Con Ritondo como árbitro inestable, un grupo de diputados se rebeló al mando de Macri y jaqueó la unidad del macrismo. El ala dura se alinea con el rol confrontativo de Bullrich. Terceros, afuera.
Dos semanas después del último cisma interno, el bloque de 52 diputados del PRO transita una etapa de equilibrios inestables al calor de la pandemia, especialmente sobre el rol opositor que debe adoptar en este momento. La escudería macrista se encamina a cerrar sus primeros seis meses como expresión opositora luego de haber dejado el poder y su mapa interno evoluciona signado por una mayoría silenciosa de "dialoguistas", que defienden la gestión de alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y un sector minoritario que condena los acercamientos con el Gobierno, bajo el liderazgo de la jefa del partido, Patricia Bullrich.
La presidencia de bloque sigue en manos del exministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, el principal afectado dentro del PRO por la decisión que adoptaron 15 de sus colegas, quienes presentaron un pedido de sesión especial y avalaron la iniciativa del presidente del cuerpo, Sergio Massa, de sesionar de manera remota. La movida fue impulsada por el exsecretario de Interior, Sebastián García De Luca, mano derecha del extitular de la Cámara, Emilio Monzó, uno de los sectores más ignorados y postergados durante la presidencia de Mauricio Macri.
Hasta ahora la sesión no se concretó, pero puertas adentro del bloque amarillo, esta movida terminó de delinear la presencia de un sector que, si continúan los desacuerdos, podría aumentar la distancia y constituir un bloque aparte. Una amenaza siempre latente.
La advertencia velada de ese espacio es la foto más reciente de las internas que tiene el PRO, pero sobrevuela desde diciembre pasado, cuando una docena de diputados del interior, con origen peronista, pero aliados del macrismo a nivel nacional, planearon constituir un sub bloque "Federal" que tenía a De Luca como principal referente. La posibilidad fue desechada con amenazas de expulsión por parte de Ritondo, que recién había asumido la conducción del bloque, y de Bullrich, que ahora conduce el PRO por decisión de Macri.
El sector más duro de la escudería sigue respondiendo a Bullrich, pero ha quedado acotado a los "átomos libres", como Fernando Iglesias y Waldo Wolff, que no ahorraron esfuerzos para promover cacerolazos contra el Gobierno y consideran que los dialoguistas le "hacen el juego al enemigo". Expresan en público el pensamiento vivo de Macri. Al igual que Bullrich, consideran que deben endurecer sus críticas y negarse a colaborar con la gestión del presidente Alberto Fernández. En esa lista, algunos también incluyen a la extitular del bloque, el porteño Jorge Enriquez y al fueguino Héctor Stefani. Otros le endilgan a la capitalina Carmen Polledo una cercanía con ese sector, pero en su entorno aclaran en forma tajante que se trata de "una moderada" de excelente relación con Ritondo.
A pesar de la intensidad que expresan en las redes y dentro del bloque, el cisma de los moderados los dejó más aislados, frente a una mayoría silenciosa del bloque que no se anima a desautorizar a Macri pero que responde a Rodríguez Larreta. Para encontrarlos, hay que ver el pedido de sesión que promovió el monzoísmo y que aportó un primer pantallazo provisorio de esos equilibrios inestables. Dentro del PRO aclaran que no todos los firmantes se referencian en ese sector, pero quienes decidieron poner el gancho lo hicieron para enviarle un mensaje a Bullrich y al expresidente.
Junto a De Luca, acompañaron sus pares Federico Frigerio, Juan Aicega, Gabriel Frizza, Eduardo Cáceres, Felipe Álvarez, Domingo Amaya, David Sclereth, Gustavo Hein y Martín Grande. En su mayoría son legisladores del interior del país que forman parte de conducciones provinciales del PRO o aliados, con origen peronista. Pero por fuera de la nómina que puso la firma para activar las sesiones en medio de la pandemia, la lista de apoyos es mayor, e incluye la silenciosa adhesión de otros diputados clave, como Omar De Marchi, Soher el Sukaria, Silvia Lospenatto, Gisela Scaglia, Hernán Berisso, Martín Medina y Martín Maquieyra, que estarían más cerca del liderazgo de Larreta que de las posiciones de la titular del PRO, aunque prefieren no antagonizar públicamente con ella.
El rol de Larreta suma apoyos dentro del bloque, aunque tanto Bullrich como sus escuderos más cercanos lo cuestionan por desperfilarse y tener la osadía de mostrarse en Olivos y protagonizar una foto conjunta con Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ministro de Economía, Martín Guzmán. Así como el sector más "ultra" redobla sus críticas desde entonces, las pasiones dialoguistas de la nueva etapa suman adeptos, bajo la discreta conducción del mayor larretista del bloque, el viceprimero del cuerpo, Álvaro González.
Por encima suyo, sólo está Ritondo, a quien Macri le recuerda todas las semanas que está en ese cargo por su decisión. La memoria del fundador del PRO es una advertencia para evitar traiciones. El titular del bloque amarillo se cuadra en la prédica de la conductora del partido, pero está más cerca de las orientaciones de Larreta.
En ese juego, Ritondo coordina todos sus pasos con González, como otra forma de acordonar la influencia de Bullrich. En esa zona se suman diputados de relación estrecha con Vidal y también con el alcalde porteño. Esos lazos contienen a figuras como María Luján Rey, María de las Mercedes Joury, Natalia Villa, Camila Crescimbeni, Dina Rezinovsy, Victoria Morales Gorleri, María Piccolomini, Martín Medina, Ignacio Torres, Alejandro García, Alfredo Schiavoni, Pablo Torello y Pablo Tonelli, entre otros diputados que prefieren mantener un perfil reservado ante los chispazos internos.
La lista de aliados también incluye a Graciela Ocaña, que desarrolla su propio juego pero forma parte de los contactos directos con Larreta por integrar las alianzas tejidas en la Legislatura capitalina.
Otro caso es Luis Juez, fundador del Frente Cívico cordobés: forma parte del tejido electoral del PRO a nivel nacional y, si bien su prédica parece más cercana a Bullrich, los moderados cuentan con su apoyo, pero sin poner las manos en el fuego. Otro caso es el de Ezequiel Fernández Langan, un hombre tan cercano al exjefe de Gabinete Marcos Peña, que goza de una interlocución respetuosa con el monzoísmo, al igual que las correntinas Ingrid Jetter y Sofía Brambilla.
En la escudería macrista, aclaran que todavía hay una parte de sus integrantes que mantiene mucha cautela a la hora de blanquear sus alineamientos, porque la conformación de las tribus internas está en plena metamorfosis y "un paso en falso podría ser aprovechado por la oposición y generar consecuencias indeseadas".
Sobre ese volcán está sentado Ritondo, que cinturea las advertencias de Macri, contiene la virulencia de Bullrich y soportó en silencio que un sector, encabezado por el monzoísmo, lo puenteara y desautorizara. Los "ultras" aseguran que fue un error imperdonable no haberlos castigado en nombre de la disciplina partidaria. Otros leen ese gesto imperturbable como un guiño para preservar la unidad y evitar que un tercio del bloque termine de desnudar la fragilidad de las coincidencias que cohesionan al bloque macrista en la Cámara de Diputados, cuando sólo han pasado cinco meses desde que salieron por última vez de Balcarce 50.
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