Mauricio Macri quiere participar de la toma de decisiones antes de volver a apoyar al gobierno y ayudarlo a resolver sus problemas. No quiere un interbloque en el Congreso pero sí mejorar la relación ante la debilidad y desconocimiento oficialistas.
Por
Carla Pelliza
El sostenimiento del segundo veto de Javier Milei, en menos de un mes, no fue motivo de festejo en el recinto. En el hemiciclo, donde siempre hay un ganador, esta vez predominó un clima de derrota, incluso entre quienes respaldaron la decisión del gobierno. Aliados que apoyaron las primeras leyes, como la UCR y Encuentro Federal, dieron la espalda al oficialismo, con discursos encendidos. Miguel Ángel Pichetto, quien solía ser un socio clave, se consolidó como un opositor ferviente. La Casa Rosada no respondió, en parte porque hace tiempo que Pichetto no dialoga con el Gobierno y se está posicionando como parte de una nueva alternativa opositora.
El PRO, que acompañó el veto con cierta solidez, también enfrentó tensiones internas. No todos estuvieron de acuerdo con desfinanciar las universidades, y en las discusiones partidarias hubo resistencia. Sin embargo, confían en que con más coordinación, el mecanismo funcionará mejor y evitará futuros inconvenientes. La participación de Cristian Ritondo en la mesa más chica del Gobierno refleja un esfuerzo por mejorar la relación entre ambos sectores. El PRO, al apoyar el veto, puso mucho empeño en conseguir los votos, no solo políticamente, sino también en lo personal. Muchos de los que respaldaron la medida provienen del ámbito académico público y dictan clases allí, lo que hace más difícil repetir este tipo de apoyo en el futuro.
Según El Destape, esta semana marcó un punto de inflexión para el macrismo. Para este sector, el gobierno comprendió que necesita del PRO para avanzar en el Congreso. Sin interlocutores hábiles en ciertos temas ni capacidad para negociar o reciprocidad en las alianzas, el oficialismo carece de la fuerza necesaria para operar por sí solo. El viernes pasado, Ritondo se reunió con quienes toman decisiones en el Gobierno. La intención es fortalecer la coordinación desde el Congreso ya que, de lo contrario, el PRO no volverá a acompañar al gobierno de Milei. Este medio ya relató el creciente descontento entre dirigentes del PRO, cansados de hacer el trabajo pesado sin recibir nada a cambio.
Desde el 10 de diciembre, el PRO asumió un rol de colaborador, sin mostrar interés en formar parte del gobierno. Algunos dentro del espacio temen que, cuando La Libertad Avanza abra la puerta a una eventual fusión, será demasiado tarde. Los "amarillos" de Mauricio Macri no buscan una disolución del espacio para alinearse con el oficialismo, ya que consideran que, más allá de las etiquetas, lo importante es el proyecto económico compartido. Hasta ahora, los libertarios habían respondido con endogamia.
El macrismo advirtió que no seguirá apoyando al gobierno sin obtener participación en las decisiones parlamentarias. Cuestionan la falta de habilidad del gobierno para negociar, su desconocimiento del funcionamiento político y su incapacidad para gestionar temas clave, como el sistema universitario. La reciente crisis educativa dejó en evidencia estas carencias, y el PRO no está dispuesto a ofrecer soluciones a menos que el gobierno lo solicite.
El PRO se resiste a involucrarse de lleno en el Gobierno y, como desde hace diez meses, rechaza la idea de cogobernar con Milei. Sin embargo, muestra signos de agotamiento y no está dispuesto a seguir dando apoyo incondicional. Antes de ofrecer su respaldo, exige participar en la toma de decisiones. Para el macrismo, una fusión entre su espacio y La Libertad Avanza es imposible. Prefieren mantener su propia identidad, aunque caminen en la misma dirección económica. Esperan que el gobierno lo entienda de cara a las elecciones del próximo año, cuando será crucial coordinar para no fragmentar el voto.
Si no se logra esta coordinación ni se mejora la relación entre ambos partidos, el PRO no seguirá ofreciendo su respaldo ni resolverá los problemas del gobierno, dejándolo solo. El macrismo está convencido de que el oficialismo necesitará su apoyo para construir mayorías, incluso después del próximo 10 de diciembre.
Hasta ahora, no hubo un reconocimiento por parte del gobierno hacia la importancia del PRO. Mauricio Macri espera que se valore el papel de su partido tanto por su presente como por su pasado. La mención de Martín Menem, efusiva en su agradecimiento al PRO por su respaldo en el presupuesto universitario, fue un paso en esa dirección. Recientemente, el macrismo, junto con La Libertad Avanza y el MID, formó una mesa parlamentaria que se reúne todos los lunes. Este espacio, que comenzó con Javier Milei, su hermana Karina y Guillermo Francos, se fue desgastando con el tiempo y no arrojó grandes resultados. Las demandas de la oposición no fueron reflejadas en el debate parlamentario, y queda por ver si la incorporación de Ritondo en una mesa más reducida logrará cambiar esa situación.
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