Unos cuarenta gendarmes y policías provinciales van y vienen por la calle principal de localidad de San Pablo, a 12 km al sur de esta capital. El desfile comienza en la escuela Luis F. Nougués y termina a pocos metros, en el Colegio San Pablo Apóstol.
En el interior de ambos establecimientos, funcionarios de la Junta Electoral y personal del Ejército supervisan mesa por mesa para garantizar que todo esté en orden. Allí, el sol del mediodía calienta las calles en una jornada electoral que transcurre en paz y normalidad.
La imagen, que se repitió ayer en toda la provincia, contrasta con los graves incidentes registrados hace un par de meses, durante los comicios provinciales del 23 de agosto. Ese día, en San Pablo, fueron quemadas 27 urnas, por lo que el 8 de noviembre habrá allí elecciones complementarias. "Esta vez, los más de 15 candidatos peronistas a delegados comunales que en agosto se enfrentaron y ocasionaron los incidentes que terminaron con el incendio de urnas, trabajaron todos juntos para las candidaturas de Daniel Scioli a presidente y de José Alperovich a senador nacional. Por eso vivimos una jornada tranquila y de gran civismo", dijo Benjamín Navarro, presidente de mesa en la escuela Nougués.
Los tucumanos eligieron ayer presidente y legisladores nacionales en medio de fuertes controles. La amenaza de la junta electoral de secuestrar los vehículos que fuesen utilizados para el acarreo de votantes surtió efecto y, por primera vez en mucho tiempo, las inmediaciones de las escuelas se mostraron libres de la presencia de taxis y autos identificados con partidos políticos. Tampoco se vio el reparto de bolsones con comida a plena luz del día, como sucedió en otras elecciones. De todas maneras, en algunos barrios periféricos algunos dirigentes se las ingeniaron y utilizaron motos o autos particulares sin identificación para llevar a la gente hasta los centros de votación. También se recibieron denuncias sobre presuntas irregularidades vinculadas, principalmente, con el clientelismo.
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