En el Gobierno, siguen la batalla electoral con más curiosidad que entusiasmo porque no esperan grandes cambios aunque ganen los demócratas: "Son más amables pero, a la hora de hacer el amor, son todos iguales."
Como el resto del mundo, los ojos del gobierno de Alberto Fernández están puestos en lo que ocurra en las próximas horas en Estados Unidos aunque con más curiosidad que entusiasmo. No esperan grandes cambios de rumbo con la elección que definirá si Donald Trump sigue como presidente o lo reemplaza el demócrata Joe Biden y tampoco entienden que el resultado vaya a tener, en el corto plazo, un impacto inmediato. "Unos son más amables que los otros pero, a la hora de hacer el amor, son todos iguales", ilustró un funcionario con un término más carnal en su metáfora. Hasta que haya un resultado definitivo, puertas adentro la orden es mantener el silencio de radio. Minimizar las declaraciones y eludir las definiciones. Evitar los traspiés como el de Mauricio Macri, en septiembre de 2016, cuando manifestó su preferencia por la demócrata Hillary Clinton en la disputa con Trump e incluso llegó a bromear con Bill Clinton respecto a que Juliana Awada lo agasajaría como "primer caballero" en la cumbre del G20 de 2018. También al entonces embajador en Washington, Martín Lousteau, se le atribuyeron dichos similares, aunque el hoy senador se ocupó de matizarlos. "No sé de dónde salió la información, yo lo que dije es que en el Gobierno hay gente que tiene relación con la administración que salía (de Barack Obama) y la continuidad hace más fluida las cosas. Pero no es un apoyo", aclaró.
Fernández está en contacto con su hombre en Washington, Jorge Argüello, y desde Buenos Aires monitorean, casi por reflejo, las encuestas que dan una ventaja promedio de ocho puntos a Biden. No obstante ello, ni en un extremo ni en el otro del continente se fían demasiado de esos sondeos. Ya probaron equivocarse en 2016 con Trump y las particularidades del sistema indirecto estadounidense, con su dinámica alterada por la pandemia por el caudal del voto anticipado, deja un margen de incertidumbre considerable. En los estados claves, la brecha se achica hasta el campo del error, entre uno y tres puntos. Hay estados que contarán votos por correo hasta tres días después de la elección. Algunos de ellos, como Pensilvania, son claves por la cantidad de electores que aportan al Colegio Electoral en el sistema de sufragio indirecto de Estados Unidos. A eso se suma el hecho de que el propio presidente estadounidense alienta, entre sus seguidores, la idea de un potencial fraude en su contra. Amenaza con desembarcar con un ejército de abogados al minuto siguiente que cierren los comicios. "No hay encuesta que dé a Trump ganador pero tampoco hay analista serio que diga que Biden va a ser presidente", comentan en el Ejecutivo argentino. Tanto en la Secretaria de Asuntos Estratégicos como en la Cancillería, las oficinas donde se reparten los canales de comunicación con el Norte, se preparan para una larga jornada de noticias y tuits cruzados. Si bien mantienen sus contactos con la gestión Trump con una agenda tan intensa como les resulta posible, se abrieron algunos puentes más informales con el equipo de Biden. Segundas líneas y referentes cercanos, mayormente, porque los más encumbrados del equipo demócrata se cuidan de mostrarse por las embajadas en la previa electoral luego del Rusiagate Si bien mantienen contactos con la gestión Trump con una agenda tan intensa como les resulta posible, en el Gobierno ya se abrieron algunos puentes más informales con el equipo de Biden A lo largo de 2017, se desnudaron los encuentros y diálogos de diversos funcionarios de Trump con diplomáticos rusos y la mayor parte de ellos terminaron tan comprometidos que debieron dejar el gobierno. Uno de ellos fue Michael Flynn, el primer consejero de Seguridad Nacional del magnate. Apenas duró 23 días en el puesto. No es que la Argentina constituya una misión tan sensible en DC como para representar un quiebre a la seguridad del Estado norteamericano, al estilo de una trama de John le Carré, pero todos son más precavidos ahora, deslizan en los pasillos diplomáticos. En Buenos Aires, ningún funcionario quiere arriesgar preferencias. "No hay hinchadas", ilustra uno de ellos ante la consulta de PERFIL. Otro reconoce que, en el discurso, un Biden presidente se ajustaría mejor a la retórica del Gobierno. Solo eso. Todos admiten, no obstante, que los demócratas no son menos duros en las cuestiones comerciales cuando hay varios capítulos pendientes con el Norte. El biodiesel por sobre todas las cosas, con un muro arancelario. Y aún perdiendo, Trump dejaría detrás suyo una agenda vinculada a los intereses permanentes de Estados Unidos que lo exceden. Puede que cambien los modos pero ,"en lo estructural, (demócratas y republicanos) son lo mismo", aseguran en la Rosada. Elecciones en EE.UU.: Fauci elogió a Biden y provocó el enojo de Trump China es el ejemplo predilecto. La estructura que montó Washington con Mauricio Claver-Carone al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el programa América Crece de inversiones en infraestructura y la Corporación Financiera de Desarrollo como brazo ejecutor no se desmontarían con la salida del republicano. Al contrario, es una arquitectura que lo sobreviviría para cumplir con su propósito de disputarle el espacio latinoamericano a Beijing. Con Trump o Biden, Argentina seguirá apostando a mantener los buenos vínculos con ambas potencias porque tiene tanto interés en formar parte de América Crece como de la Iniciativa de la Ruta y la Franja que impulsa la potencia asiática. "Para la Argentina, un ejemplo de relaciones exteriores normales sucedió el viernes 30 de octubre: Tandanor y la filial argentina de la norteamericana Red Chamber firmaron un acuerdo para que Red Chamber invierta 45 millones en la construcción de dos buques pesqueros. Y el mismo día, la empresa estatal china Sinograin le anunció a la Cancillería que en 2021 pasará a comprar cuatro millones de toneladas de soja, desde los tres millones actuales", remarcan en el ministerio. También que Estados Unidos sigue siendo el primer inversor y eso "no es contradictorio con mantener buenas relaciones con China o Rusia, que se traducen por ejemplo en las negociaciones por la vacuna Sputnik". Tampoco la región pareciera figurar hoy entre las prioridades de ninguno de los dos candidatos presidenciales. Al contrario, muy posiblemente su principal preocupación siga girando en torno a estabilizar la situación económica de Estados Unidos. En los diálogos bilaterales con la Argentina, lo que prevalece hoy son las cuestiones comerciales. En menor grado, Venezuela, solo cuando Washington requiere de alguna gestión. "Nuestra embajada sigue siendo un activo en ese sentido", concluye un diplomático experimentado. Si gana Biden, es posible que requiera de canales de comunicación con Caracas si lo que pretende es virar hacia una estrategia más dialoguista. ¿Y si sigue Trump? "También necesita alguien que hable con Maduro."
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