Atrás quedaron los años de la Patria Grande hermanada, resistiendo a los embates neoliberales. El nuevo enfoque del Gobierno se aleja de la UNASUR para centrarse en la economía.
Para entender la política internacional del gobierno de Macri respecto de la UNASUR es necesario remontarse al nacimiento del organismo internacional, que surgió con el objetivo de desarrollar un espacio regional integrado y construir una identidad sudamericana en clara oposición a Estados Unidos.
El espacio se ideó como una herramienta para articular políticas sociales en pos de eliminar la desigualdad socioeconómica y alcanzar la inclusión social. El ex-presidente Néstor Kirchner fue un fuerte impulsor de la constitución del mismo, y su primer secretario general, hasta su muerte, en octubre de 2010.
El oficialismo, en cambio, buscó desmarcarse fuertemente de esta impronta. A tres meses de su asunción, en marzo de 2016, en el marco de la visita del entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, Macri mostró su apoyo a la OEA en una declaración conjunta. El organismo, que había perdido protagonismo en el continente con el surgimiento de la UNASUR y otros foros similares, como la CELAC, adquirió entonces otra relevancia para la nueva política exterior, de contenido neoliberal.
Aquél fue un gesto para Estados Unidos, que se veía beneficiado en reducir lo más posible las instituciones regionales en las que no participa, como las mencionadas UNASUR y CELAC, y reposicionar a la OEA, que insiste con tratados económicos que benefician a sus grandes empresas, en su camino por recuperar el control pleno de América Latina y el Caribe luego de una década de relativo declive de su hegemonía regional.
El analista político Sergio Berensztein se refirió en conversaciones con este medio a la reconfiguración del panorama político internacional que hubo tras el giro a la centroderecha que protagonizaron varios países de América Latina en las últimas elecciones. “UNASUR ya venía en un proceso de debilitamiento de coordinación desde hace tiempo, sobre todo por cuestiones fundamentales como la crisis de todo el bloque bolivariano y el colapso económico y político de Brasil, uno de los impulsores de la iniciativa”, evaluó.
Y agregó que “la verdad es que el organismo perdió consenso, influencia, y se fue diluyendo, por lo que la política exterior de Macri no es UNASUR; en todo caso, en la región es Mercosur, y mejorar los vínculos bilaterales”.
En este sentido, en julio de 2016, el presidente Macri participó en Chile como invi-tado de la cumbre de empresarios de la Alianza del Pacífico, donde consideró que “el mejor camino para todos” los países de la región es que el Mercosur “tenga una visión de convergencia con la Alianza del Pacífico”.
La iniciativa de este último organismo surgió en 2011, impulsada por el entonces presidente del Perú, Alan García. Originalmente se planteó como un espacio para contrarrestar la influencia bolivariana y el peso determinante del Mercosur, y tie-ne como fundadores y miembros plenos a Perú, Colombia, Chile y México. Hoy cuenta con más de 40 países observadores, y Argen-tina es uno de ellos.
Al respecto, Gabriel Mariotto, exvicegobernador de la provincia de Buenos Aires y actual legislador del Parlasur por el Frente para la Victoria, consideró en conversaciones con este medio: “Macri nos incorpora como país observador bajo el argumento de abrirse al mundo, pero su incorporación como miembro pleno no es tan sencilla, ateniendo a las dificultades económicas y financieras de este gobierno, y la frustración de un proyecto globalizador cuyas condiciones objetivas y subjetivas no estarían posibilitando su realización en el corto plazo”.
En la misma línea, Fernanda Gil Lozano, diputada del Parlasur por el Frente Renova-dor, expresó ante La Tecla a la necesidad del Gobierno de revisar su política exterior y fortalecer las alianzas estratégicas con los demás países de la región. “Es lamentable que esto se haga a los trompicones, reactivamente, y que no podamos tener estrategias a largo plazo”, afirmó la legisladora.
Comentá la nota