Diego Rodríguez y Juan Garamendy competirán por el Rectorado y aseguran que hace falta un nuevo modelo de gestión. "La universidad no tiene presencia en la sociedad", señalaron.
El actual decano de la facultad de Ciencias Exactas Diego Rodríguez y el exdecano de Arquitectura, Juan Garamendy, conforman una de las tres fórmulas que desde el 11 de septiembre competirá por el rectorado de la Universidad Nacional de Mar del Plata, a cargo de Francisco Morea.
“Proponemos modificar el modelo de gestión, más participativo. La universidad ha dejado de tener opinión”, señalaron en una entrevista con 0223.
Rodríguez y Garamendy competirán Alfredo Lazzeretti y Daniel Antenucci, que representan al oficialismo en la Unmdp, y con Enrique Andriotti Romanín y Marta Rueda. Los dos candidatos de este espacio coincidieron en la necesidad de renovar el aire de la universidad, luego de varios mandatos consecutivos de representantes del Socialismo (primero Daniel Medina y ahora Francisco Morea).
-¿Cómo vivieron el lanzamiento de la candidatura?
DR -El trabajo que venimos teniendo es bastante activo y prometedor. Hemos iniciado un trabajo con Juan Garamendy en varias unidades académicas. La elección del rector la hacen todas las unidades académicas y todos los claustros: estudiantes, graduados, docentes y personal no docente.
Venimos trabajando bastante fuerte en esto. La presentación fue realmente muy buena, con muy buena convocatoria. Se charló mucho con los asistentes sobre qué visión tienen de la universidad y qué les parecía que debía cambiar.
-¿Y qué respuestas recibían?
JG -De todas las unidades académicas y distintos claustros se coincidió en la necesidad de conformar este espacio para pensar la universidad. Básicamente, porque hay un grado de saturación de un par de gestiones con el mismo encasillamiento ideológico. Lo que se quiere es airear un poco, que es lo que una universidad necesita. Eso se notó en la voz de cada uno de los representantes de las unidades académicas. Habló personal no docente, autoridades de facultades, graduados, estudiantes y todos marcaban esa cuestión.
-El Socialismo, antes con Medina, ahora con Morea, tiene la idea de que siga Alfredo Lazzeretti. ¿Cómo se diferencian ustedes?
DR -Nosotros hemos construido un espacio plural desde lo ideológico. En el caso de Juan proviene del peronismo, en mi caso del radicalismo, quizás para la gente que ve la universidad de afuera esto le resulte extraño, pero la universidad es en sí muy heterogénea y diversa. Nosotros queremos expresar esas visiones distintas aunque coincidentes con respecto a lo que necesita la universidad. Proponemos un modelo nuevo de gestión de la universidad, más participativo, de consenso. Entre las unidades académicas hay algunos problemas de manejo interno y es necesario que se trabaje con más participación, más diálogo horizontal. El rectorado debe facilitar ese trabajo, porque la universidad es un ámbito de discusión permanente y nos obliga a generar consensos.
-¿Qué le hace falta a la universidad?
JG -El conocimiento de la universidad pública es un bien social. Y la universidad fue perdiendo esa capacidad que tiene de manejar ese bien social y trabajarlo como un mediador ante los problemas generales: ambientales, económicos, sociales, culturales. Esa función la tienen algunas unidades académicas que puntualmente lo hacen, pero nos parece que la universidad tiene que tener un rol mucho más activo y opinar. Nuestra universidad ha dejado de tener opinión. Si uno le pregunta a cualquier vecino qué piensa de nuestra universidad mucho no va a saber. No tenemos presencia y hay que recuperar esas cosas. La universidad pública tiene la necesidad de expresarse, le pregunten o no. Y tenemos muchos trabajos serios hechos, sobre distintos temas. En algún momento teníamos más opinión. También lo hemos perdido hacia adentro. El Consejo Superior también ha perdido la capacidad de discutir política, universitaria y general. Nos hemos convertido en el final de una instancia administrativa.
-¿La oferta académica se puede ampliar?
DR -La Universidad en este momento a grandes rasgos ofrece 100 carreras: 50 de grado y 50 de posgrado. Creemos que es una oferta más que suficiente, variada. Pero uno de los lazos que tiene con la comunidad es la oferta académica y nosotros creemos que es necesario estar permanente renovándola. No solo actualizarla, sino evalularla. Un proceso muy importante de la enseñanza es la evaluación. Y la universidad ha dejado de evaluarse a sí misma. Si uno deja de evaluarse, deja de saber cuáles son sus puntos flacos. La combinación de una evaluación interna con un diálogo más fluido con la comunidad va a hacer que esa oferta se vaya ajustando permanentemente a las necesidades e intereses de la sociedad.
Uno de los lazos son los graduados. Ellos desde afuera ven que la universidad necesita renovarse, dialogar más con sus profesionales; el campo laboral es superdinámico. Una ciudad como Mar del Plata que necesita abrir su abanico laboral en infinitos campos y aspira a ser una ciudad universitaria, requiere de ese diálogo.
-¿Cómo se puede lograr eso?
DR: En algún momento lo tuvo y se ha perdido. Es un trabajo de largo aliento. Las artes, los deportes, prácticamente no existen en nuestra universidad y es uno de los lazos más fluidos que puede tener. En una época toda el área de extensión se generó a partir de la oferta cultural. Vemos que hoy en día la cultura está en debate en la ciudad permanentemente. Y retomo lo de Juan: ¿qué tiene la universidad para decir sobre esto? En ese sentido hay que trabajar mucho, es un trabajo a largo plazo, nosotros siempre pensamos eso pero nuestra idea es ponernos en carril para empezar a discutir esas cosas.
-¿Cómo ven la postulación de Morea en la lista de concejales de Acción Marplatense?
JG: Lo que decimos ahora es lo que dijimos en el COnsejo Superior: no nos parece correcto que el rector de una universidad, que representa a todos, tenga una identificación partidaria y juegue esa identificación en la política externa. Todos tenemos identificación partidaria, pero tanto Diego en su decanato, como yo cuando fui decano, nunca jugamos con eso hacia afuera. No nos hacíamos los distraídos, pero no lo usábamos. Hay una diferencia entre negar la condición política y usarla partidariamente. El rector lleva a todas las facultades y eso no le hace bien a la universidad, pierde valoración.
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