El Gobierno analiza con los frigoríficos el precio de los cortes populares y el abastecimiento interno. La suba de precios de este alimento se explica por la sequía, el incremento del precio del maíz y el posible traslado de la devaluación del 22%.
Por SEBASTIÁN PREMICI
La fuerte suba de los valores de la carne en góndolas y carnicerías podría complicar los próximos resultados del Indice de Precios al Consumidor que mide el Indec. En una suerte de tormenta (im)perfecta, se combinaron tres factores: por un lado, el encarecimiento del maíz para alimentar el ganado luego de implementarse el dólar agro, sumado a la falta de stock como consecuencia de la sequía que provocó un adelanto en la faena. Y, por último, la devaluación del 22% en el tipo de cambio oficial. Por esta yuxtaposición de hechos, el Gobierno arrancó negociaciones con la cámara que reúne a los frigoríficos exportadores (Consorcio ABC) para que garanticen el abastecimiento en el mercado interno. Además, se negocian los precios de los cortes populares. En este contexto, el Gobierno también anunció un nuevo sendero para Precios Justos con la intención de que las empresas formadoras de precios puedan absorber los costos de la última devaluación sin un traslado directo a los consumidores.
Con la implementación del dólar agro, que impactó de lleno en el precio del maíz, principal insumo para la alimentación vacuna, los valores del ganado vivo saltaron un 22% en los mercados concentradores. “Los máximos corrientes del kilo vivo pasaron de $ 550 hasta $ 670. Esto representa en la media res (sin gastos ni impuestos) un aumento por kilo en gancho de $ 240, que a su vez se traduce en un aumento de la carne de entre $ 450 y $ 500”, explicaron desde la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (CICCRA), en su último informe mensual.
Durante los primeros días de agosto, el kilo vivo aumentó un promedio del 22%. Para la segunda semana, donde coincidió el calendario electoral de las PASO, los incrementos del ganado en pie llegaron al 30% en el Mercado de Cañuelas, según indicó a El Destape un negociador de hacienda.
Como consecuencia de estos movimientos, ya empezaron a sentirse los incrementos en los supermercados y carnicerías de barrio. Según el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, la suba promedio de este alimento en los grandes supermercados, registrados entre el 7 y el 14 de agosto, fue del 4,2%. Y todavía faltaría contabilizar el efecto devaluación del 22% anunciada tras las PASO. El alza de la carne era esperada por el mercado. Pero hubo un adelanto según el calendario manejado por los productores y comerciantes. Por un lado, la sequía hizo que los productores tuvieron que recurrir al engorde por maíz. Esto aceleró el proceso de producción, por ende, durante el primer semestre hubo una mayor faena a la esperada.
“Tras un primer semestre de fuerte salida de hacienda producto de la seca y un llenado ciertamente anticipado de los corrales de engorde, los niveles de producción se han mantenido muy elevados”, indicaron desde la Bolsa de Comercio de Rosario. Pero a partir de julio, la cosa cambió. Ya se habla de una caída del stock (que de todas maneras será circunstancial), y por ende, de los niveles de faena para esta parte del año.
“Los datos preliminares de faena que podemos observar a partir de los traslados de hacienda a frigorífico, muestran un mes de julio con 1.287.946 animales trasladados con destino faena. Ajustado por días hábiles, esto marca una faena diaria en torno a los 61.330 cabezas, un 6,3% menos que lo faenado en junio”, agregaron desde la BCR.
El stock de animales reportados por los feedlots al primero de agosto fue de 1,918 millones de vacunos, unos 115 mil animales menos que los informados un mes atrás. Es decir, una caída del 6% en el stock. A menor oferta, empiezan a tensionarse los precios en el mercado interno. Lo esperable.
El otro elemento que impactó en los precios fue el incremento de los costos por la suba del maíz utilizado como forraje. El uso de este cereal ronda el 70% de la demanda interna para alimentar a la ganadería, de los cuales un tercio se destina a la industria vacuna, otro tercio al sector avícola, un 12% sería para los porcinos y la lechería consumiría el 19% del forraje. Con el dólar agro para el maíz, ya en desuso porque el tipo de cambio oficial se ubicó en los 350 pesos, también se amplió el cupo de exportación de este grano, quitándole volumen al stock para consumo interno.
Al haber menos granos para alimentar a las vacas, porcinos y gallinas, se agregan más factores de tensión en los precios. “Los meses críticos suelen ser diciembre, enero y febrero. En aquellos meses debe haber maíz. Creo que se está jugando muy al límite con la ampliación del cupo de exportación”, sostuvo un dirigente rural en diálogo con El Destape. Y el tercer factor que impactará en los precios en góndolas será la devaluación del 22%.
Exportaciones
Para evitar un mayor traslado a precio a partir de la variación del tipo de cambio oficial, el Gobierno volvió a reunirse con los frigoríficos exportadores para negociar el precio de los cortes que deben quedar en el mercado interno y fijar los cupos de exportación.
En las últimas horas, Guillermo Michel, titular de la Aduana y de la Task Force de precios, mantuvo una reunión con Mario Ravettino, presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC), y Juan José Bahillo, secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, para agilizar los mecanismos de control en las exportaciones que permitan garantizar stocks suficientes para abastecer al mercado interno con precios acordes al bolsillo de los trabajadores y trabajadoras.
En el primer semestre de 2023, las exportaciones de carne vacuna sumaron un total de 322.200 y fueron equivalentes a 462.400 toneladas de res con hueso. Esto significó un incremento de 6,8% interanual. “Del total exportado, 85,6% correspondió a cortes congelados (79,0% de los cuales fue sin hueso), 14,1% a cortes frescos (99,9% sin hueso) y el restante 0,3% se integró con carnes procesadas”, indicaron desde CICCRA.
El precio interno de la carne va pegando saltos espasmódicos. Hubo una fuerte suba en enero y otra en febrero. Tras una suerte de estabilización, nuevamente volvieron las alzas. La hacienda en pie va desde los 600 y 800 pesos el kilo entre novillo y novillitos. En ganchos, es decir ya carneada, la media res se comercializa en los 1600 pesos el kilo, aproximadamente. Y cuando llega a las carnicerías, el precio puede duplicarse. Si en los últimos quince días el valor del ganado en pie aumentó un 30%, es lógico que el Gobierno esté preocupado por su posible impacto en góndolas, que ya empezó a sentirse. La negociación con los frigoríficos será clave, ya que son un sector que suele pujar por sus márgenes exportables en detrimento del consumo interno.
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