Al fin de una jornada intensa y según el escrutinio provisorio, el peronismo tucumano retuvo anoche la gobernación de Tucumán con la fórmula Juan Manzur-Osvaldo Jaldo, al superar a la Alianza opositora de José Cano-Domingo Amaya, quienes sucesivamente, denunciaron hechos de violencia, no reconocieron el resultado oficial y finalmente pidieron apertura de urnas.
El comicio tucumano y su influencia en las presidenciales de octubre, quedó en evidenciado en la presencia en la provincia de los dos principales candidatos, Daniel Scioli y Mauricio Macri, quienes desde la tarde del domingo acompañaron a sus aliados en la espera de las cifras oficiales.
El candidato presidencial del Frente para la Victoria apenas llegó agradeció el fiel apoyo de los tucumanos en las PASO y exhibió su optimismo respecto del triunfo de Manzur, expectativa compartida por la delegación oficialista que encabezó el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández. Muy lentamente, el escrutinio provisorio les dio la razón.
Por su parte, Macri y el radical Ernesto Sanz, criticaron duramente el sistema electoral, y hasta hicieron un intento de detener el escrutinio, obligatorio por ley. Cano, ya había judicializado el proceso con denuncias la semana anterior. Durante el día se registraron hechos de violencia, ampliamente reiterados en la prensa local y nacional.
Pero la elección a gobernador en Tucumán no expresa sólo una fidelidad histórica. Su resultado también recordó la vieja enseñanza de que en Política las matemáticas no aplican, no resultan ni exactas ni naturales, ni pueden ser objeto de manipulación por intelectuales de cierto prestigio.
La receta ‘invencible’ de Betriz Sarlo volcada la semana pasada a La Nación (si bajan sus candidaturas Sergio Massa y María Eugenia Vidal, Macri le gana a Scioli), también naufragó en tierras tucumanas. La oposición tucumana dobló el pedido de la intelectual opositora: fueron todos unidos. Pero aún así, no les alcanzó.
Tucumán, como casi todo el norte argentino, hacia el este como al oeste, mantiene una lealtad histórica con el peronismo y sólo excepcionalmente no lo acompañó en elecciones nacionales o provinciales. Vinculación afectiva nacida en los años ’40 y ’50, cuando el gobierno del general Perón llevó a esos extensos territorios las políticas del llamado Estado de Bienestar.
El apoyo crece en zonas del interior tucumano, lejos de la capital, en zonas rurales donde mayor impacto tuvieron aquellas políticas de impronta humanista, igualadoras y fuertemente protectoras de los de los derechos de sectores vulnerables, en especial los trabajadores que se ganaban su vida en condiciones deplorables.
Scioli, quien en el último año viajó una decena de veces a la provincia norteña e incluso envió a su esposa, Karina Rabollini, supo entender esa vieja relación y tras su amplia victoria en las PASO, anoche colocaba una baldosa más en su camino hacia la Casa Rosada.
Comentá la nota