Nuevo gobierno en EE.UU. Son el canciller y los jefes del Pentágono y de Comercio. El magnate siguió ayer en reuniones de consulta.
Un multimillonario, un ex marine y un representante del establishment republicano. El primero, Wilbur Ross, para el Departamento de Comercio. El segundo, James Mattis, como secretario de Defensa. Y el tercero, Mitt Romney, a la jefatura del Departamento de Estado. Donald Trump recibió entre el sábado y hoy a los tres en su club de golf de Nueva Jersey. Esta noche, seguía manteniendo el suspenso sobre cuál será su elección final, aunque el trío sonaba con fuerza.
Para Mattis, el magnate tuvo palabras de elogio y no se molestó en desmintir su posible nombramiento. “Un general de generales”, dijo de él. Con Romney, su viejo rival en la interna republicana, se mostró menos locuaz. Tuvo que ser su vicepresidente, Mike Pence, el que comunicó a los periodistas que estaban “activamente considerándolo” como secretario de Estado.
Aunque para muchos, el mero gesto de invitarlo ya fue una prueba de magnanimidad por parte de Trump. Romney, su adversario en las primarias, lideró la campaña “No Trump” dentro de las filas republicanas, lo llamó “estafador, embustero y fraude”, y dijo que “su política exterior haría menos seguros a EE.UU. y al mundo”. Tal vez por eso su nombramiento como heredero de la demócrata Hillary Clinton en la cancillería arrojaba algunas dudas.
A diferencia de Mattis y de Ross, Romney tiene rivales serios por el puesto: el ex intendente de Nueva York, Rudolph Giuliani (también estuvo en el club de golf ayer); el ex embajador de EE.UU. en la ONU, John Bolton; y el senador de Tennessee, Bob Corker.
Según un miembro del equipo de Romney consultado por la agencia de noticias Reuters, la elección de su jefe como secretario de Estado “es poco probable”. En su opinión, el encuentro con Trump sólo fue un gesto de cordialidad dirigido a los “republicanos que aún no saben si apoyar o no a Trump”.
El nombramiento de Ross para el Departamento de Comercio tiene menos obstáculos. Multimillonario, Ross hizo su fortuna (estimada por Forbes en 2.900 millones de dólares) comprando empresas en quiebra para después venderlas. Hay quien lo compara por eso con el negocio del fondo buitre de Paul Singer.
Pero no tendría por qué molestar a los votantes de Trump, que no tuvieron ningún problema en llevar a la presidencia a un hombre de dudoso accionar en el mundo de los negocios. Hasta la semana pasada, Trump seguía cosechando escándalos en ese rubro, cuando accedió a pagar US$ 25 millones para evitar un juicio y cerrar las demandas por fraude contra su universidad.
Mattis, el posible secretario de Defensa, también encaja con la visión del presidente electo. General retirado de los marines, encabezó las invasiones en Afganistán y en Irak y dirigió entre 2010 y 2013 el Mando Central de las Fuerzas Armadas. Pese a ser apreciado tanto por George W. Bush como por Barack Obama, fue finalmente apartado de su cargo cuando se opuso al actual presidente por su acuerdo con Irán.
Tanto durante la campaña como después de la victoria, Trump prometió suspender el acuerdo nuclear que Estados Unidos y las principales potencias del mundo firmaron con Irán para levantar las sanciones financieras y económicas a cambio de que detuvieran su producción nuclear.
El nombramiento de Mattis necesitaría una dispensa del Congreso, porque salió del ejército en 2013 y la legislación exige que haya pasado al menos siete años sin uniforme antes de dirigir el departamento de Defensa. Pero con la mayoría republicana en el Parlamento, no parece que sea un problema.
El Tesoro era el otro ministerio en disputa. Los nombres del ex Goldman & Sachs, Steven Mnuchin, y del republicano de Texas Jeb Hensarling se sumaron hoy al del CEO de JP Morgan Chase, James Dimon. Según el diario The Wall Street Journal, los dos primeros son “apolíticos” aunque Mnuchin tiene la ventaja de que ya demostró su lealtad cuando dirigió las finanzas de la campaña de Trump.
Es difícil anticipar los designios del presidente electo. Hasta ahora, ha elegido a moderados como Reince Priebus (jefe de Gabinete) pero también a radicales como Stephen Bannon (asesor principal), ex editor de Breitbart News, un sitio de noticias que defiende el supremacismo blanco. Otra señal de su vuelco hacia la extrema derecha fue el nombramiento el viernes del senador Jeff Sessions al frente de Justicia, al teniente general retirado Michael Flynn como Asesor de Seguridad Nacional y al representante Mike Pompeo como jefe de la CIA.
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