La inflación descontrolada propició un encuentro secreto entre economistas del oficialismo y Juntos. Preocupan los largos meses que faltan hasta la asunción del sucesor de Alberto Fernández.
Por Diego Genoud.
Costó pero finalmente se hizo. Motorizado por terceras partes que ven con preocupación la inflación descontrolada, el frente de las reservas y las exigencias del Fondo para otorgar un nuevo salvataje a un gobierno argentino, el encuentro entre importantes economistas de Juntos y el Frente de Todos se realizó la semana pasada en un lugar neutral. Los largos meses que faltan hasta la asunción de la persona que deberá reemplazar a Alberto Fernández dejaron de lado por un rato la desconfianza y las críticas cruzadas por una herencia pesadísima, que siempre puede ser superada por una peor. Pero no pudieron impedir un reclamo de los técnicos que forman parte de la vieja oposición: "Dejen de financiar a Milei". Es una de las pocas certezas que unen al archipiélago de proyectos individuales que se refugia bajo el tinglado de lo que fue Cambiemos: el peronismo, piensan, es el sponsor principal del profeta de la dolarizacion.
El libertario que pasó de asesorar a empresarios y políticos a moverse como una estrella de rock con una escala ineludible en los estudios de televisión altera los cálculos de las dos coaliciones que se alternaron entre el poder y el fracaso en los últimos 8 años. Perjudicados por su crecimiento en encuestas que la realidad puede desmentir a la hora de ir a las urnas, los integrantes del PRO, la UCR y la CC no pueden atribuir el crecimiento de Milei a la frustración que ellos mismos generaron en parte de sus votantes.
En el Frente de Todos, niegan las acusaciones de financiamiento pero admiten que la emergencia de la ultraderecha les resulta funcional de cara al escenario electoral. "Si no fuera por Milei, estaríamos 20 puntos abajo", reconoce un ministro de diálogo con todos los sectores, que quiere emparchar la unidad para lo que viene.
Con la inflación en los niveles más altos de los últimos 30 años y la promesa del 3 adelante que hizo Sergio Massa arruinada por la realidad, el temor ante lo que algunos suponen será una tendencia imparable de Milei incluye a sectores de poder que rechazaron por todos los medios el auge de Cristina Fernández de Kirchner. Desde el Departamento de Estado hasta los empresarios de la Asociación Empresaria Argentina que conducen Héctor Magnetto y Paolo Rocca dejan trascender cierta inquietud por la gobernabilidad en Argentina si el economista que asesoraba a Eduardo Eurnekian se mantiene expectante y no se derrumba en los próximos tres meses. En ese plano, es desde el Frente de Todos que acusan a los pesados del establishment por haber fomentado la antipolítica y engordado a Milei en los feedlot del Circulo Rojo. De los escombros de la polarización, surgió un monstruo que nadie reconoce como propio. Pero todos le dieron de comer.
"Dejen de financiar a Milei", reclamaron desde Juntos al Gobierno. Es una de las pocas certezas que unen al archipiélago de proyectos individuales que se refugia bajo el tinglado de lo que fue Cambiemos: el peronismo, piensan, es el sponsor principal del profeta de la dolarizacion.
La inflación del 8,4% en abril lleva el índice al 32% en el primer cuatrimestre del año electoral, encadena cinco meses consecutivos de alza y dibuja una escalada de 108,8% interanual. Los alimentos y bebidas aumentaron 10,1% en promedio en apenas 30 días y 115% en los últimos 12 meses. Pero solo en abril, hubo subas astronómicas como la del tomate (63,4%) o el pollo (26,4% ). Semejante agresión a los votantes de todo el país, con una licuación de ingresos que afecta sobre todo a la base de la pirámide social, tiene impacto en los números de pobreza y fomenta sentimientos que van desde la angustia a la bronca. Nadie puede saber cuál será la traducción electoral de un proceso que todavía puede agravarse. Pero el espiral ya genera consecuencias políticas, como la marcha que el jueves próximo unirá a las organizaciones de la UTEP con la Unidad Piquetera.
En un detallado informe sobre los motivos de la disparada de precios, el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) apunta un dato crucial: el contexto global de deflación. "Adicionalmente, y como viene sucediendo desde hace casi un año, la evolución de precios locales no mantiene relación con lo que sucede con los precios internacionales, que redujeron su valor 19,7% en dólares", dice el centro de estudios que dirige el economista Hernán Letcher. El descontrol es local como pocos veces. CEPA había estimado que la inflación de abril iba a estar en 8% y prevé ahora que las tensiones cambiarias tendientes a forzar una devaluación a fines de abril se verán de manera plena en la medición de mayo. Además, señala, la implementación del dólar agro para las economías regionales puede tensionar sobre los precios de los alimentos.
Aún en este cuadro de deterioro crónico y en medio de una gestión que se caracteriza por la improvisación, el ministro de Economía es capaz de obrar milagros. Logra que una porción considerable del Frente de Todos y el gran empresariado se fundan detrás de una tesis común: que Massa no es el responsable de la realidad sino el que impide que todo desbarranque y se agrave en una crisis que podría terminar en hiperinflación y helicóptero, según el término que actualizó Jorge Ferraresi desde el peronismo. En un remake del latiguillo que popularizó Macri camino al precipicio -"lo peor ya pasó"-, hoy lo que unifica a facciones de poder tradicionalmente enfrentadas es otra sentencia: "lo peor no pasó" y es necesario agradecer por eso.
En la misma semana en que el INDEC difundió la inflación que pensó en postergar, Massa salió como nunca a reclamar para sí la condición de candidato de la unidad que se sostiene con alfileres. Cuenta con apoyo explícito de la cúpula de la CGT, parte de los gobernadores y un silencio del cristinismo que es leído hasta el momento como su principal aval. Pero tiene su suerte atada a un Fondo que exige desde Washington una devaluación, justo lo que podría hacer volar por los aires la promocionada idea de que las cosas están, pese a todo, bajo control.
El rechazo a descartar las PASO provino de Alberto Fernández, pero también de otros que tuvieron una fuerte militancia cristinista o aspiran a un entendimiento con la vicepresidenta como Daniel Scioli, Agustín Rossi y Jorge Capitanich. El ex motonauta ya tiene un equipo que trabaja para él, recibe ideas económicas y lleva en su ambulancia a parte de los heridos que dejó el Presidente. Pero tambien pretende la venia de Cristina. Hace un tiempo visitó a Mayra Mendoza y el miércoles último recorrió con Ferraresi la refinería Raizen en Avellaneda.
El temor ante una tendencia imparable de Milei incluye a sectores de poder que van desde el Departamento de Estado hasta los empresarios de la Asociación Empresaria Argentina que conducen Héctor Magnetto y Paolo Rocca. De los escombros de la polarización, surgió un monstruo que nadie reconoce como propio. Pero todos le dieron de comer.
Una facción del gran empresariado piensa que Massa es el único capaz de tener disciplinada a Cristina y los suyos: como hasta ahora, pero en un eventual nuevo gobierno que se allane a todas las demandas del mercado. Es el activo de Massa a nivel de las elites. Los demás peronistas son vistos como potenciales Albertos y los candidatos de Juntos pueden padecer lo que ya sufrió Macri.
El ex presidente tenía a todo el peronismo colaboracionista votando sus leyes, a la conducción de la CGT y a la enorme mayoría de los gobernadores de su lado, pero no supo qué hacer ni con la economía ni con la actual vicepresidenta.
Cuando el experimento que surgió de su dedo hace casi cuatro años llega al final convertido en una trituradora de ilusiones, esta Cristina debilitada regresa una vez más como dueña de una fortaleza relativa inigualable dentro del oficialismo. Para bien o para mal, la ex presidenta conserva la potestad de llevarse puesto al peronismo.
Paralelo a la candidatura de Massa como única salida electoral, el operativo clamor de sus seguidores se profundiza y tendrá el 25 de mayo un nuevo capítulo alentado por Andrés Larroque. "Tenemos a Messi sentado en el banco y vamos a ir con un candidato que se lesiona cada 30 días", dice un cristinista que se hace los rulos y considera que la estampida de los precios dejó al sucesor de Martín Guzmán fuera de competencia. Todo contribuye a confirmar la centralidad de CFK tanto en las filas del oficialismo como en un escenario político de coaliciones deslegitimadas.
Aglaplata
Cristina puede ratificar su apoyo a Massa, habilitar una PASO por primera vez en su historia, forzar a Axel Kicillof a pelear la elección nacional o volver a ser ella con la ilusión de verse en el espejo de Lula. Desdoblar las elecciones en provincia de Buenos Aires, dicen los que desde el oficialismo se oponen, es una forma de asumir el fracaso.
Con los resultados de su apuesta de 2019 a la vista, sorprender para la vicepresidenta no es tan sencillo ni tiene un resultado asegurado. Sin embargo, es la única que puede hacerlo. Cristina sigue muy activa, recibe dirigentes políticos y hasta se reúne con empresarios poderosos que le piden que no delegue su poder en otros sectores del peronismo.
El fallo de la Corte Suprema que anuló las elecciones en Tucumán y San Juan cinco días antes de ir a las urnas es interpretado en el Senado como un mensaje directo para ella. Pero también como la confirmación de que la vice tenía razón cuando decía que la proscripción no era contra ella sino contra todo el PJ. Desde el arranque del año, se sabía que las filtraciones del teléfono de Marcelo D'Alesandro y el juicio político a la Corte iban a generar nuevas replicas de Rosatti, Maqueda y Rosenkrantz.
Una facción del gran empresariado piensa que Massa es el único capaz de tener disciplinada a Cristina y los suyos: como hasta ahora, pero en un eventual nuevo gobierno que se allane a todas las demandas del mercado.
Los supremos rechazan lo que a esta altura resulta una evidencia: el bloque de fuerzas que se organiza contra el peronismo de Cristina tiene de su lado a lo más alto del poder judicial. La caída de Ricardo Lorenzetti dejó sin interlocutores con la Corte al poder de turno. El rafaelino tiene un vínculo de lo más estrecho con Juan Manzur y vasos comunicantes de Sergio Uñac -dos políticos que fallaron en el salto nacional y quisieron retener el poder en sus provincias-, pero su capacidad venderse como solución contrasta con un oficialismo que exhibe cero interlocución con la Corte.
La escena de fondo no se entiende sin reparar en la relación de asimetría entre un poder judicial que se queda a vivir en sus privilegios y una dirigencia política que va a elecciones cada dos años en un país donde la constante es la inestabilidad y los alineamientos son circunstanciales.
Aunque Lorenzetti fue el jefe supremo en el apogeo del lawfare, en el eclipse de su poder es considerado el más confiable para el Frente de Todos. Hoy, sin embargo, constituye la minoría automática.
Rosatti y Maqueda son dos políticos que hicieron toda su carrera en el peronismo y ahora se paran como enemigos de una fuerza que podría haberlos tenido como aliados naturales. Los dos denuncian haber sido blanco de espionaje y acusaciones falsas en su contra y están embarcados en un ojo por ojo. No solo se sientan a esperar el cambio de gobierno: además acaban de ratificar que pueden hacer mucho para incidir en los resultados. Más que generar sorpresa o indignación, es la consecuencia de un enfrentamiento que se profundiza cada día. El peronismo oficialista, ¿tiene capacidad de responder?
Apenas unas horas después del fallo que suspendió las elecciones en dos provincias gobernadas por el PJ, el presidente de la Corte se aventuró a opinar sobre la emisión monetaria ante el foro empresario de la Amcham, pero no lo hizo por primera vez: ya lo había hecho en el coloquio de IDEA y en uno de sus Tratados de Derecho Constitucional.
Para aludir a la carencia de interlocutores del peronismo con la Corte, Rosatti suele recordar que cuando era ministro de Nestor Kirchner iba cada 10 días al cuarto piso del Palacio de Tribunales. Algunos en el oficialismo recuerdan por estas horas que esa capacidad de incidir se perdió tras la salida estruendosa de Esteban Righi, el ex Procurador que entraba a la Corte y se movia casi como si fuera un par de los supremos. Tan cierto como que Alberto Fernández vendió una tregua que nunca podía conseguir es que los funcionarios y operadores designados por el cristinismo se igualaron en el fracaso con Marcela Losardo. Ironía del destino, el ministro de justicia Martín Soria, que no resolvió ninguno de los problemas que tenía Cristina, está invalidado para opinar en un tema en el que en 2019 reclamó con éxito la impugnación de Alberto Weretilneck.
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