneladas. Tal como se refleja en el gráfico adjunto, esta oferta cayó en 2021 y 2022, proyectando mínimos de 399.000 toneladas para el cierre de este año.
A Flourish chart
Un dato anecdótico, pero que sirve para entender donde estamos y hacia donde nos dirigimos con nuestra producción, muestra que en 2005 la cosecha efectiva de manzana llegó a superar las 970.000 toneladas en los Valles de Río Negro y Neuquén, un volumen 140% superior al proyectado para todo el 2022.
La misma tendencia se puede observar en la producción de peras. El gráfico refleja que durante la temporada 2020 la cosecha efectiva de esta especie fue mayor a las 626.000 toneladas -similar a la observada en 2005- decreciendo en 2021 y 2022, aunque a una tasa menor de lo que mostró la manzana. El año pasado la oferta de peras alcanzó poco más de 590.000 toneladas y para este año se proyectan unas 535.000 toneladas en condiciones de ser comercializadas.
A Flourish chart
“Podemos agregar que también el cuaje está evolucionando en forma muy pareja. Por lo tanto, no hay que descartar que logremos, en la temporada que se avecina, los valores promedios máximos de producción de los últimos cinco años”, adelantó con optimismo, Facundo Fernández, secretario de fruticultura de Río Negro.
El funcionario agregó que los técnicos del área están recorriendo las chacras y en todos los casos se ve un potencial enorme para la temporada.
¿Cosecha completa?
Muchos son los empresarios y productores que -cruzando sus dedos- anticipan una cosecha completa para la temporada que viene. Tomando la evolución de la estadística en los últimos diez años y teniendo en cuenta sus datos de producción, se puede predecir que para una recolección completa deberíamos estar hablando de más de 1,2 millones de toneladas de frutas entre peras y manzanas, un valor de los órdenes del observado en la temporada 2020.
Se esepra una muy buena cosecha para este año.
Ese año se comercializaron un piso de 1,21 millones de toneladas sumando ambas especies. No es descabellado estimar que, con esta floración y cuaje completo, en 2023 la cosecha se ubique por encima de estos volúmenes, si el tiempo acompaña en los momentos clave del crecimiento del fruto.
Tal como refleja el gráfico adjunto, en la temporada que está corriendo se proyecta una comercialización total superior a las 943.000 toneladas, una cifra menor en 270.000 toneladas en relación con el año en que más cerca estuvimos de una cosecha completa (2020) en nuestra región durante este último tiempo. Volviendo a tomar como referencia el 2005 -en los que se observó uno de los más altos niveles de producción comercial- los volúmenes llegaron a poco más de 1,6 millones de toneladas entre peras y manzanas.
¿Cómo repercutiría una mayor cosecha?
Lograr este año una recolección comercial superior a los 1,2 millones de toneladas significa un crecimiento de volumen en relación con la temporada que esta en curso, del orden del 30%.
¿Cómo impactarán estas cerca de 300.000 toneladas adicionales en el mercado? Analizando la estadística de los últimos veinte años claramente se observa que existe una correlación directa entre crecimiento de producción y aumento de fruta destinada a la industria.
De mantenerse esta relación, parte importante de este incremento mencionado para la temporada 2023 podría ser absorbido por las jugueras de la región. Mucho dependerá esta mayor demanda para molienda del contexto internacional que presente el producto y, fundamentalmente, de la recuperación que pueda llegar a tener China para abastecer el mercado de los Estados Unidos, destino al que se orienta más del 95% de la oferta exportable de jugos del valle de Río Negro y Neuquén.
A Flourish chart
En lo que respecta al mercado en fresco, clave será la calidad que se pueda obtener en la cosecha. Si esta variable evoluciona favorablemente, los márgenes de riesgos comerciales disminuirán sensiblemente.
Por último, es importante comprender que, para poder mantener precios rentables en un mercado con una mayor oferta, del otro lado debe acompañar una demanda sostenida. Esto significa que para lograr mayores retornos deberíamos esperar un crecimiento económico importante local y global, algo lamentablemente poco probable que ocurra para 2023 según recientes estudios nacionales e internacionales.
Argibay: “El retraso cambiario hace difícil exportar”
Una mayor cosecha en la temporada que se avecina podría ser el punto de inflexión que cambie las tendencias del comercio externo de fruticultura regional. Las exportaciones vienen en caída desde hace años. Cambiar este escenario depende fundamentalmente de dos variables: que este el volumen para exportar y que los productos que llegan a destino sean competitivos.
El titular de CAFI, Agustín Argibay, solicitó ordenar la economía para poder exportar más.
En principio, esta primera premisa se estaría cumpliendo el año que viene. Pero las dudas están en la segunda.
-P: ¿Podemos pensar que las exportaciones aumentarán con una cosecha completa?
-A.A.: Es posible. Pero en forma marginal ya que existen variables que son tan o más importantes que contar con la fruta para exportar.
-P: ¿Cuáles?
-A.A.: La más importante es sin dudas la paridad cambiaria. Hoy no contamos con un tipo de cambio competitivo para las exportaciones de nuestras frutas, especialmente sobre aquellos mercados de calidad que son los que pagan valores por encima de la media. El retraso cambiario hace difícil sostener las exportaciones. Las estadísticas así lo confirman.
-P: ¿Cuánto debería estar el dólar para exportar?
-A.A.: Es un tema técnico y con muchas variables como para aventurarse a decir un valor. Lo que sí esta claro que es que es difícil para una actividad exportar con un dólar a 140 pesos y como contrapartida trabajar con costos a 300 pesos por dólar.
-P: ¿El crecimiento de las exportaciones hacia Latinoamérica en desmedro de Europa o Estados Unidos es consecuencia de esto?
-A.A.: Seguramente tiene incidencia. Pero la brecha tiene mayor incidencia. Todo este desorden económico en el que estamos conviviendo con precios relativos disparatados nos perjudica a aquellos que queremos hacer las cosas bien.
-P: ¿Una corrección cambiaria ayudaría al sector para mejor su posicionamiento exportador?
-A.A.: Puede ser…pero sería algo coyuntural. La fruticultura necesita una paridad cambiaria que se sostenga en el mediano y largo plazo. Pero para lograr este objetivo la macroeconomía debería estar ordenada. Hoy no hay forma de crecer en forma sostenida si no se reencauzan las variables macroeconómicas en el país. Las distorsiones son enormes y esto termina por afectar a las empresas que apuestan en la región y en el país.
Metodología estadística
Para la elaboración estadística de este informe frutícola se tuvieron en cuenta las siguientes variables:
-Se trabajó sobre la cosecha efectiva del valle, que es aquella fruta recolectada que tuvo algún destino comercial.
-Los tres destinos considerados fueron: la exportación, el mercado interno y la industria que, entre todos, concentran el 98% del comercio frutícola total.
-Los datos de comercio se tomaron del Senasa que contempla entre el 94% y el 96% del total de la fruta de la región comercializada que se orienta al norte de la barrera sanitaria. El resto queda al sur de esta.
-El stock de fruta almacenada es un dato que da la secretaría de Fruticultura y tiene en cuenta el 80% de las cámaras de frío existentes en la región.
-En este análisis se contempla la fruta en stock que queda almacenada de la temporada pasada y es comercializada en los primeros meses del año posterior.
-No se discriminó que parte de las mermas de cosecha responden a efectos climáticos, productivos o abandono de explotaciones.
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