Dos mujeres que eligieron a esta ciudad como su “lugar en el mundo” compartieron su experiencia vital con “El Periodista”. Una de ellas, la doctora Norma Gaido, llegó para hacer una especialización médica y nunca más regresó a su Córdoba natal más que para visitar a su familia. La otra, Virginia Ríos, se reencontró con su vocación artística, aquella que apenas había despuntado cuando cantaba en el recordado “Festilindo”, cuando se volvió tresarroyense por opción; hoy representa a este suelo en diversos escenarios y festivales, con gran éxito
“Esta ciudad permite desarrollar la profesión y la familia”
Norma Gaido es médica, y su acento todavía denota su origen cordobés. Sin embargo hace décadas que vive en Tres Arroyos, una ciudad que ama, y a la que le dedicó su vida como profesional y dirigente política
¿Dónde naciste, Norma, y cuándo llegaste a Tres Arroyos?
Nací en la ciudad de Córdoba. Y vine a Tres Arroyos a fines de 1974; entré a trabajar en el Hospital Pirovano, donde ya me jubilé, el 8 de enero de 1975. Habíamos llegado con mi marido para hacer una especialidad de Neumotisiología. Y aprovechamos que queríamos salir de Córdoba, nos independizamos, y llegamos primero a Bahía Blanca. Buscando dónde desarrollarnos profesionalmente nos mandaron a hablar con el doctor Naveyra, que estaba a cargo del Colegio Médico de entonces, y primero nos radicamos en Claromecó, que finalmente no nos gustó mucho porque era muy chico, había otra médica y además yo me trasladaba a Buenos Aires para especializarme en diabetes. Así que finalmente recalamos en Tres Arroyos, y pusimos el consultorio acá en la calle Maipú al 900, que en aquel momento era todavía de tierra, gracias a la ayuda de mucha gente. No teníamos teléfono, pero el vecindario fue de lo más generoso con nosotros y empezamos a trabajar. Mi primer paciente, mirá, fue la mamá de mi actual secretaria. Después nacieron los hijos, y tuvimos la oportunidad de tener muchos conocidos y amigos médicos, lo que nos fue afianzando. A los dos años vino Liliana Cassataro, mi cuñada, y el ‘nono’ Cassataro, y con el tiempo, yo que extrañaba mucho a mi familia, cuando falleció mi papá me traje a mi mamá conmigo, que vive y está acá con nosotros.
¿Cuándo aparece la política?
Mi primera actividad política fue en la Asociación de Profesionales del Hospital; luego empecé a intervenir en agrupaciones, con la CGT, con las 62 Organizaciones, y cuando Fernando Ricci era intendente, él y Rogelio Varese me propusieron como concejal. Primero no quería saber nada, pero finalmente acepté, gracias al concilio familiar y de las agrupaciones a las que pertenecía. Y eso me ayudó a insertarme más en Tres Arroyos, porque hasta ese momento mi mirada estaba circunscripta a mi trabajo profesional, y así obtuve la visión que te da la gestión pública, mucho más panorámica, más completa que la cuestión sanitaria que conocía hasta ese momento. Agradezco haber aceptado eso, porque la política me cambió la vida. Por eso sigo trabajando en el Partido Político.
¿Y cómo le ‘vendiste’ Tres Arroyos a otros familiares para que decidieran venir también?
Les hablé de la tranquilidad, de la posibilidad de poder educar tus hijos y estar con ellos; no es lo mismo estar en una gran ciudad. Nunca dejé de almorzar con ellos, de darles el desayuno, de cocinarles, de ir a sus actos escolares. Y en su época de adolescentes, yo sabía perfectamente con quién estaban. Y la familiaridad con los vecinos, esta confianza que se mantiene a pesar de lo mucho que ha crecido Tres Arroyos, la solidaridad. Uno se mueve en un medio que realmente es muy bueno. Y después la facilidad para la capacitación a distancia, que con Internet se multiplicó. Por eso vuelven los chicos que se han ido a estudiar afuera, entre ellos dos de mis tres chicos. Uno nunca se siente aislado acá. Esta ciudad, con las dimensiones que tiene, es por demás cómoda. Y nos damos cuenta cuando visitamos ciudades grandes. Lo que en aquel momento se pensaba que uno se perdía cuando se radicaba en el interior, no sólo no se perdió, sino que además lo ganamos en calidad de vida. Además, siempre pude aprender mucho de la gente con la que trabajé, de los profesionales jóvenes. Una ciudad como esta en la que vivimos le da a los profesionales, por más absorbente que sea su actividad, la oportunidad de desarrollarse además en familia.
Si vos viniste cuando Maipú era de tierra, imagino qué impresión te causará el crecimiento de Tres Arroyos…
Es impresionante, tanto el crecimiento como la vertiginosa incorporación de tecnología y adelantos en todos los sectores.
Como peronista que sos, me veo obligada a preguntarte si sentís que todos disfrutan de ese crecimiento...
Tal vez no, pero a pesar de todo, se hace mucho, a nivel del Gobierno, para incluir a todas las clases sociales. Faltaría un mayor seguimiento. Hay planes muy buenos, que se están realizando, como el Fines que nosotros llevamos a cabo en el Partido Justicialista para terminar el secundario. Yo no tengo contacto directo con el área de Acción Social de la Municipalidad, pero hay muchos planes que se bajan de Provincia y Nación que es necesario seguir minuciosamente para que se cumplan. Se necesita más control.
¿Y en el ámbito de la salud también hubo crecimiento?
El Hospital tiene una infraestructura que no tiene nada que envidiarle a centros de salud de ciudades más importantes. Se ha logrado tener equipos de última generación, como el tomógrafo, el mamógrafo, el equipamiento que se ha conseguido, los estudios que se hacen y la capacitación constante de médicos y paramédicos. La formación de enfermeros y mucamas es muy importante, se ha capacitado y ha dado origen a personal muy eficiente. Quizá hay algún problema suscitado tras el cierre del Policlínico, que desbordó el Hospital, y este último se encuentra con que no tiene el personal y el lugar suficiente para absorber esa demanda. No hay que olvidarse que antes, con una buena cobertura, la gente se iba directamente a atenderse a Bahía Blanca o Buenos Aires, mientras que hoy recibe atención básica acá y en todo caso recién se va si necesita algo más especializado. Se usa todo el sistema de salud. Está en carpeta la ampliación de internación en el Hospital, que financiaría Nación, y eso es muy necesario. Además creo que nos hacen falta más lugares en condiciones y la posibilidad de fiscalizar localmente los establecimientos para la tercera edad. Hoy por hoy el control es provincial, y como concejal lo he peleado en su momento, incluso hay un proyecto ahora al respecto del bloque del FpV/PJ para que sea la Municipalidad la que controle y que se abran hogares sustitutos para la gente mayor, casas de familia que puedan albergar dos o tres personas, ayudando de esta manera al sostén de la familia y garantizando el acompañamiento a los abuelos. Por otra parte me parece muy positivo el avance en prevención de distintas patologías, como el Consultorio de Medicina Preventiva del Hospital, donde se trabaja tan bien. Y lo que tiene Tres Arroyos de lindo es que en temas como la violencia familiar, la necesidad de ayuda para alguien, el apoyo a alguna institución, cuando se organiza algo toda la gente colabora.
¿Te preocupa, en tanto, alguna cuestión en especial?
La inseguridad. Creo que deberían existir redes solidarias permanentes en los barrios, pareciera que falta compromiso ciudadano, quizá por eso del miedo, del no meterse por si pasa algo, por si hay alguna venganza. Porque en todos los otros temas la gente se involucra, en cambio cuesta conseguir gente que se integre al trabajo contra la inseguridad. Lo comprobé cuando era concejal. Pero tengo que reconocer que la tranquilidad de Tres Arroyos fue uno de los puntos que me impulsó a quedarme. Vivía con las puertas abiertas, algo que quizá se fue perdiendo al ritmo del crecimiento de la ciudad, y los cambios que vienen con eso.
Yo soy una enamorada de Tres Arroyos, porque en sus dimensiones, tiene todo lo que tiene que tener. Y es mi lugar en el mundo, no quisiera tener que irme nunca de acá.
VIRGINIA RIOS DEJO SU JOSE C. PAZ NATAL PARA RADICARSE EN ESTA CIUDAD“Esta ciudad me dio en 2 años lo que capital no me dio en 35”
Su debut artístico fue en “Festilindo”, el recordado programa de televisión musical para el público infantil. Sin embargo, Virginia Ríos no volvió a pisar un escenario, ni siquiera en la Ciudad de Buenos Aires donde vivió la mayor parte de su vida, hasta que una circunstancia familiar la trajo a Tres Arroyos. Hoy nos representa con éxito en varios escenarios
¿De dónde viniste, Virginia?
Nací en Buenos Aires, más precisamente en José C. Paz.
¿Y cómo llegaste a Tres Arroyos?
Es una historia medio loca. Resulta que yo tengo acá una familia del corazón, el mejor amigo de mi papá al que yo le decía tío desde chiquita, que vivía en un campo de Irene hasta la década del '80. Nosotros veníamos, cuando yo era chica, a vacacionar a Claromecó. En el '87 falleció mi papá, pero la amistad siguió. Y en el '97 murió ese tío, pero quedó su señora y sus tres hijas, que para mí son mis primas. Y mi familia de origen es uruguaya, yo y mi hijo Dalton somos los únicos argentinos. Así que cuando en el 2009 quedé embarazada, viviendo en Capital, con un papá que no se hizo cargo, decidí que no iba a criar a mi hijo en Buenos Aires. La opción era Uruguay o Tres Arroyos. Y acá estoy. Fue una decisión conjunta con mi mamá, que me acompañó y me apoya siempre. Así que acá vivimos los tres.
¿Y la música?
Yo canté en “Festilindo” en 1982, a los 7 años. Tuve una participación importante, pero como había que dejar los estudios para continuar, mis padres no quisieron. Y nunca más, salvo en fiestas familiares o algún evento del colegio, porque en todos los actos de la escuela estaba metida. Pero llego acá, y una compañera de trabajo me presenta a un guitarrista, que a su vez me presenta a otro guitarrista. Bernardo Huala, Sebastián Iturralde, Damián Roldán, Jorge Herrera, son algunos de los músicos que fueron impulsándome a cantar. Y el marido de una de mis primas me convenció para participar, con Bernardo y Sebastián, del Pre Fiesta del Trigo en el 2012. El me decía que tenía que estar en ese escenario, hasta que me anoté. En mi rubro, solista femenina de folclore, había cinco chicas. En el jurado estaba Claudio Toro. Y cantamos dos temas, y gané mi rubro. Actué ese año en el escenario alternativo, y en el 2013 me fui al Mayor. Así empecé a cantar, a beneficio, y donde me llamen.
¿No habías hecho nada con la música entonces hasta que viniste acá?
Claro. A mí Tres Arroyos me inundó, en todos los aspectos, no solo en la parte artística. Conseguí un trabajo que más de uno quisiera tener, en el Registro del Automotor, cuando no me conocía nadie, salvo Coco Galilea que hablaba conmigo por teléfono porque yo en Buenos Aires trabajaba en una fábrica textil. Acá salió la pensión de mi mamá que allá nunca habíamos conseguido, 27 años después de fallecer mi papá. Acá pude tramitarla, me han pasado cosas muy locas. Evidentemente estaba destinado a ser mi lugar en el mundo.
¿Cómo fueron esos primeros tiempos?
Yo llegué con mi hijo de 9 meses y sin laburo, y los pañales y la leche no te esperan, los tenés que tener. Así que el primer tiempo me iba a cantar a una casa de empanadas que estaba en el Paseo Español, unos boleros con pistas mientras la gente comía, y me pagaban 150 pesos con los que compraba leche y pañales. Hasta que conseguí trabajo. Fue duro. Había venido con la plata para comprar una casa, porque había vendido el departamento en San Telmo, un bebé y una mamá jubilada. Tres Arroyos me dio en dos años, lo que la Capital no me había dado en 35.
Y empezaste como artista local a expandirte hacia otros rumbos...
Sí, a medida que fui haciendo algunos contactos me fueron llamando, de a poco, y he hecho presentaciones en otros lugares, como la que hice en Necochea recientemente y que fue con una ovación del público realmente impresionante. Nos habían pedido 4 temas y terminamos haciendo 6 porque la gente estaba enloquecida.
¿Cómo te parece, a propósito de esto, que trata Tres Arroyos a sus artistas?
Creo que hay que apoyar más al artista local, sobre todo a ese que está siempre. Hay locales que sólo están cuando hay un peso, mientras nosotros tocamos cuando hay plata y cuando no. Y sin embargo parece que siempre llaman a los mismos. Y fallan algunas cuestiones organizativas en grandes eventos como la Fiesta del Trigo. Eso me ha provocado algunas discusiones y enfrentamientos, por los que quizá me consideran un poco “la loca”, pero me interesa defender al artista lugareño porque es el que convoca a la gente. No hay presupuesto que permita pagarle a todos los números de afuera que se pretendería tener. Por eso hay que tener en cuenta a los de acá, pero de otra manera. Que ganen lo suficiente para cambiar las cuerdas, para comprarse ropa nueva…Me pasó que tuve que esperar horas para actuar, cuando me habían convocado para un horario determinado. Y hasta me han sacado de un camarín porque llegaba un artista “de afuera”. Nosotros no cantamos para las autoridades sino para la gente. Otros padecen el mismo destrato, pero la diferencia está en que no lo dicen.
¿Faltan espacios para que se presenten los artistas?
Sí. En Indio Rico hay una pulpería en la que hemos tocado dos veces, y nos tratan muy bien. En Necochea, aún con sus falencias, hay una matera que presenta artistas todo el año.
¿Tus músicos siguen siendo tresarroyenses?
Sí, por supuesto. Me acompañan verdaderos profesionales, como Luis Pintos, que tiene 25 años de trayectoria y la humildad de dejar de cantar para acompañarme a mí con la guitarra; el Negro Blanco, con 40 años tocando el acordeón y al que incluso he hecho tocar la guitarra; Lucas Giménez, gran bailarín y percusionista; tenemos el apoyo de Jorge Herrera en presentaciones importantes, y queremos incorporar a Paola Arriaga en una segunda acordeón. Y para mí ellos tienen que tener protagonismo.
Además, yo toco la guitarra todos los domingos en la misa de las 7.30 de la Parroquia del Carmen.
¿Y qué te gusta de la ciudad?
¡Todo! Acá se me dio la posibilidad de comprarme mi primer auto, algo que en mi vida jamás pensé que podría tener, y ahora manejo hasta en la ruta. Y en este barrio, que es casi todo de jubilados, salgo y es otro aire. Yo vivía en Piedras y México, en Capital, donde paraban tres líneas de colectivos. Acá tengo 50 metros de fondo, donde mi vieja hace quinta, y vemos los pajaritos. Allá teníamos un balcón de 1x1 que llamábamos ‘el pensadero’, salíamos a fumar con mi vieja y se nos ocurrían las ideas…
Tu hijo ya es bien local…
Sí, ya dice “Tres Arroyos” bien clarito. Y le encanta que yo cante, siempre me acompaña en todas las canciones.
¿Tu proyecto es quedarte acá?
Sí, espero que no sea pronto, porque incluso hasta dejé de fumar, pero de acá voy derecho a Güemes (risas).
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