La buena noticia a veces sorprende: la codicia de algunos fue derrotada por el diálogo de todos. Candidatos que apuestan a su nombre, antes que a un partido.
La prensa de todo el mundo atraviesa una de sus mayores crisis. La transición es la que está inmersa genera confusiones, aturde, se equivoca. No es un secreto, lo sabe -o lo intuye- cualquier lector esté en el soporte que sea. Uno de los que reconoció eso fue el creador de Wikileaks. Comentó que sentía cierta desilusión por el periodismo actual y que por eso puso su corazón -y su mente- para construir el sitio al que todas las potencias bombardean para destruir.
Assange reniega del periodismo, pero lo hace, lo promueve y lo difunde. Aunque le cueste aceptarlo, los documentos que cayeron a su acribillado sitio sorprenden, impactan, abren debate como deben hacerlo aquellas noticias que están orgullosas de serlo. Si no fuera por la irracionalidad, la desorientación y la incapacidad de muchos estados del mundo hasta el emisor podría haber pasado inadvertido como debiera ser. Sólo por eso, en este caso, el emisor se ha convertido en parte de la noticia, cuando no debiera serlo. El periodista no puede ser noticia como mal enseñó y difamó la década del 90 en la que los estados eran tan chiquitos que permitieron que la prensa se agigantara y se potenciara al convertirse en el mostrador de los lamentos y en el libro de quejas de la corrupción que atentaba contra el ciudadano.
Habrá un antes y un después de Wikileaks. El periodismo y la democracia se habrán fortalecido y los secretos y fraudes a las voluntades populares se habrán debilitado. En medio de esta transición periodística distinguir una noticia de la que no lo es y darle su verdadero nivel axiológico se hace cada vez más difícil y complicado. Además dejó de ser una tarea en solitario de la prensa para convertirse en un trabajo conjunto con los lectores.
Seguramente, por eso este miércoles un peronista de pura cepa que siempre estuvo atado al campo, no salía de su asombro: "Será posible que eso sea noticia. No lo entiendo. Tan mal estamos en Tucumán". "No puede ser, no vamos a aprender más", se quejaba con amargura mirando más de un diario que estaba sobre su mesa de café. "No hay derecho que lo que debería ser normal se convierta en algo novedoso", insistía y hasta gesticulaba ampulosamente mientras revisaba las notas escritas sobre la solución del conflicto azucarero. La buena noticia -que no suele ser las más querida por los periodistas- había tomado gran protagonismo. Este productor en su reclamo a todos los que integran la industria azucarera había dado en el clavo. Él tenía la respuesta. La codicia de algunos había sido derrotada por el diálogo de todos. El interés de una parte había cedido ante la necesidad de todos y en la búsqueda de dar una respuesta a todos. La ambición cortoplacista del presente había sido comprensiva con el proyecto y la conveniencia colectiva y futura. Claro que no todo fue simple ni cada uno de los responsables de la industria azucarera se levantaron un día y dijeron nos sentemos alrededor de la mesa para que haya azúcar, para que no se importe y para que todos tengamos ganancias de esta situación. Hizo falta la prepotencia de un gobierno, la amenaza de la Gendarmería entrando a los depósitos y la voz patotera del secretario de Comercio de la Nación, Guillermo Moreno. Aquellos que se quejan del monstruo suelen ser los primeros que lo alimentan. Más allá de estas tensiones, la buena noticia se hizo un lugar porque muchos pensaron en sí mismos y en otros. Sorprende porque la lógica de que el dirigente actúe como tal no es común y dejará de ser noticia cuando se haga costumbre y ya a nadie le llame la atención. Los azucareros no hicieron nada que no debiera ser, actuando con sentido común, como los documentos que vienen saliendo de Wikileaks, forma parte de un trabajo acostumbrado de todas las embajadas del mundo, el problema es que cada vez que aparece un dato deja al descubierto que los que menos se esperaban habían escondido algo u opinado como no lo hacían en público. Nada nuevo, pero todo lejos del sentido común, que es lo que muy posiblemente le debe dar tranquilidad al ciudadano cuando deposita su confianza al elegir a quién lo representa.
Nada es igual
Esa es la tarea -y responsabilidad- que tienen enfrente los argentinos que todavía no pueden acostumbrarse a vivir sin Néstor Kirchner. "Estamos viajando menos a Buenos Aires. Las cosas están bien, pero hay que reconocer que se ha perdido el gran interlocutor. No está muy claro con quién hay que hablar, el poder ha sufrido pérdidas y está diluido", confiesa uno de los funcionarios que más entra al despacho del gobernador. Si eso le pasa al oficialismo ni hablar de la oposición.
En el último tiempo, Julio Cobos está más dubitativo que nunca. Después de analizar si su convocatoria iba a ser no positiva decidió llamar a una reunión de cobistas de paladar negro. En Tucumán uno de los que ya tiene la tarjetita de invitación es el legislador Jorge Mendía, quien el 16 del corriente estará en el encuentro para definir el lanzamiento de esta candidatura presidencial que fue pospuesta por lo menos hasta marzo. Demasiadas dudas y dilaciones. Las internas abiertas del 14 de agosto será un ingrediente más en los comicios provinciales del 28 de agosto, donde los radicales pueden terminar sacándose tantas facturas como votos.
A la oposición radical, en Tucumán, se suma el bussismo y los bussistas reciclados como Raúl Topa, Carlos Canevaro o Javier Morof que demuestran cómo en la provincia los partidos y algunas ideologías son lo suficientemente elásticas como para que apuesten a sus nombres y caras sin que importe mucho a qué se postulan y con quién.
Distinta es la posición que adoptó el legislador Esteban Jerez, quien ya se asoció con José Costanzo y son los únicos de la oposición que ya definieron que serán candidatos a gobernador y a intendente y que además se postularán para legislador y para concejal. Más allá de que la doble candidatura es un síntoma de debilidad y de desesperanza, el dúo dinámico es uno de los pocos que no está especulando con el electorado ni con las negociaciones. Jerez hubiera querido constituir un frente pero el que se quemó con leche ve una vaca y llora. En el caso del ex fiscal todavía se acuerda de que tenía un millón de amigos antes de los comicios y apenas ganó Alperovich, fue perdiendo de a uno a sus grandes compañeros de cruzada hace ya más de un lustro.
A sabiendas de la volatilidad del poder, Alperovich y su esposa, la senadora Beatriz Rojkés están en campaña desde hace rato y recorren el interior como si fuera la primera vez y visitan hasta al pueblito menos influyente en los comicios invitando a participar en los comicios y si es el gran acoplado alperovichista, mejor.
En agenda
Las tensiones electorales tienen su eco en otro poder. En la Corte Suprema de Justicia, y en sus alrededores, se escucha todos los días un nombre nuevo entre los candidatos a cubrir la vacante que va a dejar el vocal Alberto Brito cuando deje su sillón. Esta semana se habló de dos damas: una promovida por el ministro de Gobierno, Edmundo Jiménez y otra que contaría con visto bueno del propio vocal Brito. Los que tienen el traje de sabelotodos sugieren que si alguien puso la cara para defender al gobernador, ese abogado juega con chances a favor. En ese lote está en primer término Agustín Ferrari, quien hasta en el reparto de apodos ha tenido suerte en esta época.
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