Con los números justos para la etapa final del debate, la Casa Rosada intenta seducir a los gobernadores Sáenz, Passalacqua y Gerardo Zamora. Perspectivas sobre cada uno, entre el pragmatismo y sus lejanísimas extracciones políticas.
Por: Brenda Struminger.
Guillermo Francos emprendió esta semana un agitado rally de conversaciones con gobernadores de orígenes muy lejanos a la ideología libertaria, que sin embargo se muestran dispuestos a escuchar las propuestas del Gobierno a cambio de votos en el Senado. Aún resta que la ley Bases se debata en Diputados, pero el oficialismo está preocupado por asegurarse las voluntades suficientes en el terreno de la Cámara alta, donde el kirchnerismo pisa fuerte. Con cada vez menos pruritos en la cruzada anti-casta, la Casa Rosada decidió orientar la estrategia de captación justamente a esa órbita del espectro político, con ofertas puntuales de fondos que faciliten el habitual pragmatismo de los jefes provinciales.
El ministro político, encargado principal de todas las negociaciones por la ley Bases, no suele viajar seguido al interior. Sin embargo, esta semana hizo una excepción y se tomó sendos vuelos de línea a Santiago del Estero y a Misiones. Mientras tanto, la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, hizo lo propio con rumbo a Salta. En las dos primeras gobiernan Gerardo Zamora y Hugo Passalacqua, delfín del todopoderoso Carlos Rovira. En la tercera, Gustavo Sáenz.
Los tres tienen en común, además de la zona geográfica, su pasado de abierta afinidad con los gobiernos kirchneristas y con el experimento albertista. Pero el Gobierno se encargó, en sucesivas conversaciones informales desde febrero, de sentar las bases para generar, aunque sea, una instancia de diálogo con promesas de reapertura de obras y concesiones para las industrias locales.
Karina Milei y Martín Menem junto a Gustavo Sáenz
El más abierto es el salteño, que visitó y recibió en repetidas ocasiones a Francos, y días atrás se tomó una foto con Karina Milei. La hermana del Presidente apenas destina tiempo a los contactos con los caciques del interior, pero hizo una excepción en su visita a la capital de Salta, a donde había viajado con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem para asegurarse, de cara a las próximas elecciones, el cambio de nombre de uno de los partidos de Alfredo Olmedo por La Libertad Avanza (LLA). Fue un encuentro político en un viaje con objetivos proselitistas, y en la sede del gobierno nacional quedaron convencidos de que Sáenz, que llegó al poder de la mano de Sergio Massa, les dará respaldo al presidente más liberal de la historia a través de sus senadores.
“Los gobernadores no responden a nadie más que a sí mismos. No nos importan los orígenes. Ellos tienen una responsabilidad ejecutiva y nosotros también, por eso tenemos una buena relación”, dijo un asesor del primer círculo de Javier Milei sobre el pasado massista del gobernador salteño.
Menos feliz es la perspectiva sobre Gerardo Zamora. Francos viajó a verlo después de mantener con cuidada reserva las conversaciones que mantenía desde hacía semanas con el líder santiagueño, entusiasmado por la posibilidad de que los -nada menos que- tres senadores que responden a su liderazgo acompañen Bases. El encuentro fue “positivo”, dijeron en su oficina, y destacaron el gesto que tuvo el gobernador al regalarle un libro sobre las proyecciones productivas locales.
Francos junto a Gerardo Zamora, gobernador de Santiago del Estero
Sin embargo, en la sede nacional no ponen las manos en el fuego por el cacique. No tanto porque fue uno de los más fervientes defensores de las gestiones de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, sino por el precio. “Es muy difícil tratar de convencer a alguien que no necesita nada”, deslizaron en el entorno del primer mandatario. No obstante, las conversaciones siguen abiertas. El jueves Zamora envió una comitiva a la Casa Rosada para alcanzarle a Francos una lista de la obra pública que estaría interesado en retomar después de que el Ministerio de Economía abriera las puertas a una reactivación parcial, y aún restan dos semanas para el inicio del debate en la Cámara alta. De mínima, creen que el mandatario norteño podría garantizarles convenientes faltazos el día de la votación. “Quizá se compliquen los vuelos”, deslizaron en Balcarce 50
El caso de Misiones es difícil de predecir. El gobernador Passalacqua responde a su todopoderoso predecesor, Carlos Rovira, que maneja los hilos políticos locales desde hace dos décadas y está detrás de cada gobernador. El viernes, Francos visitó al jefe del Ejecutivo en la sede de la gobernación, y luego vio al armador misionero por excelencia en la Legislatura. Después, pidió específicamente que pusieran el adjetivo “excelente” para calificar las reunión en los tuit de rigor que publicaron sus colaboradores después.
El dúo misionero puede facilitarle los votos de dos senadores al Gobierno, un botín poco despreciable si se tiene en cuenta que el oficialismo, que tiene sólo ocho legisladores propios, y apenas araña los 37 votos necesarios para sacar la ley Bases. El bloque de “los 39″ que había logrado construir con el arco no-kirchnerista Victoria Villarruel está diezmado por la reticencia de los patagónicos Alberto Weretilnek y Claudio Vidal. Aunque en las últimas horas en Balcarce 50 aseguraban con visible confianza: “Alberto está adentro”.
Francos junto a Hugo Passalacqua, gobernador de Misiones
Por otro lado, no descartan que Vidal termine cediendo. “Es gremialista, esos son escurridizos”, dijeron sobre el mandatario santacruceño que pide más fondos para Represas, para Yacimientos Carboníferos de Río Turbio (YCRT) y que la Nación le ceda los pozos maduros que maneja YPF en la zona.
Los contactos con los “sensatos” gobernadores se completan con las conversaciones que promovió Francos también esta semana con el bloque de Innovación Federal, cuyos legisladores provienen, justamente, de Salta y Misiones. “No es que nos falten votos, queremos que la ley salga con consenso”, dijeron sobre el tejido político que trabaja a diario Francos, entre la Casa Rosada y las provincias. Aunque, más locuaz, otro funcionario admitió las verdaderas intenciones: “Preferimos que nos sobre, a que nos falte”.
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