El futuro gobierno de EE.UU. El presidente electo confirmó las versiones sobre la designación de Rex Tillerson. Dentro del Partido Republicano hubo fuertes críticas.
Para llegar a dirigir la política exterior de EE.UU., que Moscú te declare oficialmente “amigo” no es el mejor de los curriculums. A menos que el empleador se llame Donald Trump y que el candidato sea el CEO de una de las cinco empresas más valiosa del mundo, la petroleraExxonMobil.
El nombramiento por parte del presidente electo del texano Rex Tillerson (64) como el próximo canciller de los Estados Unidos despertó críticas hasta en su propio partido. Los también republicanos Marco Rubio y Lindsey Graham, dos senadores que rivalizaron con Trump en las primarias, expresaron su malestar sin ambigüedades.
“El próximo canciller debe ser alguien que vea al mundo con claridad moral y esté libre de posibles conflictos de interés”, dijo Rubio en una sutil alusión a los posibles compromisos de Tillerson con la petrolera donde trabajó desde que terminó sus estudios de ingeniería civil, en 1975. Graham fue menos elíptico: “Hay muchas preguntas que necesitan respuesta, teniendo en cuenta sus muchos acuerdos empresariales con la administración de (Vladimir) Putin y su anterior oposición a las sanciones contra el gobierno ruso”.
En las últimas décadas, las dos organizaciones que más contribuyeron al bienestar financiero de Tillerson fueron el gobierno de Vladimir Putiny la petrolera ExxonMobil. El primero, por asegurarle la explotación de unos yacimientos en la costa este de Rusia (1999) y de pozos en el Ártico (2011-2013). La petrolera, por nombrarlo CEO en 2006 precisamente gracias a sus éxitos en Asia. Los mismos logros por los que Putin lo declaró oficialmente amigo en 2013 con la “Orden de la amistad”.
Además de las acciones de ExxonMobil aún en su cartera de inversiones, Tillerson le debe a la petrolera toda su carrera profesional: en ella moldeó su forma de ver el mundo. Pero lo que es bueno para ExxonMobil no lo es necesariamente para Estados Unidos. Así lo demuestran las acusaciones contra la petrolera en 2015 por esconder información que demostraba el calentamiento global y el rechazo de Tillerson a las sanciones impuestas por el gobierno de Barack Obama contra el gobierno de Putin tras la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea.
Más allá de valorar la capacidad de Tillerson para hacer de los intereses de Estados Unidos su nueva prioridad, la pregunta del momento es por qué Trump lo eligió para el cargo con el que antes había engolosinado al ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani; a su rival en las primarias, el senador Mitt Romney; y al ex jefe de la CIA, David Petraeus.
A lo largo de su campaña, el magnate republicano insistió en que quería “llevarse mejor” con Rusia. El nombramiento de Tillerson hace pensar en que esa sigue siendo su intención. Otro presidente habría mostrado más prudencia en un momento en que la CIA sospecha de injerencias rusas para manipular el resultado de la elección, pero la prudencia no parece formar parte del universo Trump.
Además de la posible marcha atrás en las sanciones contra Rusia por su intervención militar en Ucrania, otro cambio posible en la política exterior con la llegada de Tillerson es el papel de Estados Unidos en el conflicto sirio. Hasta ahora, Obama ha insistido en la renuncia del presidente Bashar al Assad, aliado de Putin. Pero Trump no pone condiciones: su única prioridad es el fin de los terroristas del ISIS, a cualquier costo y con cualquier aliado, también Moscú.
Lo que no parecen estar viendo con tanta claridad desde el equipo del presidente electo es que una alianza con Moscú en Siria los pone en conflicto con otro de sus objetivos en política exterior, terminar el deshielo en las relaciones con Irán promovido por Obama. El triunfo de este martes contra los rebeldes de Aleppo no es sólo del ejército de Assad y del de Putin: lo comparten con Hezbollah, fuerzas financiadas y entrenadas por Teherán. No es común que el Senado rechace un nombramiento, pero el malestar con que varios republicanos prominentes recibieron a Tillerson hace pensar en que no será un mero trámite. Trump no puede perder un sólo voto. La comisión encargada de aprobarlo estará formada por 10 republicanos y 9 demócratas, donde es seguro que no recibirá apoyo. “Con Rex Tillerson como nuestro canciller, el gobierno de Trump estaría garantizando a Rusia que tiene a un amigo dentro del gabinete”, escribió en su cuenta de Facebook el senador demócrata Bob Menendez.
Como dijo el republicano Rubio, ser “un amigo de Vladimir” no es el atributo más apropiado para un canciller de EE.UU. Probablemente no le sirva de consuelo a Rubio, pero Tillerson no es el primer extranjero en recibir esa distinción de manos de un ruso. Creada en 1972 por el 50° aniversario de la Unión Soviética, “La orden de la amistad de los pueblos” fue el galardón con que Moscú distinguió al británico Kim Philby. La única diferencia es que al alto cargo del espionaje del Reino Unido se lo dieron después de traicionar a su país.
Fuente: agencias
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