En medio de la guerra de monedas que desató la política proteccionista de EEUU, el Gobierno argentino destacó la política de atraso cambiario y aseguró que el ajuste nos mantendrá aislado del desplome global.
Por
CRISTIAN CARRILLO
Era una movida que se esperaba, aunque no se conocía con exactitud cuándo iniciaría la partida. El presidente de Estados Unidos Donald Trump declaró una nueva guerra comercial el fin de semana al confirmar el incremento de aranceles aduaneros, principalmente para importaciones de China, México y Canadá. Los mercados bursátiles reaccionaron como se esperaba, con un importante recorte de precios en sus principales indicadores, en especial en activos industriales y tecnológicos, aunque también en los financieros ante la inminente apreciación del dólar; lo que impactará en un deterioro de los tipos de cambios de otras monedas.
La Argentina recibió el movimiento de Trump, que forzará a una oleada de devaluaciones en el mundo, con un endurecimiento de la “tablita” del ministro de Economía, Luis Caputo, que profundizará la apreciación cambiaria. En las redes sociales, Caputo buscó transmitir calma en medio del derrumbe, asegurando que el ajuste fiscal y monetario nos mantendrá a flote. El cepo volvió a ser un aliado de La Libertad Avanza y en el Gobierno ven cada vez más lejos una apertura de la cuenta capital.
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Trump firmó el sábado decretos para imponer aranceles generalizados a los tres mayores socios comerciales del país, una medida que corre el riesgo de desencadenar una dañina guerra comercial. Sin embargo, durante la jornada se conoció que las subas de aranceles para México y Canadá fueron congeladas por plazo de un mes luego que ambos países aceptaran reforzar la seguridad de la frontera, mientras que China y Estados Unidos iniciaron conversaciones para destrabar el intercambio comercial. Las guerras comerciales también fueron una característica del primer mandato de Trump en la Casa Blanca. Pero sus últimos aranceles pueden ampliar la escala de las perturbaciones.
"Los tres países representan más de un tercio de los productos que se introducen en Estados Unidos y mantienen decenas de millones de puestos de trabajo estadounidenses”, señaló una nota de The New York Times. Originalmente, todos los productos importados de Canadá y México iban a estar sujetos a un arancel del 25 por ciento, excepto los productos energéticos canadienses, que se enfrentarán a un arancel del 10 por ciento, según los decretos. Ahora, la medida quedó suspendida para México, al menos por un mes. Los decretos también imponen un arancel del 10 por ciento a los productos chinos, aunque Trump anunció que se podría abrir un diálogo en breve.
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Cuando Trump impuso aranceles a China durante su primer mandato, la mayor parte de esos costos repercutieron en los consumidores estadounidenses, un escenario que probablemente se repita una vez más. Eso podría significar precios más altos en los supermercados, en los concesionarios de automóviles y en las gasolineras. Esa inflación podría requerir una política de tasas de interés más agresiva, lo que provocaría una apreciación del dólar. Los mercados cambiarios de los principales mercados globales operaron a la baja anticipando una guerra de monedas.
La Argentina, en otro cumpleaños
En los últimos tiempos quedó clara que la absoluta alineación del gobierno de Javier Milei a la política estadounidense no muestra una coordinación de medidas. Por el contrario, la administración libertaria parece moverse dentro de un corsé ideológico que no tiene correlato en la realidad. Mientras el mundo se prepara a una guerra de monedas –una carrera devaluacionista frente al fortalecimiento del dólar—Argentina celebra un ajuste de la política cambiaria a un ritmo de ajuste del precio oficial del dólar de apenas 1 por ciento mensual, la mitad de la velocidad a la que corrió el año pasado la “tablita” Caputo.
“Algunos preguntando por el contexto internacional. Siempre contemplamos la posibilidad de que haya shocks externos, como el que estamos viendo en este momento. El mejor antídoto contra esto es garantizarles a los argentinos que este gobierno nunca se va mover un centímetro del orden fiscal y monetario que llevamos adelante desde el día 1”, publicó Caputo en la red social X. Lo concreto es que al Gobierno de Milei lo volvió a salvar el cepo, que impidió una corrida de capitales de los emergentes hacia Estados Unidos, en un proceso al que se lo conoce como “fly to quality”.
Desde el think tank del ex ministro Martín Guzmán aseguraron a El Destape que, “más allá de las idas y vueltas que está mostrando el gobierno estadounidense, es probable que durante los tiempos venideros el dólar esté algo más fuerte, lo que dada la política cambiaria que se está implementando en Argentina significa un peso también algo más apreciado en términos reales”. “El impacto por sectores es heterogéneo: para algunos sectores no será relevante, mientras que para los que ya están sufriendo problemas de competitividad esto le agrega mayor dificultad al problema”, detallaron.
Un fortalecimiento del dólar podría jugarle en contra al carry trade de Caputo-Bausili, dado que los activos argentinos serán menos atractivos.“En principio, el canal tradicional sería a través de la debilidad de monedas emergentes que, al mismo tiempo, afecta el tipo de cambio real multilateral y el comercio de Argentina con el resto del mundo. Además, si Estados Unidos se cierra, las exportaciones mundiales caen y eso genera un efecto riqueza negativo que afectaría la cuenta corriente por el otro lado”, sintetizó a El Destape el investigador y economista del Instituto Interdisciplinario de Políticas Públicas de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet (IIEP UBA-Conicet), Damián Pierri. El investigador reiteró que “esto es negativo para la cuenta corriente y para la competitividad argentina”.
“Eso, obviamente, en un contexto de reservas escasas y de la rigidez del esquema cambiario debería generar búsqueda de cobertura en los dólares libres o dólares bursátiles y eso atentaría contra la estrategia de carry trade”, agregó Pierri.
La guerra comercial argentina
“Por primera vez el balance de bienes en más un año arrojó un déficit. Entonces, el peligro está en que se deteriore la cuenta corriente, que ya viene complicada por el crecimiento de las importaciones”, sostuvo Alejandro Vanoli, director de Synthesis y ex presidente del Banco Central. En diálogo con El Destape, el economista consideró que el país vive “un momento difícil, particularmente por la apreciación del dólar a nivel mundial que pone presión en el tipo de cambio local”.
“El Gobierno va a tener que aumentar su nivel de intervención si quiere mantener el tipo de cambio atrasándose. Un poco luce como poco oportuno una devaluación mensual del 1 por ciento en este contexto donde seguramente los emergentes van a tener mucha volatilidad en sus monedas”, dijo Vanoli. Esa mayor intervención se exhibió en las últimas semanas, producto de un mercado que vislumbra una devaluación en ciernes ante la pérdida de competitividad de la moneda.
“En un mes (enero) con fuerte presión en la brecha por desarme de posiciones de carry y mayor turismo, la intervención cambiaria del BCRA restó reservas por 326 millones de dólares (983 millones de desde julio)”, detalló el último relevamiento de la consultora lcg. “En un proceso sostenido de deterioro de la cuenta corriente cambiaria que ya lleva siete meses en rojo, en diciembre hubo dos hechos para destacar: i) la reversión del superávit de la balanza comercial de bienes después de 17 meses; y ii) la fuerte intervención del BCRA en los mercados paralelos para contener la brecha cambiaria”, agregó lcg.
Frente al deterioro del ingreso genuino de reservas, que el Gobierno busca apuntalar con una baja temporal de retenciones al sector agroexportadores, y a la espera de posibles de desembolsos del Fondo Monetario en un nuevo acuerdo, el frente externo estará marginalmente aliviado por los dólares que se genere en Vaca Muerta y la reversión de la balanza energética. Sin embargo, acá también vamos a contramano. Mientras que Estados Unidos busca reforzar su infraestructura energética para abaratar la energía, en Argentina loteamos al mercado un mega gasoducto financiado con recursos de todos los argentinos que podría garantizar energía accesible a empresas y hogares, haciendo más competitiva la economía.
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