Después de una campaña estadounidense plagada de rumores y teorías conspirativas que incluían a Rusia, el presidente electo, y el mandatario ruso, Vladimir Putin planearon un "encuentro personal" y "coincidieron en que la situación de las relaciones es insatisfactoria".
"Se acordó seguir los contactos por teléfono y prever la perspectiva de un encuentro personal, que tendrán que ir preparando los representantes de ambas partes", así como "también abogaron por trabajar conjuntamente para normalizar la relación", informó un comunicado difundido por el Kremlin.
El texto también detalla que ambos dirigentes discutieron la guerra en Siria -un conflicto en el que Rusia y Estados Unidos pelean en bandos contrarios- y cómo cooperar en "la lucha contra el terrorismo", un tema en el que Moscú y Washington mantienen una posición más cercana desde el ataque contra las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001.
Putin, según el comunicado, le deseó buena suerte a Trump en la transición que tiene por delante hasta la jura del 20 de enero y le pidió reconstruir la relación bilateral "en pie de igualdad", según la agencia de noticias EFE.
Desde su victoria en las urnas el martes pasado, el magnate neoyorquino se puso en contacto con algunos de los principales líderes del mundo, una formalidad que se repite siempre que cambia el huésped de la Casa Blanca.
Sin embargo, su conversación con Putin tiene un valor agregado.
A lo largo de la campaña, Rusia y sus servicios de inteligencia estuvieron en el centro de rumores de posibles interferencias políticas, espionaje informático y hackeo de la elección.
En medio de esta inusual escalada diplomática, Trump repitió una y otra vez su admiración por Putin, al que describió como un "líder fuerte" y mejor que Obama.
Esto le valió muchas críticas de aliados y rivales y acusaciones de presunta colaboración secreta con el Kremlin.
Pero desde que ganó las elecciones, Trump ha intentado mostrarse un poco más moderado.
En el plano internacional, habló con los principales socios de Estados Unidos y prometió mantener las alianzas y algunos compromisos centrales del país, como la seguridad de Corea del Sur.
Hoy Obama adelantó en una conferencia que su sucesor le expresó esta semana, en su encuentro en la Casa Blanca, "su gran interés" en mantener las relaciones "estratégicas" de Estados Unidos a nivel internacional y, principalmente, con sus socios de la OTAN.
En el plano nacional, en tanto, Trump mostró un primer adelanto de cómo será su gobierno, al elegir a quienes serán sus dos principales respaldos en la Casa Blanca: el presidente del Partido Republicano, Reince Priebus, como futuro jefe de gabinete, y su último jefe de campaña, Steve Bannon, como su principal estratega y asesor.
Estas dos designaciones parecen demostrar que el magnate intentará mantener un equilibrio entre el aparato republicano y la extrema derecha, que lo apoyó incondicionalmente durante la campaña.
Bannon es un explosivo agitador mediático que antes de sumarse a la campaña Trump dirigía un portal de noticias, Breitbart, que se había convertirse en el principal refugio de la llamada derecha alternativa, una nueva corriente radical que tiene el nacionalismo blanco como valor fundamental.
Priebus, por su parte, es un político de carrera que lidera desde 2011 el Comité Nacional Republicano y, por tanto, está muy bien conectado con las mayorías conservadoras que controlarán el Congreso durante al menos dos años más.
Particularmente, es amigo del presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, uno de los principales detractores republicanos de Trump durante la campaña.
Mientras la designación de Priebus generó cierta tranquilidad en Washington, la elección de Bannon cosechó una ola de repudios de los demócratas, medios de comunicación y organizaciones defensoras de los derechos civiles.
Aún es muy temprano para saber si Trump cumplirá con su promesa de crear una alianza con Rusia para poner fin a la guerra en Siria -una decisión que cambiaría por completo la situación en ese devastado país y significaría un durísimo revés para los rebeldes- o cuán radical será su gabinete y, principalmente, sus políticas públicas.
Como lo explicó Obama hoy desde la Casa Blanca, antes de partir hacia su última gira internacional: "¿Tengo preocupaciones ante la Presidencia de Trump? Absolutamente".
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