Otra vez el intendente Facundo López chocó la calesita. Ni su cuñado, Sebastián Serrano, puede defender lo indefendible y blanqueó ante los medios que "los servicios los pudimos seguir dando, obviamente a través del endeudamiento con los proveedores".
La gestión de López se ha caracterizado por la desprolijidad con la que han manejado los números, y al igual que los autos que vende la comunidad zíngara, anda floja de papeles.
Las continuas observaciones del área contable que alertan sobre incumplimientos en los reglamentos de contaduría de los municipios y de la Ley Orgánica de Municipalidades han sido refrendadas por el Tribunal de Cuentas de la provincia, que año tras año ha multado al intendente local.
A pocos días de que el Concejo Deliberante trate la rendición de cuentas del municipio, concejales de la oposición adelantaron que no acompañarán los números rendidos por las autoridades.
Al igual que en las rendiciones anteriores, numerosas partidas, especialmente las que hacen a la asistencia social, están sub ejecutadas. Además, se ha contado con recursos que no fueron utilizados para el destino pedido y se desconoce el fin con el que se utilizaron.
La deuda pública de la gestión de López creció exponencialmente. Durante el 2016 acumuló 116 millones de pesos, un déficit de 196.181.213,56 pesos en el 2017 y casi 400 millones durante el 2018, es decir que en tres años el jefe comunal generó 712 millones de pesos en deuda, algo así como 650 mil pesos por día.
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