Cómo funciona la actual composición del máximo tribunal de justicia, en el marco del pedido de juicio político del Gobierno a sus cuatro integrantes. Traiciones, alianzas y ambiciones de poder atraviesan la intimidad de la cabeza del Poder Judicial, que toma decisiones trascendentales para la vida de los argentinos.
Emilia Delfino
Desde 2016, cuando la Corte Suprema pasó a estar integrada por cinco jueces, el poder en el máximo tribunal tiene nombres pero también un número: tres. Esa es la cantidad de jueces que se requiere para confirmar una mayoría que permita tomar decisiones tanto jurídicas como administrativas y de gestión. Es el número de cartas que los dos jueces más poderosos del máximo tribunal en los últimos 16 años, Horacio Rosatti y Ricardo Lorenzetti, han estado barajando para conservar o intentar conservar el poder supremo.
La Corte que el presidente Alberto Fernández quiere someter a juicio político para impulsar la destitución de sus integrantes está atravesada con una interna suprema, nunca antes vista por abogados, magistrados y colaboradores que habitan el Palacio de Justicia, según reconocieron ante las consultas de elDiarioAR. Todos los consultados hablaron en off the record.
El poder en la Corte está dividido en dos bloques que actualmente parecen de acero: la mayoría o el trío (integrado por el actual presidente Rosatti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz) y un unitario (Lorenzetti), quien supo ser el poderoso presidente del tribunal entre 2007 y 2018, cuando perdió el cargo en manos de Rosenkrantz pero por una movida política atribuida a Rosatti.
El presidente Alberto Fernández al arribar a la Casa Rosada para reunirse con gobernadores e impulsar en conjunto el pedido de juicio político a la Corte. NA/Juan Vargas.
Algunos de los consultados en las últimas semanas han sostenido que la avanzada oficialista sobre los cuatro jueces podría obligarlos a unirse. Al fin y al cabo, resaltan, abroquelarse frente a un adversario común es la tendencia en el máximo tribunal últimamente.
Otros creen que no hay vuelta atrás y que la enemistad entre Rosatti, Maqueda y Rosenkrantz frente a Lorenzetti es irremediable. La comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados tendrá que elevar demasiado la temperatura para derretir el acero que los separa.
El diputado Juan Manuel López (Coalición Cívica), vicepresidente de la comisión parlamentaria y integrante del bloque que viene pidiendo el juicio político de Lorenzetti desde al menos 2017, dijo a elDiarioAR en una nota del domingo último: “Creo que la estrategia del oficialismo de tratar ahora este pedido de juicio político contra Lorenzetti busca no sólo dividir a Juntos por el Cambio sino también a la Corte, y podría terminar en una negociación entre Lorenzetti y el Frente de Todos”, que dejaría al juez de Rafaela afuera de la avanzada oficialista.
El enfrentamiento entre el Gobierno y la Corte se profundizó con el fallo a favor de la demanda de Ciudad por la coparticipación de la recaudación de los impuestos nacionales, que le quitó fondos al Ejecutivo Nacional. A diferencia de otros fallos centrales del tribunal, esta vez Lorenzetti votó en sintonía con el trío Rosatti-Maqueda-Rosenkrantz.
El juicio político contra los jueces de la Corte no prosperaría, al menos con la composición actual en Diputados y Senado: “Nuestro objetivo no es obtener los dos tercios en el recinto de la Cámara de Diputados para que avance el proceso de juicio político, sabemos que ese objetivo es muy difícil de alcanzar porque hoy no están los votos. Pero sí tenemos la cantidad de diputados en la comisión para avanzar con una investigación profunda sobre los cuatro jueces y dejar en evidencia las acusaciones en su contra”, aseguró el diputado Rodolfo Tailhade (Frente de Todos) a este medio.
elDiarioAR se comunicó con voceros y allegados de los jueces Lorenzetti, Rosenkrantz y Rosatti pero en los dos primeros casos declinaron responder sobre las internas de poder, las denuncias en su contra y el pedido de juicio político por el momento. En el caso del presidente del tribunal, aún no respondieron.
De los siete miembros que se había conformado durante la presidencia de Néstor Kirchner, habían quedado apenas tres integrantes a finales de 2015, a causa de las muertes durante 2014 de Carmen Argibay Molina y Enrique Petracchi y la jubilación de Raúl Zaffaroni, y el retiro de Carlos Fayt en septiembre de 2015.
Lorenzetti, Maqueda y Highton siguieron en el tribunal y en 2016 el presidente Mauricio Macri nombró por decreto, saltándose el procedimiento impuesto por la Constitución Nacional, a los abogados Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti (quien llegó con el apoyo de Elisa Carrió). Poco después, Macri debió enviar los pliegos de ambos jueces al Senado para cumplir con la Constitución.
La integración de cinco jueces fue impuesta por el kirchnerismo en 2006, con la sanción de la Ley Nº 26.183, que dispuso reducir el número de ministros a partir de futuras salidas de los magistrados (que entonces eran siete).
Lorenzetti conservó la presidencia. A partir de 2016, comenzó a funcionar la mayoría de tres para sacar fallos o tomar decisiones internas de poder, pero los tríos eran circunstanciales.
Por ejemplo, entre 2016 y 2018, existió “la mayoría peronista”, como el gobierno de Macri llamó a la alianza entre Rosatti, Lorenzetti y Maqueda, quienes acordaban fallos que disgustaban al macrismo.
Pero en 2018, el estilo “personalista” de Lorenzetti engendró otro trío, entonces conformado por los últimos dos jueces incorporados al tribunal y Highton, quienes impulsaron en las sombras el desplazamiento de Lorenzetti de la presidencia para nombrar en ese cargo a Rosenkrantz. La interna trepó a niveles inéditos, que se acrecentaron todavía más a partir de 2021.
Última etapa
La Corte quedó integrada por cuatro jueces a finales de 2021, cuando la jueza Elena Highton de Nolasco, única mujer y vicepresidenta del tribunal, decidió jubilarse aunque haía resistido su salida con un amparo. Fue luego de que el trío integrado por Rosatti, Maqueda y Rosenkrantz votó a Rosatti como presidente del tribunal.
La costumbre de votarse a sí mismo para el cargo más importante de la Corte no fue inaugurada por Rosatti. Fue una táctica del ex juez Julio Nazareno para mantenerse en la presidencia durante los 90 y ya lo había hecho Rosenkrantz en 2018, pero con el voto forzado de Lorenzetti, a quien Maqueda -otrora aliado indiscutido del juez de Rafaela- convenció de fingir el apoyo a su sucesor impuesto para guardar las formas, como contó la periodista Irina Hauser en su libro Rebelión en la Corte, que, junto con Los Supremos, detalla la historia reciente del máximo tribunal, las personalidades de sus integrantes y sus pujas de poder internas y externas.
La diferencia en 2021 fue que la designación de Rosatti ocurrió en septiembre, durante un acuerdo extraordinario convocado antes de tiempo, cuando Lorenzetti se encontraba de viaje oficial por el extranjero. Highton, que había sido clave para desplazar a Lorenzetti en 2018, solicitó formalmente que se aguardara a la llegada del juez de Rafaela para la votación, pero el nuevo trío avanzó de todas formas.
El presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, con su vocero y mano derecha, Silvio Robles, quien fue denunciado por el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Gentileza Diario Hoy.
Rosatti sólo pudo ser elegido con su propio voto porque no alcanzaba sólo con el apoyo del presidente saliente, Rosenkrantz y Maqueda. Highton renunció a la Corte poco después y el tribunal quedó atravesado por la disputa de poder interno entre el nuevo trío consolidado (Rosatti, Maqueda y Rosenkrantz) versus Lorenzetti, quien no renunció a disputar a su manera el poder en el tribunal. O al menos a vengarse de las “traiciones” de 2018 y 2021.
Rosatti y Lorenzetti tienen perfiles muy diferentes. “Durante su presidencia, Lorenzetti buscó siempre que los fallos reflejaran un equilibrio de decisiones que favorecieron a veces y perjudicaran otras a los grupos de poder externos a la Corte (el Gobierno de turno, Clarín, la oposición, los empresarios) y gestionó su poder construyendo una relación muy fuerte con los jueces, en especial con los federales de Comodoro Py. Rosatti, en cambio, construyó su liderazgo desde la confrontación con el gobierno actual y buscando la unión de los jueces abriendo el juego por afuera de Comodoro Py”, afirmó un jurista que conoce de primera mano el funcionamiento de la Corte.
El nuevo trío tiene ciertas características llamativas: Maqueda, el juez más antiguo del tribunal -lleva dos décadas-, de bajo perfil y sin vocación de presidir la Corte, “viene votando en sintonía con Rosenkrantz, quien se encuentra en las antípodas ideológicas y jurídicas” del juez cordobés, explicó a este medio un hombre del mundo judicial. “Lo unió el adversario común, Lorenzetti”, explica otro magistrado, al tanto de las intimidades del máximo tribunal.
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