Elecciones municipales. La victoria de las nuevas alcaldesas de Roma y Turín, del movimiento antisistema 5 Estrellas, dejan al premier Matteo Renzi al borde del precipicio.
Ha sido un terremoto más un tsunami el resultado final de laselecciones municipales italianas, en las que en la segunda vuelta solo votó la mitad de los convocados a las urnas. Protagonistas claras del terremoto son dos chicas de 37 y 32 años, las nuevas alcaldesas de Roma y Turín. Ambas pertenecen al movimiento de Cinco Estrellasfundado por el comediante Beppe Grillo. El otro protagonista, pero en negativo es el primer ministro Matteo Renzi, jefe del partido Democrático que fundaron ex comunistas y ex democristianos, queprometía cambiarlo todo y que hoy es visto como la imagen de lo viejo. El tsunami, el maremoto que sigue al terremoto, es su suerte política, porque los resultados del domingo representan el principio del fin de una carrera que parecía refulgente y proyectada al próximo decenio.
Virginia Raggi, 37, abogada, madre de un chico, siente que “he entrado en la historia”. Gobernará en el Palacio del Palatino, donde funcionaba el Senado Romano y donde fue fundada la Urbe en el 753 antes de Cristo. Y su directo interlocutor será el Papa que reina en el Vaticano y es el obispo de Roma. Raggi, con un pasado de izquierda, se confiesa “católica pero no praticante”. Es la primera mujer en la larga historia de la “caput mundi” que recibe simbólicamente la corona de laureles, como decoraban durante el Imperio Romano la cabeza de gobernantes y dictadores.
El partido Democrático ha sido uno de los responsables de la llamada “mafia capital” y de pésimos manejos mezclados con corrupción, que obligaron a intervenir el gobierno romano y el propio PD.
El desprestigio se sumó a la bronca que viene creciendo en la sociedad italiana por el prolongarse “ad infinitum” de la crisis económica social iniciada en 2008. El premier Renzi se presentó como el joven político, nunca elegido en el Parlamento, capaz de mandar a casa a las viejas oligarquías y a los dirigentes caducos. Eso no ocurrió y tampoco ha sido superada la crisis, pese a que Renzi anuncia todos los días buenas novedades.
En toda Italia se votaba en la segunda vuelta en los 126 municipios donde en la primera ronda no habían sido elegidos los alcaldes con más del 50% de los votos. Esto incluyó las cinco principales ciudades: Roma, Milán, Nápoles, Turín y Bolonia.
La huelga de urnas se hizo más intensa en el balotaje, en la que votó solo la mitad de los electores. Pero el golpe resonante fue el éxito arrasador de las dos chicas “grillitas”, seguidoras del movimiento antisistema que hace unos años fundó Grillo.
Raggi cosechó el 67,2% de los votos contra el 32,6% de Roberto Giacchetti, del partido Democrático.
En Turín, donde todos esperaban la victoria del alcalde Piero Fassino, dirigente del PD y en otras épocas del partido Comunista, triunfó con el 54,6% Chiara Appendino, de 32 años, también casada y madre de un niño, laureada en la Universidad Bocconi de Milán, una especie de Harvard de economía de los italianos. Appendino también viene de la izquierda.
El caso de Turín es aún más interesante para mostrar el mal humor que humea desde abajo en la sociedad, porque Fassino hizo un gobierno honesto pero lleno de telarañas y oligarquías burocráticas. Como en Roma, el PD ganó en los barrios ricos y el Movimiento 5 Estrellas arrasó en las periferias pobres.
En Nápoles gano la alianza de grupos de izquierda que acaudilla el ex magistrado Luigi De Magistris, alcalde, reelegido con un 66,8%. El PD ni siquiera llegó a la segunda vuelta. De Magistris proyecta ahora lanzar un movimiento “a sinistra” a nivel nacional para entusiasmar a las masas excluidas.
En Milán, la capital del próspero norte italiano, la centroizquierda liderada por el PD triunfó con Giuseppe Sala que llegó al 51,7%, frente a la centroderecha de Stefano Parisi. Fue el enfrentamiento electoral más tradicional y tranquilo.
El gran problema, que a todos parece mortal, es que el primer ministro Matteo Renzi debe ahora hacer aprobar un referendum que se votará en octubre para sancionar una reforma constitucional que cambia la ley electoral y reduce los poderes del Senado.
Con imprudente arrogancia, Renzi dijo varias veces que si pierde el “sí” renuncia y se va a su casa. El terremoto con tsunami de las elecciones del domingo muestran que el “no” tiene todas las probabilidades de ganar y de producir una crisis política institucional. El clima de inestabilidad impera ahora en Italia,dañando la frágil situación económica que no logra salir de la gran crisis mundial y europea que lleva ocho años. A Matteo Renzi parece haberle llegado la hora del adiós en medio de una gran confusión porque no hay coaliciones alternativas a la vista.
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