Hace silencio públicamente sobre la pulseada de su hijo con el gobernador. En su entorno dicen que está “muy molesta” por la discusión. La foto con Mayra.
Por Gabriela Pepe
Cristina Fernández de Kirchner procura esquivar la guerra ya desatada a cielo abierto entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Enfocada en el análisis de la gestión de Javier Milei, la expresidenta mantiene el silencio sobre la interna, aunque impugna en privado lo que considera un adelantamiento del debate electoral 2025 por parte del gobernador y de su equipo de confianza.
“Está muy molesta. No le gusta nada que ya estén discutiendo quién va a tener la lapicera el año que viene”, dice un dirigente del peronismo que habló con ella sobre los cruces que protagonizaron el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, y referentes de La Cámpora, como el senador Mariano Recalde.
Escondidas bajo la alfombra durante meses, las tensiones del camporismo con Kicillof quedaron a la vista de todo el mundo en los últimos días, en particular a partir del lanzamiento del operativo clamor por parte de referentes de la provincia de Buenos Aires para avanzar en el armado nacional del gobernador. Uno de los primeros en decirlo fue el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, que lanzó la candidatura presidencial de Kicillof al tiempo que dio un portazo como presidente del Instituto Patria, el búnker político de Cristina.
Al clamor de Ferraresi se le sumaron las voces de otros dirigentes, como Mario Secco, Hugo Yasky y Abel Furlán. Pero quien más llamó la atención fue Larroque, uno de los fundadores de La Cámpora, que durante años formó parte del círculo íntimo de Cristina y Máximo Kirchner. Ya definitivamente abocado a la construcción de la candidatura nacional de Kicillof, el ministro provincial dijo que “cualquiera que ose murmurar, conspirar o sembrar cuestionamientos extraños” contra el gobernador “en una joda rara está y no está jugando a favor del peronismo”, en referencia a ciertas hostilidades que provienen del camporismo.
Larroque abrió, además, un interrogante sobre el liderazgo de la expresidenta. “¿Qué significa la conducción de Cristina, que tres ñatos te manden un WhatsApp?”, dijo. “El que cuestiona a Cristina anda en algo rarísimo”, respondió Recalde.
Cristina, contra el ajuste de Javier Milei
La expresidenta no se refirió a la pulseada entre Kirchner y Kicillof en público y tampoco lo hará. En el cristinismo dicen que “no le gustan” las internas y que está “enfocada y preocupada por las políticas de Milei” y pretender que la dirigencia siga la misma línea. Por eso, en febrero publicó un documento de 33 páginas con críticas al plan económico del libertario.
En los últimos días, Cristina volvió a mandar mensajes sobre la marcha del Gobierno a través de videos que subió a sus redes sociales que muestran encuentros que tuvo en el Instituto Patria con referentes de la política y de la cultura. “Bien, dentro de lo que se puede estar bien, con una situación como la que está viviendo la gente, el país. Es tremendo ¿no? Horrible es poco”, dijo la semana pasada cuando recibió a la actriz Rita Cortese. Esta semana, se refirió al impacto del DNU 70/2023 de Milei, que permitió el aumento descontrolado de las cuotas de las prepagas y las tasas de interés de los bancos.
El miércoles por la noche, se sacó una foto que se interpretó como una señal hacia la interna. La expresidenta posó junto a la senadora Anabel Fernández Sagasti y a la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, ambas integrantes de La Cámpora, en un evento que se celebró en el Café de las Palabras, el espacio que tiene en Almagro el diputado Eduardo Valdés.
Mendoza había estado junto a Kicillof por la tarde en Quilmes, en un intento por suavizar las tensiones internas que tuvo un mal resultado público. Hubo gestos adustos y frialdad. Por la noche, la intendenta subió a sus redes sociales la foto con Cristina. En el entorno de la expresidenta aclararon que el encuentro se produjo en un “evento familiar” de la exmandataria, que no tiene ninguna relación con la interna política.
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