El Gobierno analiza postergar las primarias para el 12 de septiembre. Cómo llega la coalición opositora al futuro escenario electoral
“Las listas no las va a poder cerrar ni Mandrake”, dijo a Infobae un experimentado armador del PRO sobre lo que le espera este año a la oposición. Sean el próximo 12 de septiembre, como propone el Gobierno; o el próximo 8 de agosto como fija el calendario electoral, en Juntos por el Cambio la sensación que impera es que las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) permitirán encauzar los liderazgos internos y reordenar las pretensiones de los caciques en ebullición que buscan un lugar en el Congreso.
Por su irrelevancia en la definición de las principales candidaturas en las últimas elecciones, las PASO no son bien vistas socialmente. La dirigencia política se suma demagógicamente a ese eco y, en más de una oportunidad, clama en voz alta por su cancelación. Pero cuando llega el momento, el sistema político partidario responde para sostenerlas.
En ese juego especulativo está embarcado el oficialismo, luego de que los gobernadores del interior se organizaron con un reclamo al presidente Alberto Fernández para suspender las primarias. Rápidamente el planteo se encontró con los reparos del kirchnerismo, por un lado, y con la cerrazón de una mayoría en las bancadas opositoras, por el otro.
“Ningún régimen electoral es perfecto, pero las PASO son un sistema donde los partidos, al menos, tienen que proponer candidatos que no sean tan impresentables”, reivindicó un encumbrado dirigente de la Unión Cívica Radical (UCR). “Estar bajo el escrutinio de la ciudadanía es mejor que una elección cerrada, donde los gobernadores e intendentes llevan en su lista a quienes se les da la gana”, agregó.
La sugerencia de aplazarlas al 12 de septiembre generó un clima de sospecha en un sector de Juntos por el Cambio, principalmente en las alas más duras del macrismo. Entre quienes prefiguran el diálogo con el Gobierno reconocen que esa alternativa se baraja, al menos, desde hace dos meses, lo que no sorprende. Experimentados dirigentes opositores consideran que la propuesta del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, es seria y razonable.
Las cuestiones técnicas y formales de la convocatoria a las PASO no serán de un mayor problema. La incertidumbre en Juntos por el Cambio está puesta aún en quienes encabezarán las precandidaturas en cada distrito, sobre todo en las jurisdicciones principales: la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires, donde la relación entre los “duros” y dialoguistas está tensa.
“Falta un montón, y más si se corre el cierre de listas, porque eso aplazaría las definiciones para el 20 de julio. Puede pasar de todo, no le tenemos miedo a las internas”, confió un dirigente de la Coalición Cívica conocedor de la ingeniería electoral.
El ministro del Interior, Wado de Pedro, junto al jefe del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados, Mario Negri.
1. Liderazgo multipolar
La derrota de Mauricio Macri en 2019 frente a Alberto Fernández aceleró el movimiento de los electrones que anteriormente orbitaban en torno al fundador del PRO. Juntos por el Cambio no tuvo una implosión atómica, pero sus partes cobraron una creciente autonomía.
En el macrismo, la figura de Horacio Rodríguez Larreta se consolidó durante el año de la pandemia con una proyección nacional. Con el culto a la moderación y de la “antigrieta” como dogma, el jefe de Gobierno porteño delinea su camino a la ampliación hacia el centro moderado de la base electoral, siempre con el eje de gestión. En su ensayo en la Ciudad, Larreta es afín a conformar alianzas políticas que trasciendan los partidos que fundaron Cambiemos, como el Partido Socialista o el GEN.
Patricia Bullrich, la presidenta del PRO, cuenta con la venia de Mauricio Macri, quien reapareció en las últimas semanas con su último libro “Primer Tiempo”. La ex ministra de Seguridad de la Nación cultiva uno de los perfiles más confrontativos contra el Gobierno y está focalizada en apelar al núcleo conservador y más anti kirchnerista del electorado. Está decidida a encabezar la lista de diputados nacionales en la Ciudad de Buenos Aires y competir con sus correligionarios, de ser necesario. Un conocedor de la interna partidaria cree que Bullrich puede arrastrar cerca de un 40% del caudal de votos en la capital del macrismo.
El domingo pasado, Patricia Bullrich desembarcó en la provincia de Buenos Aires con el grupo “Somos Equipo PRO” para incidir en el mayor distrito del país. Es un sector del que participan el senador nacional Esteban Bullrich, la ex funcionaria de Seguridad Florencia Arietto, los intendentes Martín Yeza (Pinamar), Javier Iguacel (Capitán Sarmiento) y Francisco Ratto (San Antonio de Areco), los diputados Waldo Wolf y Pablo Torello, entre otros dirigentes.
Entre ambos polos está María Eugenia Vidal, que mantiene una buena imagen positiva entre la ciudadanía. En el macrismo hay inquietud con los movimientos de la ex gobernadora y su ausencia. Se desconoce si competirá en 2021, y si irá por un cargo en la Ciudad o la provincia de Buenos Aires. Por lo pronto, reaparecerá con su libro Mi camino, que relata su experiencia en primera persona sobre su recorrido en la política.
Cercano a Horacio Rodríguez Larreta, el senador porteño Martín Lousteau se perfila como figura nacional en ascenso. Desde siempre, el economista quiso ganar la jefatura de Gobierno porteña, pero no será fácil la decisión qué pesará en el cálculo final de Larreta: si defender el bastión PRO o privilegiar la estructura nacional.
Lousteau se encolumnó decidido en la disputa con la conducción tradicional que hoy representa Alfredo Cornejo como presidente de la UCR. Allí se midió por primera vez y salió derrotado en las primeras internas, pero con resultados competitivos en cada provincia donde sus laderos se presentaron. La competencia clave fue la provincia de Buenos Aires, donde el oficialismo del diputado Maximiliano Abad se impuso al intendente de San Isidro Gustavo Posse, quien contaba con el respaldo de Lousteau. Es apenas una foto de la lucha de facciones que podrían ocurrir en las PASO y en 2023.
El factor UCR incide en el armado de las listas. “En 17 provincias, la mayoría de los dirigentes de Juntos por el Cambio, entre ellos gobernadores e intendentes, con posibilidad de ganar son del radicalismo. Solo en Provincia y la Ciudad de Buenos Aires los liderazgos son de otros, y está discutido en Córdoba. La perspectiva es buena”, describió uno de los principales miembros de la conducción partidaria. El mismo armador no descartó que haya varias listas de precandidatos de la UCR en muchas de las provincias, y que incluso haya boletas con candidatos cruzados de otros partidos.
El caso extremo del internismo opositor es Córdoba, donde desde hace tiempo las líneas de Ramón Mestre, Mario Negri y Luis Juez buscan imponerse en el territorio. “Lo bueno es que las dos tendencias de la UCR, en las últimas elecciones internas, ratificaron su pertenencia en Juntos por el Cambio. Es un debate saldado”, festejó a este medio el cuadro político del radicalismo.
2. El partido bonaerense
La provincia de Buenos Aires emerge como el distrito más huidizo para las PASO opositoras. Las agrupaciones cercanas a Juntos por el Cambio se multiplicaron en el último tiempo, con lealtades y estrategias cruzadas. Además del mencionado agrupamiento bullrichista “Somos Equipo PRO”, las distintas estructuras de tinte opositor afloran:
- Grupo Dorrego: un sector que agrupa a los intendentes Jorge Macri (Vicente López), Néstor Grindetti (Lanús), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Julio Garro (La Plata). Cerca de ese armado está Nicolás Ducoté (Pilar) y Ramiro Tagliaferro (Morón).
- La Territorial: es uno de los armados conformados por el riñón político de María Eugenia Vidal. Se trata de una agrupación de dirigentes del conurbano que han tenido cargos en poderes Ejecutivo o han sido candidatos en el pasado, y que busca enviarle un mensaje al Grupo Dorrego. Entre los impulsores aparecen el diputado provincial Alex Campbell y el candidato a intendente por Hurlingham y funcionario de Horacio Rodríguez Larreta, Lucas Delfino, en conjunto con el ex intendente de Quilmes, Martiniano Molina; el ex ministro de Desarrollo Social de Vidal y candidato a intendente de San Martín, Santiago López Medrano; y el presidente del Honorable Consejo Deliberante de Tigre, Segundo Cernadas.
- Partido del diálogo: es el sello que aglutina el ex presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. La agrupación acompañó a Cambiemos en elecciones pasadas pero formalmente, en la actualidad no está dentro de la alianza. Este sector es compartido por el ex ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y otros referentes, como Sebastián García De Luca, y es una de las alas de la oposición más distanciadas de Mauricio Macri. La aspiración última de Monzó, más allá de conseguir una banca de diputado nacional en 2021, es competir por la gobernación en 2023.
- Hacemos: es el espacio político que nació de la mano del intendente de Lanús, Nestor Grindetti y Diego Kravetz, que aglutina peronistas no kirchneristas en los 19 distritos de la tercera sección electoral. En ese sector pulula el mediático abogado Fernando Burlando, donde haría pie La Matanza, el bastión del peronismo que reúne 1.117.152 electores.
- Peronismo republicano: encabezado por el auditor general y ex candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto, el espacio está integrado además por el ex intendente Joaquín de la Torre y otros dirigentes justicialistas del peronismo disidente, como la senadora bonaerense Claudia Rucci. Es una apuesta por derecha más vinculada al justicialismo que pone el foco en una agenda por la inseguridad.
María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Jorge Macri, Cristian Ritondo y Emilio Manzo, las principales figuras del PRO en la provincia de Buenos Aires.
En la constelación de candidatos posibles no solo están Jorge Macri, sino que también resuena Diego Santilli, el vicejefe de Gobierno porteño que quiere presentarse en la provincia como la pata bonaerense del proyecto político de Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno porteño tiene además buen diálogo con el sector de Emilio Monzó y con Cristian Ritondo, al igual que con las figuras de peronismo republicano. En esa configuración, cada elemento está tensionado por las fuerzas centrífugas de los protagonistas de la coalición opositora.
El radicalismo reconoce que no tiene ninguna figura fuerte en el conurbano bonaerense. La expectativa es que se presente el neurocientífico Facundo Manes, que aún no oficializa su lanzamiento a la política.
El tercer factor que puede intervenir con una candidatura es Elisa Carrió, quien ya anticipó su intención de presentar una candidatura. “Lilita está destruida en las encuestas, con 60 por ciento de imagen negativa”, señaló un dirigente opositor que conoce el terreno. En la propia Coalición Cívica desconocen con qué ala de la oposición terminará alineándose la fundadora de Cambiemos. Su voz, sin embargo, siempre influye en el juego interno.
“La ebullición es muy grande en la provincia de Buenos Aires. Lo mejor es que, si tiene que explotar todo, que sea ahora y quede claro quien conduce hacia el 2023”, apuntó uno de los armadores del PRO.
Los radicales Martín Lousteau y Alfredo Cornejo.
3. El desafío por la renovación
La principal encrucijada política de Juntos por el Cambio es similar a la que cruzó al Frente de Todos en 2019: qué relato de futuro ofrecer a la población tras un gobierno derrotado como fue la gestión de Mauricio Macri. La UCR quiere revancha después de un rol desdibujado durante la etapa de Cambiemos. El choque de miradas más intenso es el de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, donde prácticamente las conversaciones son mínimas y que representan dos modos de vincularse con la polarización política.
“Son dos formas distintas de relacionarse con el Gobierno y la opinión publica. Están quiénes creen que se puede construir una narrativa muy distinta de fractura, y otros que creen que no hay que hacer nada, porque ‘el Gobierno se desdibuja solo’. Algunos creemos que si no hacemos una narrativa distinta, se va a naturalizar el relato del Gobierno de que no se consiguen vacunas porque faltan en el mundo, o que la crisis económica depende de la depresión mundial. Pero no son contradictorias”, dijo un partidario de la UCR de retórica encendida.
En la coalición opositora están confiados en poder dirimir los conflictos internos, incluso los de miradas ideológicas. La pregunta es hasta dónde llegará el “fuego amigo”. En Argentina, las primarias muy competitivas e intensas demostraron que los roces entre los candidatos, dirigentes y militantes pueden generar un efecto negativo en la alianza política e incluso hasta hacer perder votantes a la alianza en las generales, según analizaron en un estudio académico los politólogos Paula Clerici, Facundo Cruz y Lara Goybur. Está comprobado que el electorado no es totalmente fiel a una coalición. Uno de los casos citados en el paper es la recordada y hostil contienda interna por la gobernación bonaerense en 2015 entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez.
La tensión política es multinivel, e involucra diferencias en las identidades partidarias, estilos de conducción, poder territorial y aspiraciones personales. El incentivo está del lado de que permanecer en Juntos por el Cambio paga en el mediano plazo.
“Hay mucha gente que piensa que, por haber ocupado un cargo en el gobierno de Macri, tiene que estar en una lista”, apuntaron uno de los armadores del macrismo, al graficar una de las dificultades. Una voz de la Coalición Cívica, menos crítica con sus compañeros de ruta, expresó: “Las primarias incentivan a los acuerdos, porque no todos quieren competir. Y si no hay acuerdo, está la vía de escape de presentar una lista. Esto ayuda a resolver los conflictos y que el sistema no se atomice. Mucho cacique y ruido con la intención de negociar. Las cosas irán decantando”, concluyó.
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